No son
muchas, pero hay ocasiones en que dos escritores deciden escribir una
obra en colaboración. Ahora mismo recuerdo a Borges y Bioy Casares,
a este último y Silvina Ocampo (una reseña a propósito hemos
comentado en este blog), y ahora leo la que llevaron a cabo Ford
Madox Ford y Jospeph Conrad. El libro, escrito por Madox en 1924, se
llama Joseph Conrad, un recuerdo personal, y en él se
describe con detalle la amistad y el trabajo conjunto de estos dos
escritores, colaboración que tuvo como resultado dos novelas:
Romance y Los herederos. En él, además de narrar
-con el estilo y humor que solo sabe hacer el autor de El buen
soldado- detalles de una relación que duró muchos años,
plantea un tema controvertido: las colaboraciones literarias. ¿Qué
puede esperarse de una colaboración de dos escritores en un acto de
creación? Porque, no pudiendo reducirse la creación artística a
algo lineal o puramente racional, el resultado no puede evaluarse
como una suma de las partes y, ni siquiera, a un valor medio de los
ingenios.
En
este libro, y en palabras de Ford Madox, Conrad creía que el
resultado de la colaboración era la aparición de un nuevo escritor,
un tercer hombre, que no era ni Madox ni Conrad:
A
intervalos, durante nuestras lecturas en voz alta, que continuaron a
lo largo de los años, él diría, siempre como si ello fuese una
trouvaille, que eso era realmente obra de un tercer hombre.
Pero
¿es esto así, realmente? ¿Qué condiciones debe cumplir esa
colaboración para que de ella resulte ese tercer hombre? Y, sobre
todo, ¿cuál es el resultado?, ¿qué podemos esperar de la obra de
ese tercer hombre? Más aún, ¿se podrían citar concretas obras de
colaboración que hayan igualado o superado las de los respectivos
colaboradores?
Naturalmente,
la cuestión podría aplicarse no solo a la literatura, sino a
cualquiera de las artes.
Algunas
respuestas a estos interrogantes y el resultado de esta colaboración
entre Conrad y Ford Madox la veremos en la próxima entrega.
Hay una tercera colaboración entre Conrad y Ford: La naturaleza de un crimen. Conrad renegó de ella y la ignoró. Pero incluso está traducida.
ResponderEliminarYo leí hace algún tiempo "Callejón sin salida", de Dickens y Wilkie Collins (que escribieron más obras en colaboración) y aunque no estaba mal no llegaba a la altura de ninguno de los dos por separado. Pero tenía pasajes realmente espléndidos. Recuerdo especialmente la sutileza, la delicadeza con la que contaban la muerte de uno de los personajes principales, un pasaje bellísimo y muy conmovedor.
Stevenson también escribió con su hijastro, Lloyd Osbourne, una novela magnífica, Bajamar, una novela que parece puro Stevenson.
Otro caso son los escritores que crean un tercer autor y que solos, por su cuenta, no escriben. Solo escriben como ese tercer autor. No tienen obra propia cada uno de ellos. Es el caso del novelista policiaco Ellery Queen, que son dos autores que nunca recuerdo cómo se llaman. (Hay más semejantes en la novela policiaca.)
Y hay casos más complejos de colaboración. Por ejemplo, en su época se decía que Gregorio Martínez Sierra escribió la mayoría de sus obras con su mujer, María Lejárraga, pero solo las firmaba Martínez Sierra. Y después se ha sabido que prácticamente toda la obra de Martínez Sierra la escribió María Lejárraga. La cosa tiene miga, porque Martínez Sierra la abandonó para irse con la actriz Catalina Bárcena y María Lejárraga le siguió escribiendo las obras de teatro a Martínez Sierra (hay un libro precioso sobre esta historia; tendría que buscar la referencia). Martínez Sierra fue candidato al Nóbel. Habría estado curioso que se lo hubiesen dado: un autor que prácticamente no escribió una línea de su obra.
No sabía lo de "La naturaleza de un crimen". La buscaré, aunque si el propio Conrad renegaba... Y sí, también Borges y Casares crearon otro tercer hombre, como sabes, Bustos Domecq. Sus cuentos eran realmente buenos, para mi gusto.
EliminarGracias por este buen complemento, Emilio. Luis.
Un ejemplo muy reciente lo tenemos en la novela Primeras noticias de Noela Duarte escrita por tres autores conocidos nuestros: José Ovejero, José Manuel Fajardo y Antonio Sarabia. El resultado fue excelente y la experiencia debió ser, al menos, curiosa. Creo recordar que los autores se dividieron los capítulos, lo que no menoscaba la labor de creación del personaje.
ResponderEliminarNo la conozco, Elena. Será un placer leerla y más viniendo de ti. Gracias.
EliminarMuy interesante la información y las reflexiones aportadas.
ResponderEliminarNunca lo he intentado en novela o relato, pero sí en la creación de una trama o una historia para una película o una serie de televisión. En el trabajo de elaboración de un guion en el que intervienen varios autores creo que en muchas ocasiones sí aparece ese 'tercer' hombre que ni es compendio de todos los guionistas ni ninguno de ellos en particular.
Hay un matrimonio sueco que, bajo el seudónimo de Lars Kepler, escribe novela negra a cuatro manos. El resultado de si resulta un "tercer hombre", lo desconozco, pues no los he leído...
ResponderEliminarComo saben, Vargas Llosa y García Márquez planearon escribir una novela a dos sobre la guerra entre Perú y Colombia. El asunto parece que no se concretó pero habría sido un acontecimiento y un deleite. Pepe
ResponderEliminarNo estoy tan seguro, Pepe. Con sus antecedentes, estilos y personalidades, a mí me parece que esa colaboración hubiera acabado en otra guerra. Luis
EliminarY no olvidemos a los llamados "negros" literarios, aquellos oscuros escritores que escriben lo que firma el famoso, a veces en colaboración con él (o ella, que algún caso hay). Caso de colaboración muy conocido es el de Alejandro Dumas con Auguste Maquet, quien escribía el cañamazo histórico sobre el que Dumas proyectaba su novela. Una anécdota célebre cuenta que, en cierta ocasión, Alejandro Dumas preguntó a su hijo homónimo: "¿Has leído mi última novela?". Alejandro Dumas hijo le respondió: "No, padre. ¿Y tú?"
ResponderEliminarTambién se cuenta, Dativo, que monsieur Dumas vivía tan regaladamente a costa del trabajo de sus "negros", que acostumbraba a pagarles con harta liberalidad, para que fueran discretos y no le fallaran nunca. Y que un día, cuando estaba a pique de desesperarse porque el repentino fallecimiento de su "negro" le impedía cumplir con los plazos de entrega de un folletín, recibió la visita inesperada de un desconocido que le trajo el material encargado al difunto. Ante el desconcierto de Dumas, su visitante le aseguró que el finado cobraba tanto y recibía tantos pedidos que bien podía, a su vez, permitirse el lujo de contratar a un "negro".
Eliminar(Saludos, José Ramón).
Otro caso reseñable es el del colectivo italiano Wu Ming (antes Luther Blisset), que ha publicado ya tres o cuatro novelas muy buenas, especialmente una novela histórica titulada 'Q', que es de las mejores del género que he leído (ambientada en las revueltas campesinas alemanas y holandesas en el siglo XVI, en pleno nacimiento de la Reforma luterana). Los Wu Ming desde sus orígenes reniegan del concepto de autoría, de ahí su anonimato (parece que son cinco personas y que alguna cambia de novela a novela), y fueron de los primeros en colgar libre sus obras en internet, lo cual no sólo no impidió, sino que favoreció que sus novelas se convirtieran en best-sellers publicadas por Einaudi (o Mondadori, ahora no recuerdo). Tiene también un blog y una lista de correo muy interesantes y exitosos. Son un "fenómeno", ya consolidado, del panorama literario europeo (sus novelas están traducidos al español; al menos 'Q' seguro).
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