jueves, 27 de junio de 2013

El río de las maravillas, de Sigurd Sternvall

Cómo nos fascinan estos libros encontrados al azar en un tablero de Moyano y que leemos con la esperanza de encontrar historias de aquellas que gustaban a Cunqueiro. Este El río de las maravillas, de Sigurd Sternvall, editado por Seix Barral en el año 1941, cuenta un recorrido por un gigante de los ríos, el Yangtsekiang, desde su desembocadura hasta donde deja de ser navegable. Y no nos decepciona. El autor, un sueco que trabajó para el departamento de aduanas del gobierno chino, y que navegó en muchas ocasiones por las costas y los ríos chinos, nos va contando sin énfasis noticias que demuestran que el mundo es maravilloso.

Cuenta, por ejemplo, que el Yangtse es un gran excavador y ha alcanzado yacimientos muy profundos de diversos minerales. En algunas islas de ese río enorme hay manantiales de agua salada que los aborígenes ponen a hervir para obtener sal, muy apreciada entre los chinos. Pero para hervirla necesitan combustible y hace mucho tiempo que en esas islas ya no hay vegetación. A cambio hay yacimientos de gas natural, que los naturales emplean como mecheros. Algunos de esos pozos de gas llevan ardiendo ininterrumpidamente más de mil años, quizá varios milenios.

lunes, 24 de junio de 2013

Los otros clásicos VIII - Francisco López de Zárate



A don Francisco López de Zárate le honran en la Corte con el sobrenombre de “el Caballero de la Rosa”, por el pulquérrimo soneto que en su día dedicara a la fugaz belleza de esta flor. Pero, en el momento de escribir este otro poema, don Francisco López de Zárate no está para muchos “juegos florales”: en plena vejez, acaba de cumplir años después de haber sobrevivido con gran zozobra a una grave dolencia, y se atormenta al experimentar, en vez del sereno sufrimiento que debiera predisponerle resignadamente para el viaje postrimero, una inusitada vitalidad y unas inmoderadas ganas de reír (¡de vivir!). Don Francisco López de Zárate, formado en pleno furor contrarreformista con ideas, de tan desfasadas ya, más bien medievales –como la de que estamos aquí solo de paso (homo viator) y la de que hemos venido al mundo únicamente a llorar (lachrymarum valle)–, sufre una honda crisis de conciencia por saberse incapaz de vivir, interior y exteriormente, ese cristianismo de luto, llanto y padecimientos que, según le han enseñado, es el que se le adeuda a Dios. Y lo expresa de forma tan honda y desgarrada, a la par que serena, que incluso los que no compartimos para nada su lúgubre religiosidad sentimos un raro estremecimiento cada vez que leemos y releemos este soneto.

VIII.- Francisco López de Zárate (1580-1658).

¡Un año más, Señor, con tanto día,
y con minuto tanto, tanto, tanto…!
¡Y en risa tan continua, siendo el llanto
lo que incesablemente se os debía!

¡Perdidos lustros! Y la escarcha fría
(como ya en tiempo) ocupa sin espanto
la cabeza y el rostro, y el quebranto
desune partes que el vigor unía.

Casi al último polvo reducido,
donde no habrá más paso, aunque la fama
lo pretenda en pirámide o coloso…

¿tan ya sin mí, que estoy de mí en olvido?
¿Tan ya no yo, que soy quien más me infama?
¡Mostrad en mí el poder de lo piadoso!

jueves, 20 de junio de 2013

Desencadenado: la poesía de Espronceda en escena (III)

Desencadenado: la poesía de Espronceda en escena (III)

Grupo Paréntesis

 3. La puesta en escena


    3.1. La música


    Para el recitado de “La canción del pirata” se eligió el tema instrumental “The March”, correspondiente al disco Warriors of the World (2002) del grupo estadounidense de heavy metal Manowar. Resulta sorprendente comprobar, por una parte, cómo la estructura de esta pieza, de factura clásica no obstante su inclusión en un disco de rock, adecua perfectamente su marcado cambio de ritmo a la transición entre la primera parte del recitado, definida por las ocho primeras estrofas del poema, y el comienzo de una segunda parte en la que los primeros versos de la novena estrofa (“A la voz de ‘¡barco viene!’…”) reclaman un recitado más vehemente. Por otra parte, la duración del tema musical acabó coincidiendo a la perfección, gracias a los muchos ensayos, con la del recitado, lo cual permitía dar a los últimos versos, en los que el pirata relata su descanso, un sentido especial al compás del final redondo de la pieza musical, de resonancias apoteósicas.




    “La cautiva” contó con el fondo musical del primer movimiento de la suite sinfónica Scheherezade Opus 35 (1888), del compositor romántico ruso Nicolai Rimsky-Korsakov, especialmente apropiada al poema por su exotismo oriental. La pieza musical resulta ser de una belleza clara y conmovedora, muy pertinente para la evocación de los paisajes y circunstancias que toca Espronceda en el texto. No hay que olvidar, además, que el violín solista representa precisamente en la partitura de Rimsky-Korsakov la voz de una cautiva. El cambio de intensidad en la ejecución del tema se hace coincidir con el giro temático marcado por la  evolución del poema, que representa el atardecer en el que todo vuelve a su sitio con la tristeza y la decepción de la protagonista del poema.


    La música elegida para el recitado de “A una dama burlada” fue la “Marcha para la ceremonia turca” compuesta por Jean Baptiste Lully para la representación de El burgués gentilhombre de Molière (1670), muy pertinente para darle a la lectura no sólo el ritmo necesario, sino también un toque de ironía y viveza muy convenientes para el tono del texto, realzado con la inclusión de un efecto inicial de percusión metálica aguda perfectamente sincronizada con el tempo de la pieza de Lully. Para acompañar la adaptación de El estudiante de Salamanca se pensó en el Requiem para soprano, mezzosoprano, solistas, coro mixto y orquesta de Gyorgy Ligeti (1963-1965), que contribuyó en buena medida a crear un ambiente de desesperación alrededor de la muerte y dibujar la atmósfera extraña que envuelve a Félix de Montemar hasta desembocar en el final frenético y confuso que tan acertadamente logra plasmar Espronceda. “El arrepentimiento”, por su parte, hacía necesario un acompañamiento musical cargado de melancolía y sugestivo del estado anímico de la voz poética. Pocos géneros musicales se avienen mejor que el tango y la milonga a este registro expresivo, puesto en la voz dolorida de un hombre, como casi todas las piezas clásicas de esta manifestación musical. De acuerdo con esto, se eligió como fondo musical la “Milonga del Ángel” de Astor Piazzola (1965).

    El cuarto movimiento (“Andante religioso”) de la Suite Holberg Op. 40 (1884) de Edward Grieg fue la pieza musical elegida para acompañar el recitado de “A Jarifa en una orgía”. Por su extraordinaria intensidad y emotividad, este fragmento de música genuinamente romántica se aviene a la perfección al sentimiento de desengaño, dolor y hartazgo que expresa la voz poética, que se ve envuelta en una ejecución musical cuya duración se hizo coincidir exactamente con el recitado del poema, que concluyó a tiempo de que se pudieran oír los acordes finales, cargados de la melancolía y la fuerza trágica necesarias para reflejar el desgarramiento del corazón con que se cierra el texto. En la misma búsqueda de la sintonía emocional entre los dos elementos sonoros del espectáculo, el recitado y la música, la declamación de “¡Guerra!” se hizo al son de la canción “What power art thou (Cold Genius)”, del tercer acto de la ópera barroca King Arthur de Henry Purcell (1691), fundido con el efecto esporádico del estampido lejano de una batería de cañones, con un resultado idóneo para crear las sensaciones de caos, terror, ira, desasosiego y contraste entre el ardor y el frío que siente el combatiente rodeado de muerte y destrucción en una batalla a la que se entrega con fervor revolucionario.


    Para el recitado del apócrifo “La desesperación” se acometió una experiencia claramente animada por la voluntad de fusión. Así, para el acompañamiento musical se optó por una obra contemporánea de música electrónica que sintonizase con la temática del poema y aun sincronizase con el ritmo pertinente para su declamación. La pieza elegida fue “Lux aeterna”, de Clint Mansell, perteneciente a la banda sonora, editada en 2000, de la película Requiem for a Dream de Darren Aronofsky. El ritmo de la ejecución musical se ajustaba sorprendentemente a la estructura métrica de los versos del poema, razón por la cual se decidió recitarlo siguiendo el estilo del rap y marcando la sílaba tónica de las sílabas segunda y sexta de los tres primeros versos de cada estrofa y la quinta del cuarto encajando todo en el tempo del fragmento de Mansell y creando un efecto letánico acentuado por la estudiada actitud irónica del recitador, con un resultado de innegable brillo y originalidad.

    Por fin, y para cerrar el recital, la “Canción de la muerte” se recitó con el fondo musical del tema instrumental “Treefingers”, perteneciente al disco Kid A (2000) del grupo inglés de rock alternativo Radiohead, especialmente sugestivo, evocador y pertinente para sugerir la atmósfera contradictoria de misterio, miedo, consuelo y sosiego que, sin renunciar a la gravedad de su mensaje, envuelve las palabras de la muerte, protagonista de la voz poética, que invita al mortal, desde su superioridad, a entregarse a ella en la confianza de la paz y el descanso. Al final del tema se introdujo el efecto musical confiado a un sonido de campanas, lúgubre y grave, que remataba acústicamente el sentido del poema.

martes, 18 de junio de 2013

Ficción y realidad con Alice Munro




En el inicio de una novela, como Advertencia, puede leerse lo siguiente:

A la hora de escribir no puedo sustraerme al recuerdo de lo que he pensado, a lo que he escuchado, a lo que he vivido. Con la memoria, la imaginación crea imágenes y cuadros que quedarían destruidos si se decide enfrentarlos a la realidad.
Estimado lector: esto es una novela, una obra de mi imaginación. Cualquier intento de equiparar ficción y realidad supondría aniquilar ambas cosas.

Yo creo esto firmemente.

No hace mucho leí uno de los últimos libros de Alice Munro que aún tenía pendiente, Demasiada felicidad (Ed. Lumen, 2010), y en uno de los relatos que lo componen, Ficción, puedo sacar, con meridiana claridad, esta misma conclusión.

Pido disculpas si desentraño demasiado la trama. No me gusta hacerlo. Pero, en este caso y para explicar esta interpretación, es necesario. (En todo caso, si alguien desea leer primero el relato y/o no seguir con la lectura, aquí puede hacerlo.)

viernes, 14 de junio de 2013

Acuarelas de Comas Quesada (Puente de Piedra)

Por José García Caneiro

PUENTE DE PIEDRA


La sillería escupe su soberbia
infinita sobre el calor del agua
y mira, altiva, desde su propio espejo,
la altivez de la piedra edificada.
Son dos punzones,
pilares
hechos de aire, cielo y roca,
que atraviesan la cintura del cristal,
sin importarles
la rota transparencia
de la sangre del sol y las estrellas.
Sobre ellos, amasado
con las palmas
desgarradas de mil manos,
un camino que enlaza, sin acierto,
un mundo sin vida con lo eterno.
En presencia
de un dios hecho de viento.

martes, 11 de junio de 2013

Oraciones de Vailima & Sermón de Navidad, de R. L. Stevenson


R. L. Stevenson Oraciones de Vailima & Sermón de Navidad (Rey Lear, 2011). (La traducción de Santiago R. Santerbás es la misma que la que editó hace tiempo Hiperión, una preciosa edición a la que alude Santerbás en este prólogo, en el que resalta que aquella vez no cobró nada.)


Gracias, Señor, por habernos dado un escritor con tan buen ánimo y tanta simpatía como Stevenson, del que nos hicimos amigos en los maravillosos Viajes con una burra, que nos habló al oído con voz cautivadora en sus ensayos y recuerdos y llenó nuestra imaginación con narraciones deslumbrantes. El joven que, tras pasar noches enteras tosiendo, cuando llegaba el alba se sentía agradecido por seguir con vida. Aquel hombre que decía que “quien piensa en sí mismo como una criatura que tarda mucho en morir puede caer en la tentación de suponer que su prójimo anhela fervientemente ser ahorcado”. El hombre cuyas normas de conducta eran “ser honrado, ser amable, ganar poco y gastar un poco menos, conseguir que nuestra presencia haga más feliz a nuestra familia, saber renunciar a algo cuando sea necesario y no amargarse por ello, tener pocos amigos, pero leales”. Para quien “la cordialidad y la alegría deben preceder a cualquier norma ética”.  Y que “aunque ignoremos qué es la bondad, debemos intentar ser buenos y proporcionar la felicidad a los demás”. Que nos recuerda que “el hombre está de servicio en este mundo” y que esa es la misión más elevada.
Gracias, Señor, por inspirar a ese muchacho estas bellísimas oraciones. 

viernes, 7 de junio de 2013

Desencadenado: la poesía de Espronceda en escena (II)


Desencadenado: la poesía de Espronceda en escena (II)
Grupo Paréntesis

2. ¿Por qué los poemas elegidos?

Para interiorizar, sentir y hacer sentir el texto no bastaba con elegirlo. Había que justificar la elección, incardinarla en la motivación de cada cual, hacerla propia y asumir el riesgo, incluso, de adecuarla a un determinado estado anímico, de modo que el poema pudiera convertirse también, en cierta medida, en un instrumento al servicio de la expresión del sentimiento del recitador.

“La canción del pirata” se convirtió en un ejemplo de interpretación original, totalmente alejada del tópico. No hay que derrochar argumentos para recordar que este poema es un canto a la libertad, de acuerdo con la predilección que sienten los románticos por los personajes rebeldes, marginales y desarraigados. Sin embargo, la recreación propuesta en el recital quiso llamar la atención sobre un personaje que en el fondo muy bien podría anhelar un sosiego imposible, un héroe en constante lucha con su entorno, abismado en el bucle que el poema mismo puede definir; un héroe que va reduciendo su grandeza a un estado de resignación ante el cansancio que deviene de repetirse a sí mismo que su libertad real dista mucho de lo que sugiere su apariencia y que al final acaba buscando un descanso próximo en su deseo a un cierto grado  de aislamiento que le trae el consuelo en el refugio de la soledad.

La selección de “La cautiva” se entiende por la predilección de los personajes femeninos por parte de su recreadora, motivada en este caso por la singularidad del tratamiento de la mujer en un momento histórico en el que su relevancia y autonomía no habían adquirido el desarrollo actual. Esto no implica que se pretendiera el contraste entre la perspectiva de dos épocas presumiendo la ventaja de la actualidad; antes al contrario, la cautiva puede muy bien representar los límites de la mujer del siglo XXI, obligada a responder a las múltiples exigencias derivadas de los diversos planos de su condición y a renunciar a los intereses personales en beneficio de los otros en una permanente actitud de entrega no correspondida. El cautiverio puede hacerse simbólicamente extensible a cualquier individuo de nuestro tiempo, obligado a participar de expresiones, actitudes y formas de vivir alienantes. Por otra parte, el gusto romántico por el exotismo tiene su correlato en cuanto de exótico puede encerrar la poesía en nuestros días, marcados por un entorno fuertemente tecnológico que anticipa cambios en las formas y los conceptos de la belleza.

La selección de “A una dama burlada” estuvo condicionada por la intención de incluir en el recital un aspecto más terrenal y mundano, en concordancia con la rica personalidad de Espronceda, cuya reputada trayectoria y experiencia galante sirven para dibujar, en la persona de una mujer, el ambiente de fingimientos, engaños y deseos que acaban volviéndose en contra de quien lo frecuenta. Por lo que respecta al fragmento adaptado de El estudiante de Salamanca, la adscripción de su recreador al mundo del teatro motivó que la selección del texto, de atractivos y complejos ingredientes teatrales, fuese también un reto interpretativo engranado en lo que el responsable de la selección de este texto entiende teóricamente como “sentido de precipicio escénico”, representado en esta ocasión por la intención, arriesgada, de conducir al público a un clímax inquietante y alejado de toda calma.

La búsqueda de la emoción romántica en un estado tan íntimo como el arrepentimiento motivó la selección del fragmento del poema apócrifo del mismo título, con cuyo espíritu quiso identificarse el encargado de su recreación proponiéndose una forma de inmersión empática que diera sentido a la interpretación dolorida y morosa del texto. Una sintonía parecida motivó la selección del desgarrador poema “A Jarifa en una orgía”, que refleja con especial profundidad el hastío, la insatisfacción, el desengaño y el dolor que pueden encerrar la experiencia de la belleza superficial y la búsqueda del placer, que no curan el alma rota de quien busca algo más trascendente, y por la misma razón acaso inalcanzable.

La impronta del Espronceda liberal y revolucionario motiva la selección del poema “¡Guerra!”, concebido, en la propuesta de su recreador, como la manifestación de una voz enardecida, temblorosa, a veces letánica, que adquiere su mayor valor imaginada en el escenario mismo de la batalla. Esta motivación por el héroe se compensa y contrapone con la lograda expresión del cinismo, la crueldad y el tremendismo escatológico que impregnan el apócrifo “La desesperación”, elegido por el responsable de su recreación por la fuerza y la dureza de sus imágenes y la pertinencia de los logrados ingredientes que estimulan una interpretación irónica, pero igualmente alusiva a la agitación y confusión que alumbran el texto.

El recital se cierra estratégicamente con la “Canción de la muerte”, cuya interpretación sugiere a la encargada de su recreación el reto de conciliar, precisamente a tiempo de concluir el recital, la idea del fin natural de las sensaciones y los sentimientos con la sugerencia estimulante del comienzo de una experiencia inefable cuyo descubrimiento se confía de forma incitante y aun seductora a un destino al que nadie podrá sustraerse.

martes, 4 de junio de 2013

Compañero del viento, de Abbas Kiarostami



Abbas Kiarostami Compañero del viento (Madrid: Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2006)

El iraní Kiarostami es conocido sobre todo como director de cine (creo que su película más conocida es El sabor de las cerezas, que ganó la Palma de Oro en Cannes, en 1997).
Formalmente los poemas de este libro no son haikus. Son solo poemas breves (en árabe). Pero participan por completo del espíritu del haiku (instantáneas de momentos fugaces del mundo natural o de la vida cotidiana, pequeñas revelaciones). Casi por cualquier sitio que se abra el libro hay piezas preciosas. Por ejemplo, estas cuatro sacadas al azar:






Los polluelos de un día

experimentaron
la primera lluvia de primavera

Entre cientos

de piedras grandes y pequeñas
se mueve
solo una tortuga.

Brotó

floreció
se marchitó
se cayó
ni uno solo la vio.

Con el siguiente viento

¿a qué hoja le tocará el turno
de caer?

Es un libro ideal para leer a pequeños sorbos, en los descansos de un viaje, por ejemplo.