Escritor mexicano. Nacido
en la ciudad de México, estudió Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM). Dirigió la Casa del Lago y la emisora Radio Universidad,
organismos culturales de la UNAM. Colaboró en numerosas revistas y diarios
mexicanos, además de fundar dos suplementos culturales. Con Enrique González
Rojo y Marco Antonio Montes de Oca creó el grupo del poeticismo, de breve
duración. Más tarde desarrolló una poética personal, profundamente irónica y
aparentemente coloquial, que lo acercó a otros dos poetas de su generación
llegados a postulados parecidos por caminos distintos: Gerardo Deniz y Gabriel
Zaid. Sus poemas desarrollan anécdotas, “tabernarias o eróticas”, en las que el
poeta es el personaje principal y los hechos afirmaciones crudas de la vida
real. Cercanos al aforismo, el peso poético se logra gracias al ritmo, al
desenvolvimiento de la anécdota y a las astutas metáforas, muchas de ellas bajo
el emblema del tigre. Sus libros principales son: La mala hora (1956), Cada
cosa es Babel (1966), El tigre en la casa (Premio Xavier
Villaurrutia 1970), La zorra enferma (1974), Caza mayor (1979), Tabernarios
y eróticos (1989), Rosas (1994) y Otros tigres (1995). En
1988 recibió el Premio Nacional de Literatura y en 2002 el Premio
Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde. Actualmente dirige la Biblioteca
de México.
EL PODER DE LA PALABRA.
FRAGMENTO DEL POEMA:
EL TIGRE EN LA CASA
(1970)
I. Retrato hablado de la fiera
2
EL TIGRE
Hay un tigre en la
casa
que desgarra por dentro al que lo mira.
Y sólo tiene zarpas para el que lo espía,
y sólo puede herir por dentro,
y es enorme:
más largo y más pesado
que otros gatos gordos
y carniceros pestíferos
de su especie,
y pierde la cabeza con facilidad,
huele la sangre aun a través del vidrio,
percibe el miedo desde la cocina
y a pesar de las puertas más robustas.
que desgarra por dentro al que lo mira.
Y sólo tiene zarpas para el que lo espía,
y sólo puede herir por dentro,
y es enorme:
más largo y más pesado
que otros gatos gordos
y carniceros pestíferos
de su especie,
y pierde la cabeza con facilidad,
huele la sangre aun a través del vidrio,
percibe el miedo desde la cocina
y a pesar de las puertas más robustas.
Suele crecer de
noche:
coloca su cabeza de tiranosaurio
en una cama
y el hocico le cuelga
más allá de las colchas.
Su lomo, entonces, se aprieta en el pasillo,
de muro a muro,
y sólo alcanzo el baño a rastras, contra el techo,
como a través de un túnel
de lodo y miel.
coloca su cabeza de tiranosaurio
en una cama
y el hocico le cuelga
más allá de las colchas.
Su lomo, entonces, se aprieta en el pasillo,
de muro a muro,
y sólo alcanzo el baño a rastras, contra el techo,
como a través de un túnel
de lodo y miel.
No miro nunca la
colmena solar,
los renegridos panales del crimen
de sus ojos,
los crisoles de saliva emponzoñada
de sus fauces.
los renegridos panales del crimen
de sus ojos,
los crisoles de saliva emponzoñada
de sus fauces.
Ni siquiera lo
huelo,
para que no me mate.
para que no me mate.
Pero sé claramente
que hay un inmenso tigre encerrado
que hay un inmenso tigre encerrado
en todo esto.
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