martes, 30 de septiembre de 2014

Los otros clásicos XXIX - Fray Jerónimo de San José




El ruiseñor de Juan Bautista de Mesa (vid. entrada anterior) me ha traído al magín otra avecilla canora similar que a duras penas recordaba yo revoloteando en la jaula endecasílaba de un soneto de fray Jerónimo de San José. Me refiero al poema que el carmelita descalzo dedicó a un ruiseñor y una rosa (“Aquélla, la más dulce de las aves, / y ésta, la más hermosa de las flores, / esparcían blandísimos amores / en cánticos y nácares suaves”), tal vez el más festejado y reproducido de su corpus lírico, debido a que Gracián lo alabó en el “Discurso LX” de su Agudeza y Arte de Ingenio. De aquellas páginas gracianescas leídas con avidez en mi juventud conservo yo, sin duda, el brumoso recuerdo de este soneto; y a ellas remito al lector curioso, ya que andan a mano en varias ediciones modernas fácilmente localizables. Prefiero, a cambio, reproducir aquí otra pieza magistral del zaragozano (natural de Mallén) don Jerónimo de Ezquerra y Rojas (así llamado antes de tomar el hábito carmelitano), hombre cultísimo que, tras haber cursado estudios de Artes, Teología, Sagradas Escrituras y ambos Derechos, sobresalió por su faceta de historiador y teórico de la historiografía. Poeta, además, de largo alcance, plasmó genialmente en este soneto el tópico barroco de la fragilidad de la vida.


XXIX.- Fray Jerónimo de San José (1587-1654)

¡Ay gloria vana -vana, torpe y breve;
engaño, encanto, burla y fingimiento-,
la que estriba en tan débil fundamento
como la arena de esta vida leve!

¿Quién a fiar, quién a seguir se atreve
el curso incierto de este inútil viento?
¿Y quién a edificar sobre cimiento
expuesto a que un vil soplo se lo lleve?

No hay cosa tan ruïn, flaca y liviana
que pueda ser, ¡oh mundo!, tu retrato,
por más que seas de las almas dueño;

pero mirando el curso de tu trato,
paréceme tu gloria, ¡oh vida humana!,
sólo un desconcertado y breve sueño.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Pequeño diccionario de Tediato (nuevas entradas)



alternatibia. Apéndice ortopédico que se aplica para reemplazar la parte inferior de la pierna.

 

amierdentrar. Infundir pavor mediante el uso de excrementos.

 

aperceber. Formular una advertencia que se dirige a un percebe. La acción es absolutamente inútil tanto si el percebe es un crustáceo como un bípedo.

 

babalanzar. Escupir.

 

boychornoso. Hombre que exhibe su desnudez de forma lamentable en espectáculos públicos (y más claramente en espectáculos púbicos).

 

casondeo. Prospección practicada de forma hilarante.

 

cocainoúmeno/a. Dícese del individuo que ha accedido al dominio de determinados conceptos kantianos mediante el consumo de cierta droga alcaloide.

 

destetierro. Interrupción indeseada de la lactancia que implica que el bebé o la madre deban abandonar su país.

 

españal. Habitante de España que aún no controla esfínteres.

 

heroección. 1. Reacción entusiasta que experimenta determinada parte de la anatomía de los héroes al hacer el bien. 2. Acto de erigir un monumento a un héroe o heroína.

 

hurticaria. Irritación producida por el latrocinio. Se trata de una reacción cutánea muy común en los tiempos que corren.

 

iniciatía. Manifestación de proactividad propia de las hermanas de mis padres.

 

inimitablet. Dispositivo móvil imposible de copiar.

 

jefemérides. Fecha señalada en la que se conmemora a un destacado líder.

 

multiple. Cantante de voz aguda y de muy variados estilos.

 

nanalizar. Estudiar pormenorizadamente las canciones que sirven para dormir a los niños.

 

nobvio/a. Prometido/a en matrimonio que no puede disimular su condición.

 

perripecia. Accidente o suceso singular que protagonizan los cánidos.

 

rescital. Acto literario o musical consistente en declamar poemas o cantar canciones ante un público compuesto por ganado bovino.

 

sofisticodo. Articulación del brazo que ha sido adornada con particular refinamiento.

 


 

lunes, 15 de septiembre de 2014

Eric Arthur Blair, recién llegado al frente de Aragón



A Javier Guzmán. In Memoriam

Lo que más le llama la atención es la suciedad. Por todas partes hay papeles, latas de conserva, restos de comida y sobre todo excrementos. Los españoles defecan junto al lugar en el que hacen la vida. Algunos incluso en la trinchera.

Todos los días cae a la misma hora una lluvia de proyectiles muy mediocres. El armamento de los fascistas –al menos el de los que ocupan esa posición– es tan malo como el de los republicanos. Ambos bandos comparten el calibre de algunas municiones. Hay unos obuses de los nacionales que hacen unos cráteres mínimos. Y eso cuando estallan, porque cerca de un tercio no llegan a hacerlo. Y como valen para los cañones de los republicanos, estos se los devuelven. Hay un obús que ha volado de una posición a otra más de diez veces. Le llaman El Pacifista. Por cada viaje le hacen una muesca. Nadie quiere que haga blanco.


A Orwell, afiliado al POUM hace unos días, comienza a nacerle un gran amor por los incultos anarquistas españoles. Dentro de cinco meses, en las jornadas de mayo, en Barcelona, a muchos kilómetros del frente, su vida correrá más peligro, ante el fuego amigo comunista, que en estas pobres trincheras. 

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Necroilógicas - Javier Guzmán

Sí, esta madrugada murió Javier Guzmán, novelista que el año 2000 había ganado el Premio Torrente Ballester con Brigada Lincoln y que no conocimos personalmente hasta que hace un par de años la “causalidad” de la vida le llevó a proponernos la publicación de la continuación de aquella primera novela. La publicamos en el 2012, con el título El cocinero del Papa, y desde entonces Javier entró para quedarse en nuestras vidas con su vitalidad y su personalidad arrolladora. Como escritor, colaboró con nosotros en este mismo blog, charlas, reuniones tempestuosas para hablar de literatura, presentaciones de libros. Pero sobre todo se convirtió en un amigo. Él sabía valorar la amistad con la cita adecuada:

Gracias por vuestra amistad, amigos. Como decía León Felipe, no basta con arar los campos, hay que cultivar las espigas con amor y con gracia.

En el mes de marzo, al tiempo que nos alegraba con el envío de la última entrega de la trilogía de Almedina, Javier nos hacía torcer el gesto con el anuncio de que le habían detectado un cáncer de páncreas. No se andaba con chiquitas o medias tintas; desde el principio enfrentó la enfermedad a cara descubierta:

Toda mi vida he sido analítico, responsable y capaz de asumir cualquier problema que se me presente. Posiblemente este es el más peliagudo de todos. Pero lo asumo, lo entiendo y lo acepto.

Y estos últimos meses han sido de gran intensidad para todos nosotros, pues al tiempo que avanzábamos en la corrección de la novela, con los habituales comentarios de Javier, llenos de humor y sabiduría

(Como ejemplo intercalamos aquí éste, uno entre otros muchos:
Me gustaría agregar algunos cambios. Por ejemplo, el hermano de mi mujer que está aquí porque, dadas las circunstancia, necesitamos la presencia de un hombre en casa, me dice que el los años 50 hablar de limpiar algo a "manguerazos", la tartana de "La simple verdad", es una desatino, entonces las mangueras solo aparecían en las películas americanas. Las cosas se lavaban a pozaladas.
-¿Pozaladas?
-Sí. Lo que los castellanos llamáis cubo, nosotros le decimos pozal. El suelo, una superficie grande y esas cosas se lavaban tirando pozales de agua.
-¡Ayvá, dios!
-¡Venga!
Otra. "Cap a..." es una catalanada cuyo significado es "en dirección a..." (cabeza a)
Ejemplo grasiento.
-¿Onde vais?
- Cap a Zárágózá!
Nunca lo olvides: el habla maña es de imperativo esdrújulo. La excepción es Zaragoza, palabra donde se acentúan todas las sílabas.)

         al tiempo de esto, digo, veíamos el imparable avance de la enfermedad y nos maravillábamos de la conciencia y entereza con las que Javier la afrontaba:

El otro día, más bien noche, estaba en bata cuando me levanté y vi una imagen ligeramente humana reflejado en el cristal negro por el contraespejo de la noche. Y allí estaba Nosferatu, versión clásica, Murnau 1922. Avanzamos, me dije, hacia la inmortalidad por extraños vericuetos.


Hace unos días, fuimos a visitarle a su casa en Madrid. Estaban su esposa, Alicia, y su hija, Tamara. Nos tomamos unas cervezas, charlamos, nos reímos, Javier nos leyó cosas que había escrito. Y nos despedimos, serenamente. Él nos contagió su entereza y nos enseñó algo que solo puede aprenderse de esta manera.

lunes, 1 de septiembre de 2014

En lo terrazo de mi alta

(homenaje, ex aequo, a Baltasar de Alcázar y José Manuel Marroquín)
Léase muy despacio y, a ser posible, en voz alta y de corrido, sin detenerse ni volver atrás cuando parezca que nada se entiende.


   Hoy que el apretor calora
y el afianzo se verana,
y en la madrad de Ciudid
hasta el derrito se asfalta,

   yo, cervezando unas tomas
en lo terrazo de mi alta,
quiero versir cuatro escribos
y cartaros esta manda.

   Me ha casido un raro ocurro
que os ha de gracer mucha hacia…
mas, para conter podároslo,
he de latirme otra abra.

   ¡Qué cervicia es la deleza!
¡Qué ideo quien la geniara!
Sólo una ponga le falto:
que en dos acabos se traga.

   En cuanto anillo la quita,
según la termino, se abra;
¿por qué pocará tan duro?
En fin, otramos por vaya.

   Pues, como contaba andándoos…
(¿y yo qué conto os coñaba?
¡Ya se me fue el salo al ciento…!
¡A mí este mator me cala!)
   Me cerveceré otra beba,
que me cabece la aclara;
porque a importo le ninguna
si es la óctima o septava.

   El maror me ha caleado,
me ha tensionado la baja;
se me ha vistado la nubla,
y la treba se me langua.

   Birro que con otra piensa
contaré qué os recordaba,
pues la cervira me inspeza
ante la págino en blanca;

   y me corre de salido,
si no me jalta una farra,
un mamotocho más treto
que Fortucinta y Janata.

   Granamos, en fin, al vayo:
Mas, ¡oh funescia desgrata!
¡Me las he todado tomas!
¡No queda heleza cervada!

   ¡Compro a correr más bajando,
no la muerte ingrate me halla
gotando la suda gorda
en lo terrazo de mi alta!