Es de justicia reconocer y celebrar que, con el paso de los años,
Loquillo se mantenga en la brecha con una mezcla nada común de frescura,
originalidad y fidelidad a sus raíces, y que lo haga habiendo conseguido
afinar, aquilatar y personalizar su discurso, cada vez más sólido y elaborado,
y administrar su voz y su presencia de forma eficaz y solvente. Lo digo con el
derecho que puede arrogarse quien ha seguido su trayectoria con interés y
admiración desde sus orígenes hasta el momento, en el que puede afirmarse que
Loquillo forma parte de algo más amplio que un proyecto musical.
La publicación de Su nombre era el de todas las mujeres,
su último disco (Warner Music Spain, 2011), en el que recrea musicalmente
algunos de los muchos excelentes poemas de Luis Alberto de Cuenca, es un nuevo
ejemplo de esta consolidación de José María Sanz en una línea muy definida
intelectual y musicalmente. No es la primera vez que el Loco recrea la poesía.
Ya lo hizo de forma muy lograda en La
vida por delante (Hispavox, 1994), también con el sabio concurso de Gabriel
Sopeña, encargado de la adaptación musical de los poemas. Una vez más las
versiones cantadas por Loquillo se confían a la producción y los brillantes
arreglos de Jaime Stinus, que le viene acompañando en trabajos anteriores (Cuero español, en 2000, y Balmoral, en 2008, por ejemplo). Tampoco
es la primera vez, ni mucho menos, que Luis Alberto de Cuenca presta sus letras
al rock (¿cómo olvidar “Caperucita feroz” de la Orquesta Mondragón en Bon
Voyage, de 1980, en donde ya brilla la guitarra de Jaime Stinus?) ni es la
primera vez que el poeta colabora con Loquillo, como muy bien puede apreciarse
en Balmoral.
Además del cuidado de la producción
musical y de la excelente instrumentación que define el telón sobre el que se
alza con nitidez la voz de Loquillo, cumple poner de relieve la exquisitez de
la presentación del disco, concebido como un breve pero hermoso discolibro
prologado por Arturo Pérez Reverte e ilustrado por Fernando Pereira. Creo que
la selección de los poemas supone un acierto, acentuado por el trabajo de
interpretación de José María Sanz. El conjunto es muy coherente, pero me parece
conveniente destacar que el Loco sabe dar muy especialmente con el tono que
requiere la humorada macabra de “Nuestra vecina”, con el suave y nostálgico
registro baladístico de “Cuando vivías en la Castellana” (emocionante, intensa,
hermosa; una pequeña joya), con la necesidad de marcar el desgarro de la
transición que requiere la segunda parte de “La malcasada” y con la irónica
displicencia que imprime al recitado de “La tempestad”, que vuelve a poner de
relieve las calidades de rapsoda de Loquillo que ya brillaron en su día en
“Avenida de la luz” (de Dónde estabas tú
en el 77), con letra de Sabino Méndez, una de las canciones más
extraordinarias que se han escrito en el rock español en los últimos treinta
años.
Lo escuché en Navidades y me encantó.
ResponderEliminarLoquillo siempre me ha parecido un artista de primera clase, digno y señor. No he oído aún este trabajo suyo, salvo algún fragmento en la tele. Cualquier artista estaría orgulloso de haber creado canciones como "Rock and roll star", a mi juicio una de las mejores letras españolas de todos los tiempos, y de las que mejor recogen el sueño y espejismo del rock. Por otra parte, me quedo de piedra con que "Caperucita feroz" fuera de Luis Alberto de Cuenca. Es una letra muy buena, que no se olvida con facilidad, y que tiene mucha gracia ("Te he comprado un anillo, un pastel y un yo yo").
ResponderEliminarYo también destaco "Cadillac solitario", todo un himno, y "La mataré", que me parece una canción excelente y con una factura musical de una enorme fuerza. Otras grandes canciones de Loquillo son "Dónde estabas tú en el 77" (del disco con el mismo nombre), "Cuando fuimos los mejores" (Del disco "Cuero español" y "Hermanos de sangre" (del disco homónimo, luego también incluido en "Balmoral", en donde además canta con el gran Johnny Halliday). No puedo dejar de recordar la magnífica versión de "Mi calle", de Pedro Gené (de Lone Star, la primera muestra de la preocupación del rock español por lo social en 1969), en "Feo, fuerte y formal" (título que homenajea evidentemente a John Wayne).
EliminarMe pongo a oír ahora mismo el disco en Spotify.
ResponderEliminarEs un disco muy sólido y variado. No sé por qué, quizá por el fragmento que había oído en la tele, me había hecho a la idea de que sería un disco con recitados a lo Lou Reed tardío, un recital tranquilillo tipo rockero culturetas. Pero no. Buenas y sensatas canciones, con la letra al servicio de la música -como debe ser-. Además de las que mencionas, me gusta "A Alicia, disfrazada de Leia Organa". Bien por Loquillo, y por Luis Alberto de Cuenca.
Eliminar