Bill ha suspendido su examen de reválida. Su fracaso ha de ser remediado
en el largo verano que habrá de pasar apartado del resto de su familia, solo
con su padre, un hombre apuesto, un aristócrata, un virtuoso de la tenue, la compostura, cuya conveniencia
no deja de ensalzar a su hijo.
Durante semanas, Gerd von Fernow alecciona al joven Bill, le explica
cómo debe planificar su porvenir, insiste en la importancia del estilo de vida
que ha de llevar en el futuro porque determinará todo lo accesorio y justificará
algún que otro exceso que, en el conjunto, no desentonará. Bill ve a su padre
edificar con sus manos el proyecto imaginario y le parece que ese edificio
dibujado en el aire es terriblemente frágil.
A duras penas concentrado en el estudio, más dispuesto a dejarse
arrastrar por su amor a Gerda, Bill descubre qué se esconde tras la tenue que su padre muestra a sus
próximos, sorprende en sus escapadas nocturnas, en palabras sueltas, los
secretos que bullen bajo la compostura de quienes le rodean.
Un ardiente
verano es una novela breve de una rara
belleza, en la que las atmósferas están trazadas con la evanescencia de la
acuarela. Sensorial, seductora, nos muestra a través de los ojos de Bill un
descarnado conocimiento del mundo, y de lo que, por fuerza, tiene que ser
ocultado tras una máscara.
Suena interesante. Me la apunto. Gracias Paloma.Pepe
ResponderEliminarLa escena en la que el padre dibuja el edificio imaginario no tiene precio, Pepe. Es una lectura gratificante y, si a continuación lees "Confesión de un asesino" de Joseph Roth, el panorama dibujado por la época es aún más sugerente.
ResponderEliminarYa me contarás si la lees.