miércoles, 27 de mayo de 2015

Fernando Vallejo, escritor colombiano



Comencé a leer a Fernando Vallejo, novelista colombiano (Medellín, 1942), a través de su obra más conocida y publicitada, La virgen de los sicarios. El protagonista, descreído de su país, vuelve al mismo y se sumerge en su espiral de violencia desatada. Homosexual, conoce a un muchacho joven y sicario del que se enamora. Con este joven, miembro de una de las comunas que pueblan la ciudad de Medellín y que ha participado en multitud de asesinatos por encargo o venganza, el protagonista recorre las calles administrando, a través de este joven Ángel Exterminador, su propia “justicia” en una curva exponencial de violencia que no cesa. El objeto de “su justicia” es la corrompida sociedad colombiana en general y, en particular, la institución de la Iglesia Católica y el populacho sin dignidad y rendido a los honores del fútbol, el consumo fácil, la brutalidad y la violencia indiscriminada. En una de las muchas iglesias de Medellín hay una virgen que es la patrona de los sicarios: a ella acuden a pedir su favor, y a ella se acerca el protagonista con sus sicarios enamorados.

Después leí El fuego secreto, Entre fantasmas, La rambla paralela y quedé conmovido con El desbarrancadero, que, entre las que he leído, me parece la mejor de sus novelas. Un torrente de humor ácido, satírico y crítico, cuya fuerza seguramente procede de la propia experiencia del autor: es un relato autobiográfico. El protagonista llega a su casa, en Colombia, desde Méjico, después de algunos años de residencia en este país, al enterarse de que su hermano Darío se está muriendo de sida. En el jardín de esa casa, mientras le asiste en su enfermedad, los dos hermanos recuerdan lo que ha sido y es su familia. El tema es realmente dramático, pero la manera contarlo, ácida y humorada, hace que en muchos momentos acabes riendo a carcajadas.

Vallejo habla del “inmenso andamiaje de hipocresía y mentira sobre el que se ha construido la vida humana”, y creo que ese es el leitmotiv de su literatura: la denuncia y el desmontaje de esa engañosa estructura con la palabra. ¿Por qué? ¿Para qué? Quizás como necesidad. Da la impresión de que con esa acumulación de iconoclastia, sarcasmo y acidez, más que enterrar por añadidura, se deja al descubierto lo único que al autor le interesa y que en esta novela parecen ser las verdaderas figuras de su padre y de su hermano Darío. Y esa es la técnica que utiliza: como el que se desembaraza de todo lo inútil que rodea y esconde lo único importante, Fernando Vallejo desentierra las poquitas gemas que se ocultan entre tanta mentira e hipocresía que genera el mundo.

martes, 19 de mayo de 2015

Gavilanes returns home


Por Matías Crowder

Conocí al escritor Emilio Gavilanes en Madrid allá por el 2009. Fue en una entrega de premios literarios en el Castillo de Manzanares. Vestía como siempre le vería más tarde, camisa a cuadros, pantalones de jeans, barba de pocos días. Si bien su rasgo más característico era aquel sosiego y tranquilidad de su persona con que años más tarde lo definiría con precisión Andrés Trapiello. Entonces publicaba en La Discreta varios de sus libros.

Recuerdo que me regaló “El Río” y “Una gota de Ambar”. No había escuchado hablar de él, ni había leído ninguno de sus libros. Me llamó la atención su sencillez, su calidez al hablar, su falta de “apuro” y aquella cierta orfandad de ambición mundana tan común a los escritores.

Había algo en él. No se me escapaba. Una inteligencia diferente. Aquello que se halla en el alma de las personas y de lo que solo obtendremos en vida pequeños atisbos parecía latir con fuerza desde el fondo de su ser. No recuerdo que hiciera una sola mención sobre libro alguno, ni sobre escritores, premios, editoriales. En cambio recuerdo escucharle hablar de la comida, de la gente de Madrid, de sus hijas, para luego hacerme una y otra pregunta sobre Argentina.

Leí poco después “La Primera aventura”, y acto seguido le escribí diciéndole que tenía mucho de Henry Miller, de aquella intensidad, de aquel amor por la vida. “El Río” era historia, vida, una compilación de relatos extraordinarios. “Un gota de ámbar” la maquinaria de una bomba literaria. Le publicaría más tarde Trapiello unos haikus poderosos. Sísmicos.

Desde aquel Madrid de 2009 que le seguía. Su literatura cambiaba con los años. Se fortalecía. Mutaba en él, él mutaba con ella. Corría por un bosque de papel, libre, hambrienta siempre, precisa. Una estructura coralina que comenzaba a emerger, como un iceberg, desde las profundidades. Aún seguía preguntándome de qué se trata aquello que habitaba en él, esa fuerza que manaba de su interior,  aunque ya comenzaba a adivinar que tenía que ver con la literatura en estado puro. 

No fue sino hasta la lectura de “Breve enciclopedia de la infancia” cuando lo entendí. Detrás de aquella apariencia simple y de aquel carácter tranquilo se escondía una monstruo literario, una máquina de narrar. Aquel libro tenía los tiempos, la profundidad, la calidad, en resumen, la palabra propia de los monstruos de la literatura. Se lo dije y agradeció el comentario como si se tratase de un simple cumplido. 

     Gavilanes trabaja desde una trinchera. En la oscuridad. Oculto del enemigo, que es la vanidad y que, en todos los escritores, son a la vez ellos mismos. Enfrentándose a ellos en el papel. En la vida. Los libros, dice, deben de hacer su propio recorrido. Y allí están los suyos, pasando del boca a boca de los que le conocen y siguen y, hoy en día, esperan con ansias sus próximas publicaciones y agradecen a la Discreta el volver a publicar a su hijo pródigo, esta vez, “Historia Secreta del Mundo”.

Además de las obras citadas, Emilio Gavilanes también ha publicado la novela El bosque perdido (Seix Barral, 2001) y las colecciones de cuentos La tabla del dos (NH, 2004) y El reino de la nada (Menoscuarto, 2014).
Historia secreta del mundo, recientemente editada por Ediciones de La Discreta, será presentada en Madrid el próximo martes día 26 de mayo, a las 19:30 horas, en la Función Lenguaje (c/Doctor Fourquet, 18-20). Además del autor, participarán en la presentación: el escritor David Torrejón, representando a la editorial, y José María Merino, escritor y académico de la Real Academia Española.



lunes, 11 de mayo de 2015

Días con erre, de Ana Añón

Días con erre es un libro de relatos de la escritora Ana Añón, publicado recientemente por Ediciones de La Discreta. El libro ya ha sido presentado en Valencia y el próximo día 20 de mayo será presentado en Madrid.

(MIÉRCOLES, 20 DE MAYO, EN EL CENTRO DE ARTE MODERNO (calle Galileo, 52), a las 20,00 horas.
Intervienen: Paloma González (en representación de Ediciones de La Discreta), Emilio Gavilanes (escritor) y Ana Añón.
Durante el acto tendrá lugar la proyección del galardonado cortometraje Miniaturas, basado en uno de los relatos de Días con erre.)

Adjuntamos aquí un texto de la propia autora en la presentación del libro y un pequeño fragmento de Días con erre.


PRESENTACIÓN DE DÍAS CON ERRE, POR ANA AÑÓN
Días con erre es un libro que no nace con una intención ni una temática concreta sino que es fruto de una recopilación de algunos de los relatos que escribí durante años en los talleres de escritura. El proceso resultó para mí un aprendizaje y un descubrimiento de mis preocupaciones como son: la muerte, que está muy presente, el miedo,  la soledad, las relaciones, las imposturas sobre todo. Así como otros temas actuales críticos con la sociedad. El resultado fue una colección de dieciséis relatos de intriga y misterio donde predominan los elementos fantásticos, el humor negro y el absurdo, aunque hay unos pocos cuentos de corte más realista e incluso alguno más oscuro que puede dejar un regusto amargo.  El título del libro proviene de un refrán que se cita en uno de los cuentos que dice así “No te cortes las uñas los días con erre porque te saldrán padrastros”. Lo escogí porque creo que esta idea de mala suerte engloba la temática del conjunto de relatos. Esos padrastros aparecen en la vida de mis personajes en forma de conflictos a los que deben enfrentarse. Me pregunté por qué se me ocurrían este tipo de historias y tuve dudas a la hora de querer publicarlas pero me convencieron los comentarios de mis primeros lectores y las palabras de algunos maestros. Recuerdo con cariño a mi primer profesor de escritura, Enrique Páez, que me decía que era yo era como Bette Davis que cuando era buena era muy buena pero cuando era mala era mejor. Con estos relatos brutales, me decía, llegarás a ser una gran narradora aunque con fama de mala entre tus amigas, que no te dejarán a sus hijos, todo son ventajas.  También Chéjov nos da buenas razones para seguir escribiendo: “No cuento para hacer llorar sino para decir que se puede vivir de otra manera.” “El hombre se volverá mejor cuando le hayamos mostrado cómo es.”  


BREVE FRAGMENTO DE DÍAS CON ERRE

Me lavé las manos a conciencia, una y otra vez, y todavía queda sangre entre las uñas. Debería cortármelas pero tendré que esperar al jueves. Dicen que si te cortas las uñas los días con erre te salen padrastros. Y yo me los muerdo, los estiro, acabo arrancándolos e, inmediatamente, siento un escozor que dura todo el día. Además, ahora ya no está Elsa para darme una palmada y gritarme que no lo haga, que se me van a infectar y que me quedaré sin dedos.

Al menos el paseo me sosiega. El cauce del río ahora está lleno de parques, jardines y fuentes. Así puedo detenerme en cada una, sacar de mi bolsillo el jabón que guardo dentro del pañuelo, olerlo, y lavarme bien las manos. Siempre recorro el mismo trayecto, voy caminando desde la parada del metro de Alameda hasta la Ciudad de las Artes y de las Ciencias, pasando por arriba de los puentes, eso sí. Nunca los paso por debajo. Sé que puede suceder algo terrible. He oído decir que hay gamberros que lanzan objetos pesados desde arriba sin tomar precauciones, como si fuera un juego. Así que voy subiendo y bajando por las rampas según me acerco. El de las gárgolas es mi favorito. Allí me quedo un rato mirando esos monstruos con sus bocas abiertas, tan amenazantes.


Ana Añón (Valencia, 1965) es licenciada en Informática y ha desarrollado distintas facetas como la danza, el haiku o la narrativa. Sus textos han sido publicados en revistas y antologías colectivas. Ha sido galardonada, entre otros, con el premio del I Concurso de relatos “21 de marzo” del Ayuntamiento de Tres Cantos cuyo jurado estuvo compuesto por Luis Mateo Díez, José Mª Merino,  Milagros Frías  e Ignacio Ferrando. Es autora del libro de relatos Días con erre (Ediciones de la Discreta).
Tráiler del Cortometraje Miniaturas, de Vicente Bonet





jueves, 7 de mayo de 2015

Una entrevista a José García Caneiro

(José García Caneiro es miembro de nuestra Discreta Academia, asiduo colaborador de este blog –véanse sus estupendas colaboraciones poéticas en las “Acuarelas de Comas Quesada- y escritor. Recientemente, en el blog Gabinete de Prensa de la UNED, ha sido publicada una interesante entrevista bajo el título de "La filosofía de la narración", que se le hizo con motivo de la publicación de una de sus novelas. La reproducimos aquí.)


José García Caneiro, aviador militar y profesor del Instituto General Gutiérrez Mellado de la UNED nos presenta su obra literaria “La obra completa de Wilfredo Murientes”
Coronel del Ejército del Aire, Piloto de caza y ataque; Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación (Sección Filosofía) y Doctor en Filosofía por la Universidad Nacional de Educación a Distancia.
Entre otros destinos, ha desempeñado su labor en el Ministerio de Defensa, como Adjunto al Subdirector General de Enseñanza Militar. Ha sido Secretario General y es, en la actualidad, Profesor del Instituto Universitario «General Gutiérrez Mellado» de Investigación sobre la Paz, la Seguridad y la Defensa, de la UNED.
Profesor Invitado del Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional de Venezuela, también ha sido profesor en la Universidad Carlos III, de Madrid. Ha dirigido el Curso sobre "Educación para la Paz", de Formación del Profesorado, realizado en el Centro de Apoyo al Profesorado - Madrid Centro, en colaboración con la Comunidad de Madrid y, además, imparte cursos de doctorado en la UCM.
Es autor de La racionalidad de la guerra. Borrador para una crítica de la razón bélica, Biblioteca Nueva, Madrid, 2000; y coautor de Guerra y filosofía. Concepciones de la guerra en la historia del pensamiento, Tirant lo Blanch, Valencia, 2002. Al margen de lo académico, merece destacar el Premio Ciudad de Murcia de Novela, 1975, por Parálisis, Ed. Marte, Barcelona, 1976, y el libro de relatos titulado Una familia de cuentistas, Ed. La Discreta, Madrid, 2006.

• ¿Cómo se pasa de escribir sobre la “filosofía de la guerra” a la filosofía de la narración novelada?
R: Supongo que de la misma forma que a la inversa, es decir, de la narración a los textos filosóficos. Lo digo, porque, de hecho, escribí novela y cuentos mucho antes de atreverme a pergeñar algo sobre la “filosofía de la guerra”. Parálisis es de 1975 y La racionalidad de la guerra es del 2000. Escribir narrativa es algo que me ha gustado desde siempre. A lo mejor, porque también desde siempre me ha gustado mucho leer. He sido toda mi vida un lector compulsivo. Lo de escribir ese par de libritos sobre filosofía y guerra fue consecuencia directa, por un lado de dedicar mi tesis doctoral a Clausewitz, la guerra y la deconstrucción y, por otro, resultado de las propias clases que, sobre guerra y filosofía, se organizaron en el Instituto Gutiérrez Mellado.

• ¿Sus obras tienen tanto sentido del humor como parece a primera vista, o contienen cierto regusto amargo?
R: El sentido del humor es algo personal. Quiero decir que el concepto de humor difiere mucho de unas personas a otras. Hay para quienes el sentido del humor no es más que estar siempre listo para el chiste fácil y, para quienes, el sentido del humor no es más que una ironía y un sarcasmo de lo más ácido. Bien, yo creo que, en mi caso, el sentido del humor va aderezado con un tanto de ironía, como dice usted, de regusto amargo y de una cierta percepción de lo absurdo que destilan las mayorías de las situaciones en la vida.

• Ud. entrelaza vivencias, nombres y situaciones reales que traslada con gran maestría a sus obras, cuentos o novelas. ¿Imagina la realidad, o vive la imaginación?
R: Las dos cosas. O, al menos, procuro hacerlo. La realidad, como absoluto, no existe. Nosotros percibimos una cierta realidad (o la percibimos desde una cierta perspectiva) que no se corresponde con la auténtica realidad, que es inalcanzable. Si nos trasladamos al plano de la novela, la realidad no existe ni en la novela histórica, porque en ese caso sería historia y no novela. Cuando se dibuja una novela, creo yo, la realidad que se plantea es, indudablemente, una “realidad” imaginada y, para construir esa realidad imaginada, no queda más remedio que vivir la imaginación o, mejor, hacer vivir la imaginación.

• ¿En cuál de sus facetas hay más ficción: en la de piloto de caza y ataque, en la de escritor, o en la de Doctor en Filosofía?
R: No hay ficción en ninguna de las tres. Fui piloto de caza, soy doctor en Filosofía y aspiro a ser escritor. Aunque sí hay imaginación en las tres y, en algunos casos, mucha. Como piloto se desarrolla una profesión; pero, cuando se está allí arriba, la imaginación y la fantasía se desbordan: el horizonte se amplia hasta límites insospechado e, incluso, se puede jugar al escondite con las nubes. Como escritor (o aspirante) hay que manejar la imaginación tanto como se pueda y como doctor en filosofía, cuando se investiga o se imparten clases, la imaginación se queda casi exclusivamente en el propio campo de la filosofía: no es fácil delimitar o definir lo que se hace en este campo.

• Tanto usted como uno de los personajes de la novela son oriundos de Cedeira, municipio de las rías altas de Galicia, cerca de la sierra de la Capelada, donde corren libres los caballos, cerca del Santuario de San Andrés de Teixido, uno de los lugares más importantes de peregrinación de Galicia...’o que non vai de morto, vai de vivo’…. Todo este entorno, entre mágico y abrupto, ¿condiciona o inspira, a la hora de novelar?
R: Galicia es mágica. Esa parte de Galicia es, aún, más mágica y eso está presente en lo que se escribe. Mucho más si uno es un ferviente admirador de algunos escritores gallegos (Valle, Torrente, Cunqueiro…). No hay que olvidar, hablando de magia, que el realismo mágico no nace en Sudamérica, sino en Galicia. Considérese, si no, El hombre que se parecía a Orestes de Álvaro Cunqueiro, novela en la que, desarrollándose en la Grecia clásica, se usan altavoces o manos ortopédicas y donde la nodriza Oretana llega a parir un castillo.

• Sus novelas que aparentemente se sustentan en la ironía y el humor, ¿se podría
decir que el principal objetivo que persiguen es la denuncia y la concienciación de situaciones?
R: No, no. Uno no pretende convertirse en la conciencia de nadie ni en la voz que clama en el desierto. En las novelas no se hace otra cosa que describir situaciones o narrar peripecias y, efectivamente, al hacerlo con cierta ironía y con un sentido del humor acaso amargo y algo extraño, puede parecer que se busca la denuncia y la concienciación. Pero no. Esas situaciones las asumen algunos lectores por su cuenta. Y otros no. Otros se limitan a reírse o a exclamar ¡menudo rollo!

• ¿Qué hay de cierto en las afirmaciones de su editor Juan Varela Portas, cuando comenta que esta obra está escrita también…
“ por qué no decirlo, con una mala uva de lo más modernista”?
R: Bueno, Juan Varela, que es amigo mío, pese a ser mi editor, tiene dos problemas. Uno pertenecer a La Discreta Academia, responsable de Ediciones de La Discreta, una colección de maravillosos “esquizos” que se dedican a publicar como y lo que les parece, justificándolo con la afirmación de que editan lo que les da la gana, si a ellos les gusta. El otro, que también es gallego, es decir, no se sabe si sube o se está quietecito. Yo entiendo lo que quiere decir con lo de la “mala uva”, pero no entiendo del todo el calificativo “de lo más modernista”. Y eso que me lo ha explicado un par de veces.

• Acerca de los escritores españoles de los sesenta que aparecen reflejados en la novela, realmente ¿es esa su opinión sobre ellos?

R: Esto ya me lo ha preguntado más gente. Amigos que han leído el original y los propios editores. Y la respuesta es la misma. Yo no opino nada. Los conceptos que se vierten en la novela sobre esos escritores aparecen en una tesina de licenciatura de una estudiante norteamericana de la Northestern University de Illinois, que, para más datos, se apellida O´Hollowhead, lo que se puede traducir por O'Cabezahueca. Yo jamás me hubiera atrevido a decir semejantes cosas.

lunes, 4 de mayo de 2015

Los otros clásicos XXXIV - Bernardino de Rebolledo y Villamizar

Triste vejez e inmerecido abandono halló, en Madrid, el Conde de Rebolledo, después de haber sido una de las figuras más influyentes de la milicia y la diplomacia españolas del siglo XVII. Alférez ya a los catorce años, recorrió Italia, Flandes y gran parte de la Alemania actual tomando parte activa –y casi siempre heroica– en numerosos hechos de armas; y, tras haber sobresalido como uno de los españoles más relevantes de la Guerra de los Treinta Años (en la que fue honrado por el emperador Francisco II con el título de Conde del Sacro Imperio Romano), fue nombrado embajador de España en Copenhague, donde entabló una fructífera relación epistolar con la reina Cristina de Suecia (correspondencia que propició, amén de varios logros políticos, la conversión de dicha soberana al catolicismo). Tuvo tiempo, a pesar de esta agitada vida pública, de escribir poemas, discursos en prosa y piezas teatrales; pero el desdén ha caído sobre estas obras al igual que se abatió sobre su propia figura. Abandonado a su suerte en Copenhague (donde se arruinó al costear de su propio bolsillo los gastos de la embajada, pues no recibía dinero desde España), acabó regresando a Madrid ya viejo, pobre, amargado, desengañado del mundo y gravemente enfermo de gota. Y murió en el olvido.

XXXIV.- Bernardino de Rebolledo y Villamizar, Conde de Rebolledo (1597-1676).

Estos suspiros, Lisi, estos acentos,
desnudos de arte, de dolor vestidos,
lisonjas debían de ser de tus oídos,
puesto que indicio son de mis tormentos.

Mas a mover digna piedad atentos,
no bien fueron del alma despedidos
cuando vuelven a ser, por desvalidos,
querelloso embarazo de los vientos.

Segunda vez a ti se han atrevido:
si no fueren del todo despreciados
--en fe de haber tal dueño merecido–,

del tiempo vivirán privilegiados,
venciendo, ya que el tuyo no han podido,
el olvido a que estaban condenados.