(Con este último relato de Adrián Clemente, finalista del concurso literario convocado a raíz de la novela Escríbeme una foto (Ediciones de La Discreta, 2014), de David Torrejón, anunciado en la página web: www.escribemeunafoto.com, cerramos esta sección.)
DEPENDENCIAS
Por Adrián Clemente
Volví
a contemplar la foto que durante tantos años había estado perdida, donde mis
dos hermanos y yo habíamos sido plasmados en miniatura. Yo mantenía una
ridícula pose, alzando mis dedos índice y corazón en señal de victoria. Mi
hermano mediano, Ray, tenía la mueca estúpida en su rostro que yo siempre había
odiado y que él usaba como protesta ante mi comportamiento, mi actitud o mis
salidas del tiesto. Mi hermano mayor, Tim, sonreía mientras mimaba a nuestro
querido perro. La fotografía apenas tenía los bordes quemados, pero no
conseguía quitarle la pátina de ceniza y todo: la foto, encontrarla entre los
escombros, el paisaje que ya no reconocía como de mi infancia me hizo echar la mirada
atrás, hacer retrospectiva de nuestra vida cuando éramos niños. Recordaba
especialmente las tardes de tormenta: los relámpagos caían y Tim me
tranquilizaba, convenciéndome de que los truenos que rodaban por la ladera,
atronadores, no suponían ninguna amenaza. El siempre había sido muy cercano
para mí, al contrario que Ray, quien fue adalid de su causa. Defendía que yo
tenía que aprender a cuidarme por mí misma. Se desentendía de mí. Él fue el
primero en salir, sin mirar atrás. Tim regresó tras sacarme a mí a por el
perro.
Los
vimos danzar como antorchas en la noche. Ray me sujetaba el hombro. Los dos
permanecimos inmóviles.
El
fuego había alcanzado ya el cabo de la vela, estaba a punto de extinguirse, así
que guardé la foto en mi bolsillo y abandoné la ruinosa construcción. Me volví
para contemplar una vez el esqueleto de nuestra vieja casa de verano. Ray, al
volante, no se volvió a mirar atrás cuando le dije que ya podíamos continuar
nuestro viaje.
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