Creo que García Pavón
no está suficientemente reivindicado. A su Plinio muchos lo juzgan
por una fallida serie de televisión. Y sus cuentos son muy pocos
quienes los valoran. Muchos afirman que el gran cuentista español
del siglo XX es Aldecoa, que realmente es un gran cuentista. Pero la
serie de García Pavón formada por los cuatro libros de cuentos
Cuentos de mamá, Cuentos republicanos, Los
liberales y Los nacionales, está, como mínimo, a la
misma altura del mejor Aldecoa. Y toda la serie de Plinio es
extraordinaria, soberbia. No entiendo por qué no se le tiene más en
cuenta.
Esta novela es magnífica,
como era de esperar. Un médico de Tomelloso desaparece. A Plinio sus
superiores le prohíben investigar. Por otra parte su hija se va a
casar. El médico es un hombre discreto. Plinio, a pesar de la
prohibición, va haciendo indagaciones. Se pregunta a los últimos
que lo vieron. Se pide por varios pueblos, mediante un coche con
altavoz (¿puede haber algo más español?) que quienes lo vieran
después de tal fecha y hora, lo digan. Se descubre que tenía una
novia en el pueblo. [Atención: voy a contar, a grandes rasgos, la
novela, final incluido. Quien no quiera saberlo, porque vaya a leer
la novela, que se salte lo que va entre corchetes. Después de unos
días, el cuerpo aparece en una bodega. Al final se sabe que fue una
especie de retrasado-anormal, enamorado de lo novia del médico,
quien le abrió una trampilla para que cayera al pasar de noche (tras
romper la bombilla de la farola que iluminaba la acera en ese
punto).]
De las historias que yo
he leído de la serie de Plinio, es la que tiene el estilo más
literario, o más poético, no sé cómo decir. Combina léxico de la
zona con creaciones verbales personales sobre una base rural, o
tradicional (un poco como hacía Cunqueiro). Lo envuelve todo en una
atmósfera humorística, se ve que el narrador está disfrutando con
lo que cuenta, flota todo el tiempo una gracia permanente. Pero no
hay exageraciones, nada es increíble. Al contrario, lo mejor de
García Pavón es esa realidad de sus personajes y sus motivaciones,
que son tan españolas, y tan humanas, tan auténticas.
Addenda. “El caso mudo”
es un cuento que publicó dos años después de esta novela. Aquí el
estilo no es tan juguetón, tan cantarín. Es más pragmático. Más
interesado en los hechos escuetos. Una familia desaparece sin dejar
rastro. Al final vuelve a aparecer sin dar explicaciones. Todo es
buenísimo. La naturalidad con que todo vuelve a su sitio, la
curiosidad de Plinio y la firmeza del padre de la familia para no
explicarle nada. Magnífico. Aquí la hija de Plinio ya está
embarazada. Lo leo en el ejemplar de la RAE, que contiene una tarjeta
de visita de García Pavón (vivía en Augusto Figueroa, 47, 3º)
dirigida a Dámaso Alonso –el ejemplar fue de este, como se ve en
la dedicatoria- en la que dice: “Dámaso: Ahí va esta antología
de cuentos policiacos. Solo el último es nuevo. Procuro conseguir en
él mucho suspense, pero que no ocurra nada, nada...” Exacto.
Suspense para que al final no haya ocurrido nada. Lo de García
Pavón, más que realismo es realidad.
Francisco García Pavón Otra vez
domingo (Rey Lear, 2008; la ed. original es de 1978)
Completamente de acuerdo. García Pavón es uno de los grandes. Sí, señor. Gracias, Emilio.
ResponderEliminarGracias por la reseña, Emilio. Estoy de acuerdo con todos tus asertos, menos con uno: no estimo en tanto la cuentística de Aldecoa (sin que me parezca mala, ¿eh?). En cualquier caso, como bien subraya Juan, es cierto que García Pavón es uno de los grandes, y que habría que reivindicarlo como se merece. [Saludos: José Ramón].
ResponderEliminarA mí hay cuentos de Aldecoa que me parecen soberbios, inigualables, JR. ¿Conoces "Chico de Madrid"?
EliminarEstoy de acuerdo en la valoración de García Pavón. ¿Y no os recuerda, tanto su Plinio y sus ambientes manchegos, a la atmósfera y los personajes de nuestro amigo Adolfo Martínez?
ResponderEliminarGarcía Pavón ha dejado una huella imborrable en otro gran escritor de
ResponderEliminarLa Discreta, Joaquín Rubio Tovar (El sueño de los espejos y Alguien envenena a los pájaros), en cuyo personaje Carrasco se reconocen los genes de Plinio. Tanto García Pavón como Rubio Tovar beben de Cervantes y uno y otro se muestran no anglófilos. En mi opinión, precisamente en el sello español de estos personajes, Plinio y Carrasco, estriba uno de los logros literarios de las respectivas novelas.