viernes, 31 de agosto de 2012

Otra vez domingo de Francisco García Pavón


Creo que García Pavón no está suficientemente reivindicado. A su Plinio muchos lo juzgan por una fallida serie de televisión. Y sus cuentos son muy pocos quienes los valoran. Muchos afirman que el gran cuentista español del siglo XX es Aldecoa, que realmente es un gran cuentista. Pero la serie de García Pavón formada por los cuatro libros de cuentos Cuentos de mamá, Cuentos republicanos, Los liberales y Los nacionales, está, como mínimo, a la misma altura del mejor Aldecoa. Y toda la serie de Plinio es extraordinaria, soberbia. No entiendo por qué no se le tiene más en cuenta.

Esta novela es magnífica, como era de esperar. Un médico de Tomelloso desaparece. A Plinio sus superiores le prohíben investigar. Por otra parte su hija se va a casar. El médico es un hombre discreto. Plinio, a pesar de la prohibición, va haciendo indagaciones. Se pregunta a los últimos que lo vieron. Se pide por varios pueblos, mediante un coche con altavoz (¿puede haber algo más español?) que quienes lo vieran después de tal fecha y hora, lo digan. Se descubre que tenía una novia en el pueblo. [Atención: voy a contar, a grandes rasgos, la novela, final incluido. Quien no quiera saberlo, porque vaya a leer la novela, que se salte lo que va entre corchetes. Después de unos días, el cuerpo aparece en una bodega. Al final se sabe que fue una especie de retrasado-anormal, enamorado de lo novia del médico, quien le abrió una trampilla para que cayera al pasar de noche (tras romper la bombilla de la farola que iluminaba la acera en ese punto).]

De las historias que yo he leído de la serie de Plinio, es la que tiene el estilo más literario, o más poético, no sé cómo decir. Combina léxico de la zona con creaciones verbales personales sobre una base rural, o tradicional (un poco como hacía Cunqueiro). Lo envuelve todo en una atmósfera humorística, se ve que el narrador está disfrutando con lo que cuenta, flota todo el tiempo una gracia permanente. Pero no hay exageraciones, nada es increíble. Al contrario, lo mejor de García Pavón es esa realidad de sus personajes y sus motivaciones, que son tan españolas, y tan humanas, tan auténticas.

Addenda. “El caso mudo” es un cuento que publicó dos años después de esta novela. Aquí el estilo no es tan juguetón, tan cantarín. Es más pragmático. Más interesado en los hechos escuetos. Una familia desaparece sin dejar rastro. Al final vuelve a aparecer sin dar explicaciones. Todo es buenísimo. La naturalidad con que todo vuelve a su sitio, la curiosidad de Plinio y la firmeza del padre de la familia para no explicarle nada. Magnífico. Aquí la hija de Plinio ya está embarazada. Lo leo en el ejemplar de la RAE, que contiene una tarjeta de visita de García Pavón (vivía en Augusto Figueroa, 47, 3º) dirigida a Dámaso Alonso –el ejemplar fue de este, como se ve en la dedicatoria- en la que dice: “Dámaso: Ahí va esta antología de cuentos policiacos. Solo el último es nuevo. Procuro conseguir en él mucho suspense, pero que no ocurra nada, nada...” Exacto. Suspense para que al final no haya ocurrido nada. Lo de García Pavón, más que realismo es realidad.

Francisco García Pavón Otra vez domingo (Rey Lear, 2008; la ed. original es de 1978)


5 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo. García Pavón es uno de los grandes. Sí, señor. Gracias, Emilio.

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  2. Gracias por la reseña, Emilio. Estoy de acuerdo con todos tus asertos, menos con uno: no estimo en tanto la cuentística de Aldecoa (sin que me parezca mala, ¿eh?). En cualquier caso, como bien subraya Juan, es cierto que García Pavón es uno de los grandes, y que habría que reivindicarlo como se merece. [Saludos: José Ramón].

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    1. A mí hay cuentos de Aldecoa que me parecen soberbios, inigualables, JR. ¿Conoces "Chico de Madrid"?

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  3. Estoy de acuerdo en la valoración de García Pavón. ¿Y no os recuerda, tanto su Plinio y sus ambientes manchegos, a la atmósfera y los personajes de nuestro amigo Adolfo Martínez?

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  4. García Pavón ha dejado una huella imborrable en otro gran escritor de
    La Discreta, Joaquín Rubio Tovar (El sueño de los espejos y Alguien envenena a los pájaros), en cuyo personaje Carrasco se reconocen los genes de Plinio. Tanto García Pavón como Rubio Tovar beben de Cervantes y uno y otro se muestran no anglófilos. En mi opinión, precisamente en el sello español de estos personajes, Plinio y Carrasco, estriba uno de los logros literarios de las respectivas novelas.

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