Tu mundo raro
es bolero de nombre equívoco. Y si quieren saber
de tu pasado es preciso decir una mentira. Di que vienes de allá, de un mundo
raro, que no sabes llorar, que no entiende de amor y que nunca has amado, perfecta
conjunción de música y letra en oscuridad doliente. No es incongruente, ni tan
siquiera retorcido, encontrarle una clave homosexual cuando la canta Chavela… pero
verle intenciones homosexuales a José Alfredo Jiménez es un delirio tan
trampantojo como imaginar sexy a la madre Teresa de Calcuta. A más de treinta y
cinco años de su muerte, José Alfredo sigue siendo el rey. Para Robert “Manolito”
Bojorges, magnífica cabeza de gigante olmeca, Lector de Español en la Universidad de La
Joya, California, José Alfredo es sin discusión el baladista más grande de
nuestra lengua común, nunca terminaremos de darle gracias a México por haberle
dado tantas alas. Según el Dr. Bojorges, referencia imprescindible para conocer
los entresijos de la canción popular mexicana a la que ha tratado con inusual
mimo filológico, “José Alfredo Jiménez fue un macho de los de aquellos,
mexicano de tótem, faldero empedernido, tequilero de arrastre, sombrero grande
como un refugio, traje de charro con charreteras de plata, cinturón cargado con
balas de fogueo, prieto bigote fila de hormigas de da grima mirarte, ni te
cuento besarte, muerto cirrótico sin cumplir los cincuenta sentado en un rincón
de la cantina, compadre, yo no me achicopalo ni ante Emiliano Zapata.
Perseguido por jaurías de maridos burlados desde Guanajuato a Coyoacán, (la fuente de los coyotes bien pudiera haberse
inspirado en su memoria compinchada con la del Indio Fernández), tal vez
ocultara bajo su feroz aspecto de sietemachos el desgarro del despecho y la
soledad del bebedor de fondo”.
De su libro ya canónico “Los perdedores triunfales”, continúo citando de forma textual al Dr. Bojorges porque mejor no
puede decirse, “su inmenso repertorio, (más asombroso aún si pensamos que su
autor no sabía música y debía cantar sus composiciones a un amigo para que las
transcribiese al solfa), forma parte de la extraordinaria cultura popular no
solo mexicana, no solo latinoamericana, ni digamos chicana, sino también
española, donde nadie conoce su nombre pero todos conocen sus canciones y las
cantan, o ejecutan, o perpetran, al igual que nosotros, cuando la borrachera se
sale de madre y se desborda con la memoria profunda de las cosas más íntimas en
cuanto los tragos alientan la exaltación de la amistad. Ser conocido sin ser
reconocido es posiblemente la máxima aspiración secreta con que sueña todo
artista con vocación de pueblo.”
Claro que una cosa son
los conceptos y otra las interpretaciones. En la agrietada voz de Chavela
Vargas Tu mundo raro se convierte en canción homo, pretendidamente buscado el efecto. Lo
que si bien se piensa quiere decir que una canción de amor de las de
“adeveras”, y esta lo es, no se para en sexos ni limita sus ámbitos. Es una
canción de amor para enamorados y ya está, comme il faut. Sabina, otro grande, realizó un acto de justicia poética al introducir
en uno de sus temas un merecido homenaje a los dos alegres borrachos tristes,
“las amargura no son amargas cuando las canta Chavela Vargas y las escribe un
tal José Alfredo”.
Javier Guzmán
Extracto de la novela El cocinero del Papa.
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