miércoles, 8 de agosto de 2012

A Chavela en su va y ven


Tu mundo raro es bolero de nombre equívoco. Y si quieren saber de tu pasado es preciso decir una mentira. Di que vienes de allá, de un mundo raro, que no sabes llorar, que no entiende de amor y que nunca has amado, perfecta conjunción de música y letra en oscuridad doliente. No es incongruente, ni tan siquiera retorcido, encontrarle una clave homosexual cuando la canta Chavela… pero verle intenciones homosexuales a José Alfredo Jiménez es un delirio tan trampantojo como imaginar sexy a la madre Teresa de Calcuta. A más de treinta y cinco años de su muerte, José Alfredo sigue siendo el rey. Para Robert “Manolito” Bojorges, magnífica cabeza de gigante olmeca, Lector de Español en la Universidad de La Joya, California, José Alfredo es sin discusión el baladista más grande de nuestra lengua común, nunca terminaremos de darle gracias a México por haberle dado tantas alas. Según el Dr. Bojorges, referencia imprescindible para conocer los entresijos de la canción popular mexicana a la que ha tratado con inusual mimo filológico, “José Alfredo Jiménez fue un macho de los de aquellos, mexicano de tótem, faldero empedernido, tequilero de arrastre, sombrero grande como un refugio, traje de charro con charreteras de plata, cinturón cargado con balas de fogueo, prieto bigote fila de hormigas de da grima mirarte, ni te cuento besarte, muerto cirrótico sin cumplir los cincuenta sentado en un rincón de la cantina, compadre, yo no me achicopalo ni ante Emiliano Zapata. Perseguido por jaurías de maridos burlados desde Guanajuato a Coyoacán, (la fuente de los coyotes bien pudiera haberse inspirado en su memoria compinchada con la del Indio Fernández), tal vez ocultara bajo su feroz aspecto de sietemachos el desgarro del despecho y la soledad del bebedor de fondo”.

 De su libro ya canónico “Los perdedores triunfales”, continúo citando de forma textual al Dr. Bojorges porque mejor no puede decirse, “su inmenso repertorio, (más asombroso aún si pensamos que su autor no sabía música y debía cantar sus composiciones a un amigo para que las transcribiese al solfa), forma parte de la extraordinaria cultura popular no solo mexicana, no solo latinoamericana, ni digamos chicana, sino también española, donde nadie conoce su nombre pero todos conocen sus canciones y las cantan, o ejecutan, o perpetran, al igual que nosotros, cuando la borrachera se sale de madre y se desborda con la memoria profunda de las cosas más íntimas en cuanto los tragos alientan la exaltación de la amistad. Ser conocido sin ser reconocido es posiblemente la máxima aspiración secreta con que sueña todo artista con vocación de pueblo.”

Claro que una cosa son los conceptos y otra las interpretaciones. En la agrietada voz de Chavela Vargas Tu mundo raro se convierte en canción homo, pretendidamente buscado el efecto. Lo que si bien se piensa quiere decir que una canción de amor de las de “adeveras”, y esta lo es, no se para en sexos ni limita sus ámbitos. Es una canción de amor para enamorados y ya está, comme il faut. Sabina, otro grande, realizó un acto de justicia poética al introducir en uno de sus temas un merecido homenaje a los dos alegres borrachos tristes, “las amargura no son amargas cuando las canta Chavela Vargas y las escribe un tal José Alfredo”.

Javier Guzmán
Extracto de la novela El cocinero del Papa.


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