jueves, 25 de mayo de 2017

Unas cartas sobre Galdós (3)


Por Luis Junco

Cartas Galdosianas
para Federico León
III


Estimado amigo:

 Doy principio a la presente diciendo que el maestro Galdós es el restaurador de la novela realista en España. Como todo innovador, ha tenido sus precursores en Cervantes y los autores de novelas picarescas. El Quijote tiene escenas realistas y toda la novela cervantesca se parece a esas pinturas de raro mérito que miradas de diferente punto representan un personaje con cara diferente; digo esto, porque siendo el Quijote imaginaria, retrata el real y verdadero carácter español del tiempo de su autor y de nuestra sociedad presente.

Entro, pues, en la presente a tratar del realismo galdosiano.

En todas las novelas de Galdós se ve y se siente nuestra actual sociedad; en todos sus trabajos literarios, los personajes nos hacen sentir el espíritu de la época, hasta el punto de ver retratados individuos que conocemos y con los cuales nos rodeamos en todas ocasiones. Más de un individuo, juzgando con ligereza de criterio, ha dicho que el autor retrató en tal ó cual novela a Fulano o Mengano, y no ha faltado quien poniendo gesto enfadoso se ha creído sorprendido en sus aficiones, carácter y modos, como no tendríamos á bien que un fotógrafo se atreviera á sorprender nuestra antiestética figura para exhibirla en el muestrario de un escaparate.

Consiste el parecido de los retratos galdosianos con los originales vivos en que el autor llegó por el estudio y la observación a penetrarse del espíritu regional de las localidades que ha visitado, de tal modo que no solo le ha resultado un estudio local sino el general de nuestra raza; y si la mayoría de los tipos galdosianos no son como los de Balzac, documentos humanos, no puede negarse que son verdaderos documentos hispanos del siglo XIX.

Los escritores realistas y naturalistas, al reflejar en sus novelas la naturaleza psíquica individual y colectiva á la manera que un pintor interpreta con sus pinceles un paisaje, un grupo o un retrato, pueden decir lo que Larra expuso en el principio de sus escritos:

«A nadie se ofenderá, a lo menos á sabiendas; de nadie bosquejaría retratos; si algunas caricaturas, por casualidad, se pareciesen a alguien, en lugar de corregir nosotros el retrato, aconsejamos al original que se corrija; en su mano estará, pues, que deje de parecérsele.»

 ¡Ay, amigo León! ¡Quién supiera hacer retratos como Galdós aunque le mandaran a uno los padrinos o le agredieran con un apabullamiento de sombrero! Esa sería la mejor sanción que el público diera a los escritos realistas, aunque ya le ha salido á D. Benito (de?) las pinturas de determinadas sociedades e individuo un horrísono estampido de petardo que a Dios gracias tan sólo ocasionó un susto pasajero; con esto le demostraron que había interpretado fielmente la verdad en las cosas y en la Naturaleza.1

Isidro Ezquerra.

(1)(¿Se refiere quizá a alguna particular reacción entre los sectores que se sintieron agredidos por la representación de Electra? Recordemos que desde el día del estreno -30 de enero de 1901, en el Teatro Español de Madrid- la obra desató las iras de sectores tradicionalistas y conservadores.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario