(El
reciente aniversario del nacimiento de Benito Pérez Galdós me ha llevado a recuperar estas cartas, que se publicaron en el Diario de Las Palmas, en el año 1902, cuando el escritor rondaba
los sesenta años y aún le quedaba por escribir una importante parte de su obra.
Las cartas se refieren a la vida y la obra ya publicada por don Benito y en mi
opinión tienen el valor de haber sido escritas por un hombre de ciencias a otro
hombre de ciencias –médicos ambos, coetáneos de don Benito y desde la misma
tierra de su nacimiento–, con una extraña mezcla de humildad y sabiduría que
hoy es difícil encontrar sobre opiniones literarias. Muchas de los juicios en
ellas vertidos resultan además sorprendentemente proféticos y forman parte de
la visión que hoy se tiene del gran escritor.
Debo
su conocimiento a Pedro Socorro, cronista de la villa de Santa Brígida (de
donde los protagonistas de las cartas fueron médicos titulares), que las
descubrió en la hemeroteca del Museo Canario, y que generosamente las compartió
conmigo.)
para Federico León
I
¿Qué
le parecería á usted, mi querido amigo, de un naturalista que empezara la
descripción de la pulga ante sus discípulos por el aspecto que este insecto
presenta mirado con un microscopio? De seguro les diría que tiene pelos y unas
patas muy largas con gran número de dardos y chupadores para clavarlos en la
piel del hombre; mas esta descripción demasiado material y exacta, sería
considerada por sus discípulos como exagerada, por no haber partido del punto esencial
de la realidad, o sea, tal como se presenta a nuestra simple vista. Las
cuestiones miradas a distancia, en que se ven demasiado pequeñas o demasiado
cerca, como en un microscopio, no nos darán idea de la realidad de los objetos
naturales ni de las obras artísticas.
Esta
exageración y falta de punto de vista son producto del apasionamiento que nos
ciega, haciéndonos percibir las cosas demasiado grandes, burdas o no
percibiendo las bellezas que encierran. Ruegue a Dios, amigo mío, porque yo no
caiga en tales defectos en el transcurso de estas cartas en que pienso explanar
el carácter de Galdós, a quien no puedo sino citar en esta primera, pues si se
han criticado bien y mal el espíritu de los ingenios que ya no existen, y por
tanto no pueden rectificar o impugnar a quien con autoridad literaria los juzgó
equivocadamente, la cuestión varía cuando, como en el caso presente, está vivo
a Dios gracias y Don Benito puede reírse a sus anchas o contestar desmintiendo
a quien le juzgue con pasión de escuela, de política o de estética. Conténtese
usted por hoy con estas dos o tres razones demasiado generales sobre la
crítica, estimado amigo, pues lo mucho que tengo que comunicar a usted ya irá
saliendo en pequeñas dosis de mi cacúmen, que debo refrenar mi ímpetu y la
impaciencia de escribirlas ante lo enfadoso y soporífero de una carta demasiado
larga; por esto, queda de usted affmo. y s.s.
Isidro Ezquerra
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