Por José García Caneiro
PUENTE DE PIEDRA Y CATEDRAL
La coronada vestal
ha vuelto el rostro
y, estática, contempla cómo
una conversación
de rezos, queda,
escapa a través del campanario.
Es luz polar
la catedral
que guía a la tartana
y le da un rumbo de ensueños,
cruzando el denso aroma
a peje asado
que, silencioso, invade
el puente.
Un melancólico rumor de preces
se funde en los inciensos
quemados por las bogas
y se adhiere,
como una bruma espesa,
a todas las mansiones.
Hermoso y evocador en extremo. Enhorabuena, Pepe, y un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias don Santiago. Lo realmente hermoso es el cuadro
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