Llegué
a este libro a través de otro, Física de
lo imposible, de Michio Kaku, que trata de anticipar una visión del mundo
en un futuro próximo a partir de los avances científicos del presente. Como
ejemplo de visión profética, se habla de París
en el siglo XX, novela de Julio Verne, escrita en 1863, y que fue guardada
y olvidada durante más de un siglo hasta que accidentalmente fue descubierta
por un biznieto del propio Verne y
publicada en 1994.
De
la mano del joven Jacques Dufrénoy, poeta fracasado, se nos lleva al París de
1960, casi un siglo después de que la novela fuera escrita. Y si es verdad que,
teniendo eso en cuenta, resulta sorprendente la predicción tecnológica y futurista
de Julio Verne al mostrarnos unas calles deslumbrantes de luz eléctrica y
atestada de coches a gas, rascacielos de cristal, ascensores, trenes elevados
de alta velocidad, equipos de fax y redes de comunicación globales, mayor
admiración supone sus vaticinios sobre la deriva del espíritu humano.
Como
escenario económico, se dice:
Abundaban los capitales y más aún los capitalistas a la caza de operaciones financieras o de negocios industriales…
Y
en ese escenario, la educación se centraliza en una Sociedad de Instrucción,
que se presenta como un negocio, como una operación industrial, en la que se
busca la rentabilidad y eficiencia:
Debemos confesar que el estudio de las humanidades y de las lenguas muertas se había sacrificado bastante; el latín y el griego no sólo eran lenguas muertas, sino enterradas; existía aún, por mantener las formas, alguna clase de literatura, con pocos alumnos, de poca envergadura y muy mal considerada… Si bien ya casi nadie leía, por lo menos todo el mundo sabía leer e incluso escribir…
Y
hace a continuación una descripción de cómo, a la vez que la gente de letras se
convertía en una especie en extinción, los de ciencias se pavonean y
multiplican en un sinfín de ramas y saberes cada vez más especializados.
Por
fin se pregunta qué dirían los antepasados al ver todo esto, especialmente los
avances tecnológicos:
Se habrían sorprendido mucho, sin duda, pero los hombres de 1960 ya no admiraban estas maravillas; las disfrutaban tranquilamente, sin por ello ser más felices, pues su talante apresurado, su marcha ansiosa, su ímpetu americano, ponían de manifiesto que el demonio del dinero los empujaba sin descanso y sin piedad.
Qué interesante. ¿Hay versión en castellano?
ResponderEliminarSí, Alexis. Que yo sepa, hay una edición de RBA. Saludos. Luis.
EliminarSorprendente, desde luego. Existen libros de ciencia-ficción realmente premonitorios, que revelan la lucidez de su autor para proyectar el futuro.
ResponderEliminarGracias, Luis. Ya me habías hablado de la novela, pero la había dejado aparcada. A ver si la localizo, porque tiene una pinta fantástica. Hace poco vi un documental en la 2 acerca de las predicciones de Verne y de H.G. Wells que estaba muy bien. No sé si es el mismo que está colgado en youtube con el título de Visionarios. Y Ridley Scott acaba de producir una serie (creo que para Discovery) titulada "Los profetas de la ciencia-ficción", con un capítulo dedicado a Verne (y otro a Wells, y a Philip Dick, Asimov y no recuerdo a quién más). Vi el tráiler en algún sitio y también pintaba muy bien.
ResponderEliminarTomo nota.
ResponderEliminarCon respecto a este libro, como decía, lo que más me llamó, más de la visión tecnológica -que supone un estar muy al día de las tendencias de la época-, es la visión de la tendencia de las humanidades. Por cierto, seguro que te interesa: en un momento de la narración, creo recordar que hablaba de la moda de sobre el conocimiento nuevos idiomas (idiomas modernos), y hablaba del chino.
Como parece cosa de brujería, ¿está descartado que al biznieto de Verne no se le fuera un poquillo la mano?
ResponderEliminarLa historia de ese biznieto y de cómo y dónde se encontró ese manuscrito podría dar para otra entrada del blog...
EliminarLuis, me ha gustado mucho esta reseña sobre la visión que tenía Julio Verne del siglo XX. He hecho una breve presentación de este blog en mi cuenta de Google+, porque tiene que conocerlo más gente. En estos tiempos, lo bueno no abunda. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Alejandro. Y me alegro que te haya parecido interesante.
EliminarQué oportuna es esta entrada. De hecho, su protagonista podría ser un ilustre "náufrago en tiempos ágrafos".
ResponderEliminarGracias por el descubrimiento, Luis, lo pongo en mi lista de inmediato.
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