Alce
Negro habla
es un gran libro religioso, en el sentido en que lo son, por ejemplo, las
memorias de Jung: libros que buscan el sentido de la vida (Jung interpretando
un sueño tras otro, Alce Negro sus visiones). Igual que lo busca ese otro gran,
extraordinario, libro religioso El hombre
en busca de sentido, del psicólogo Viktor Frankl, sobre su experiencia en
Auschwitz.
Alce
negro habla
son los recuerdos de un guerrero-chamán sioux contados a un poeta americano
llamado John Neihardt en 1932, que prácticamente empieza con la gran visión que
tuvo con 9 años (¡9 años!), visión de contenido religioso (minuciosamente
descrita, muy compleja) alrededor de cuyo recuerdo giró toda su vida (tratando
de entenderla, de explicársela a sí mismo y de reproducirla en el mundo físico,
pues él entendía que en ella se indicaba cómo se podía salvar su pueblo, algo
que nunca consiguió). Desde niño vive la tragedia del enfrentamiento con el
hombre blanco, o sea, la desaparición de su cultura. Es testigo de la batalla
de Little Big Horn, donde los indios aniquilan a Custer y su séptimo de
caballería (combate en ella, a pesar de su corta edad). También es testigo del
asesinato de Caballo Loco, que era primo suyo. Y de la matanza de Wounded Knee.
Es un testimonio muy triste, porque va viendo cómo su pueblo va perdiendo todo
frente al hombre blanco (qué amargura en Wounded Knee). Participa en el
espectáculo de Búfalo Bill, que lo lleva por Europa, donde Alce Negro pasa tres
años, tres negros años. Conoce y habla bien de Gran Madre Inglaterra (la reina
Victoria). Poco antes de volver tiene una experiencia de viaje extracorporal a
su poblado (aunque es espontáneo, es decir, sin ayuda de agentes vegetales,
recuerda el viaje de Miguel de la Quadra Salcedo durante una sesión de consumo
de ayahuasca en el Amazonas, viaje en el que va a su casa y en el que todo lo
que ve es verdad, como comprobará después, cuando vuelva; a Alce Negro le pasa
igual). Con cerca de 20 años se decide a actuar de chamán para ayudar a su
pueblo, pues sabe que la gran visión le llenó de poder. Tras una ceremonia que
trata de reproducir una parte de la gran visión, se siente con fuerzas para
ejercer de sanador. Toda su vida trata de ayudar a su pueblo. No da importancia
a las experiencias individuales, personales. Solo da importancia a lo que tiene
relación con su pueblo (de hecho, deja de contar su vida a partir de los 30 o
40 años, y vivió 87. Es como si a partir de que comprende que no puede hacer
nada por su pueblo, su vida acaba. Sigue viviendo individualmente, pero su
“Vida” ha acabado).
Un episodio interesante de los que cuenta
es el del Mesías indio. Aparece un indio en California que se declara hijo de
Dios y que dice que va a salvar a los indios que le sigan. Naturalmente,
fracasa, pero los indios no se sienten engañados. Estaría bien estudiar este
episodio.
A lo largo del libro dice varias veces
aquello de “Hoy es un buen día para morir”, que dice el abuelo de Jack Crabb en
Pequeño Gran Hombre, magnífica película
y mejor novela (de Thomas Berger) que quizá le debe mucho a este libro de Alce
Negro. En la película un día el abuelo tiene un sueño y Crabb-Hoffmann se lo
interpreta como que es invisible para los blancos. El abuelo acepta con júbilo
esa interpretación y se pasea como si realmente fuese invisible por el
campamento durante un ataque de los soldados blancos. Y no le pasa nada.
También Alce Negro cuenta cómo en una batalla se expone sin miedo varias veces
al fuego de los soldados y a pesar de que es un blanco fácil no le aciertan.
Cuenta Little Big Horn como Fabrizio del
Dongo Waterloo. Ve cosas sueltas, pero no tiene una comprensión global de lo
que pasa. Hay mucho polvo y a veces solo ven siluetas a las que ataca para después
comprobar que eran de los suyos. Cuenta un episodio que él considera gracioso:
un soldado se hace el muerto y varias mujeres indias lo desnudan para robarle
todo. Entonces descubren que no está muerto. El soldado se levanta y trata de
recuperar sus cosas. Las mujeres luchan con él y lo acaban matando.
El discurso final es de una belleza máxima.
Neihardt, que estuvo varios días escuchando los recuerdos de Alce Negro, le acompaña
a una cima sagrada y asiste a una oración que el anciano le dirige al Gran
Espíritu. Una oración, o una meditación, bellísima, en la que Alce Negro se
despide de la vida reconociendo que ha fracasado en su tarea de salvar a su
pueblo. Cuánta melancolía hay en ese final.
Editorial: Olañeta
Palma de Mallorca, 1984
Editorial: Olañeta
Palma de Mallorca, 1984
Estupenda nota de lectura. Emilio, ¿podrías indicar los datos de la publicación, es decir, editorial y fecha aproximada de edición?
ResponderEliminarLuis.
Me fascina el paseo del hombre que se cree invisible porque le han dicho que lo es a lo largo de un escenario bélico y su inmunidad. Imagino que en la misma lógica que el episodio del Mesías, no hubiera considerado que lo hiriesen una evidencia de que su creencia era falsa.
ResponderEliminarMe encanta cómo cuentas los libros, Emilio.
Este comentario es apasionante. La lectura que lo inspira no lo será menos. ¡A por él!
ResponderEliminarGran obra, emotivo final.
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