lunes, 16 de enero de 2012

Hambre, de Knut Hamsun


En un periódico leo una información sobrecogedora referida a nuestro país: “Desde el comienzo de la crisis [en el cuarto trimestre de 2007] los hogares que no perciben ningún tipo de ingreso, indicador indirecto de la pobreza más extrema, han aumentado un 120%, hasta 265.000”. Y siento la necesidad de dejar la lectura en curso y releer Hambre, del premio Nobel de Literatura de 1920 Knut Hamsun. Quizás ninguna como esta obra y nadie como este escritor noruego -maldito, como Céline, por sus postreras simpatías por los nazis- para acercarnos a lo que significa la miseria en un país desarrollado.
La novela está escrita en 1888, ambientada en Cristiania (Oslo), y narra, en primera persona, las peripecias de un periodista, quien, sin trabajo a pesar sus continuos esfuerzos por conseguirlo, se ve abocado a la más de las terribles miserias, hasta llegar literalmente al borde de una muerte por inanición. Sólo de vez en cuando consigue que uno de sus artículos sea aceptado en la redacción de algún periódico y consigue así algo de dinero para sobrevivir, pero de nuevo vuelve a la miseria y al hambre. Sus denodados esfuerzos por seguir escribiendo, por mantener su orgullo y dignidad y no saltarse la ley resultan heroicos y conmovedores. Y si el hambre es terrible en todas las condiciones, tal vez alcance su mayor horror en una ciudad del mundo occidental y desarrollado, en medio de la opulencia y la insolidaridad de unos semejantes que miran con desdén, cuando no con evidente animadversión, al que se muere de hambre. Es tal la crueldad, que no sólo los pudientes se desentienden del mendigo, sino los propios menesterosos hacen burla del indigente. La novela, que por lo que parece está basada en una experiencia del propio escritor, resulta creíble a más no poder. La deriva del protagonista hacia la más horrible soledad y miseria, el continuo devaneo con el delirio y la locura están narrados con un detalle que sobrecoge. Hasta el amor de la mujer se muestra esquivo cuando reconoce la pobreza del amante.
En un momento determinado de la narración, el protagonista, agobiado por una situación que nunca había imaginado padecer, reflexiona:
Si se lo contara a alguien, no me creería, y si lo escribiera, dirían que lo he inventado.

En estos tiempos de crisis, cuando en las llamadas ciudades civilizadas y desarrolladas crece por miles el número de personas abocadas a la miseria y a la insolidaridad, es necesario volver a leer este espléndido libro que conjuga la denuncia con la mejor de las literaturas.

6 comentarios:

  1. Yo leí Hambre hace mucho tiempo y quizá debería volverlo a leer para reconsiderar mi juicio, pero en mi recuerdo Hambre no es una novela realista. Es más, a mí me parece un precursor de Kafka. No por el argumento o por la intención, sino por la voz del narrador, esa especie de loco lúcido que nos exaspera más de una vez a lo largo del libro, precisamente por su falta de sentido de la realidad. El hambre que pasa el protagonista es una disculpa para describirnos el funcionamiento y los vaivenes de una conciencia que busca su lugar en el mundo. En ese sentido el narrador es hermano del de El túnel, de Sábato, del de Trenes rigurosamente vigilados, de Bohumil Hrabal, de Bartleby, de Meursault, de Gregorio Samsa, de nuestro más cercano Manu. Gracias, Luis, por traernos este libro inolvidable.

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  2. Sin duda tienes razón, Emilio. Sin embargo, y como ya es casi tópico decir de que cada nueva lectura es otra resurrección, en esta nueva que ahora he hecho, no puedo desprenderme de las circunstancias tan dramáticas que veo todos los días y Hambre me pareció una crónica de la más rabiosa actualidad. Otro abrazo. Luis.

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  3. Hamsun fue un tipo de lo más peculiar, un excéntrico a su pesar. Ya que estamos, recomiendo "Knut Hamsun. Soñador y conquistador", de Ingar Sletten Kolloen (http://bit.ly/wpJ6xI). Curioso el episodio de Hamsun con Hitler, relatado en el libro. El escritor noruego -por decirlo coloquialmente- no se cortó en ponerle las pilas al dictador. Hitler quedó tan harto de Hitler como de Franco en Hendaya. :-)

    Gracias, Luis, por rescatar la novela "Hambre".

    Saludos

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    1. Gracias a ti por esa referencia, que no conocía y seguro que es interesante. Un abrazo. Luis.

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  4. No he leído "Hambre", sí leí de Knut Hamsun "Pan". Parece que el rasgo común con "Hambre" es ese protagonista solo frente al mundo. En "Pan" en un medio "natural", confrontando el hombre cazador que aspira a vivir en armonía con la naturaleza con los usos sociales, a los que le arrastra su propio instinto de amor. De ese libro me fascinaron lo que el narrador llama las noches de hierro, hasta el extremo de que copié una de ellas en mi diario de lecturas. La reproduzco a modo de ilustración de su estilo. (Gracias Emilio por ese recuerdo a Manu).

    Tercera noche de hierro, en "Pan", de Knut Hamsun


    "La tercera noche de hierro, una noche de máxima tensión. ¡Si al menos hubiera helado un poco! En lugar de la helada, un calor estancado tras el sol del día la noche fue como un cenagal tibio. Encendí la hoguera…
    Eva, a veces puede resultar delicioso que te tiren del pelo. Tan retorcida puede llegar a ser la mente humana. Te pueden tirar del pelo valles abajo y montañas arriba, y si alguien pregunta qué ocurre, puedes llegar a contestar, encantado: ¡Me tiran del pelo! Y si preguntan: ¿No quieres que te libere?, respondes: No. Y si preguntan: ¿Puedes soportarlo?, respondes: Sí, lo soporto, porque amo la mano que me tira… ¿Sabes, Eva, lo que es tener esperanza?
    Sí, creo que sí.
    Escucha, Eva, la esperanza es algo muy extraño. Puedes andar una mañana por un camino con la esperanza de encontrarte con alguien a quien amas. ¿Y te encuentras con ese alguien? No. ¿Por qué no? Porque la persona está ocupada esa mañana y se halla en otra parte… Conocí a un viejo lapón ciego arriba en la montaña. Llevaba cincuenta y ocho años sin ver, y tenía ya más de setenta. Le parecía que veía un poco más cada día, progresaba constantemente, opinaba él. Si no hubiera contratiempos, sería capaz de vislumbrar el sol al cabo de algunos años. Seguía teniendo el pelo negro, pero sus ojos eran completamente blancos. Sentados en su choza me hablaba de todo lo que había visto antes de quedarse ciego. Era duro y sano, carecía de sentimientos y mantenía la esperanza."

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    1. Sí, gracias, Paloma. También la leí y me pareció magnífica, lo mismo que "La bendición de la tierra". Besos. Luis.

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