Leo
que, hace ya unos cuantos años, un científico norteamericano fue invitado por
un departamento de ciencias de la Universidad de Oxford a dar una conferencia a
estudiantes y profesores. Y por lo que parece, en el transcurso de su disertación
el científico comenzó a criticar de manera muy sólida y documentada una de las
teorías en boga, hasta acabar dejándola, como suele decirse coloquialmente,
“hecha unos zorros”. El norteamericano sabía que era una de las teorías que los
estudiantes estudiaban y aceptaban como buena; pero no sabía que el propio
autor de la misma asistía a la conferencia. Al final de la misma, este último,
que era ya un anciano profesor, se dirigió al estrado y estrechando
calurosamente las manos el conferenciante dijo en un tono alto para que pudiera
ser escuchado por todos: “Mi querido amigo, quiero darle las gracias. He estado
equivocado durante los últimos quince años de mi vida”.
Desde
luego me emocionó la actitud de este viejo profesor, y me llevó a preguntar
cuántos de nosotros, dedicados en mayor o menor grado y con más o menos fortuna
a la creación, seríamos capaces de reaccionar de esta manera ante una crítica
igual de fundamentada y demoledora a una de nuestras obras. Y sin embargo, esas
dos cosas –una buena crítica y esa humildad en la actitud– me parecen ser la
base del general avance de las ciencias y las artes y de nuestro crecimiento
personal.
Dudo de que más de uno de cada diez, incluso más, reaccionase como ese viejo profesor, la verdad (me incluyo, eh).
ResponderEliminarTampoco yo sería ese entre los diez, pero ocurrió. Fue un profesor del departamento de zoología y fue testigo Richard Dawkins, siendo estudiante en Oxford. Lo cuenta en "Destejiendo el arco iris", libro magnífico, que merece mejor comentario que esta anécdota que elegí. Luis.
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