Por Luis Junco
En
El comienzo del infinito, último
libro de David Deutsch (físico y filósofo británico), hay una idea muy
interesante y profunda que contesta a la pregunta de esta entrada.
Según
Deutsch, la belleza, al igual que la realidad, responde a unos criterios
objetivos. Frente al habitual contraste entre los contenidos subjetivos del
arte y las verdades objetivas de la ciencia, Deutsch aboga por un arte que también responde a unos criterios de belleza en cuyo fondo hay objetividad. Y
aunque lo que sea la belleza es aún algo que no sabemos definir, él se atreve a
apuntar algunas ideas que están detrás de su esencia. Ambas cosas -ciencias y
artes- se hermanan de esta manera:
El empirismo presenta a la ciencia de
un modo totalmente inapropiado, como un proceso automático y no creativo. Y el
arte, aunque reconocido como "creativo", ha sido considerado como la
antítesis de la ciencia, y por consiguiente como algo irracional, aleatorio,
inexplicable, y por tanto imposible de juzgar y no objetivo. Pero si la belleza
es objetiva, entonces una nueva obra de arte, como una ley de la naturaleza o
un teorema matemático recién descubiertos, añaden algo irreductiblemente nuevo
al mundo.
En
este contexto trata de dar a respuesta a por qué las flores son bellas. Y nos
explica cómo en la coevolución los genes de especies cercanas (por ejemplo,
depredadores y sus presas) y de machos y hembras de la misma especie
perfeccionan durante mucho tiempo complejos códigos de atracción con objeto de
replicarse. Pero un primer contacto entre dos especies muy dispares que
propicie el comienzo del aprendizaje evolutivo -es decir, cuando entre ellas
hay una gran brecha biológica, como es el caso de las flores y los insectos- no
es tan sencillo.
El
postulado de Deutsch es que, más allá de colores, formas, simetrías concretas,
néctar y azúcar como alimento y gancho, etc., que son todos elementos
desarrollados por la coevolución genética de las especies, para establacer el
primer contacto se utilizó un arma muy poderosa: estándares objetivos de
belleza. Unos criterios a los que también es sensible otra especie: los
humanos. Ninguna otra, que se sepa, es atraída de esa manera por las flores.
Pero
¿por qué los humanos son sensibles a la belleza y para qué la utilizan?
Y
aquí Deutsch da el salto, y postula que eso es así porque de igual manera que
esos criterios objetivos de belleza se utilizan para cubrir la enorme brecha
entre dos especies tan distantes como la planta y el insecto, algo parecido
ocurre entre dos humanos: hay entre ellos, en su comunicación y descubrimiento,
un salto similar al que hay entre dos especies muy distantes. Y teniendo esa
capacidad de crear y percibir la belleza, los humanos la utilizan con ese
propósito. (Desde luego también se produce entre los humanos una atracción en
base a la genética simple de otras especies, y hasta hay una utilización
"parroquial" de la belleza (modas, cultura, etc.), pero, además,
existe esa utilización de la "BELLEZA" con mayúsculas. Unos criterios
que están detrás de lo mejor de las artes y
de las ciencias.)
(Y
aunque no lo dice tan explícitamente Deutsch, también entiendo yo que además de
simple comunicación, hay en la utilización de esos criterios, en esa
creatividad de lo bello, un descubrimiento de la realidad más oculta a nuestra
vista. Porque esa verdad de la realidad debe estar muy relacionada con la
belleza.)
Como siempre, muy interesante tu entrada, Luis. Pero se me ocurre que los antropólogos más materialistas podrían dar otra respuesta evolutiva a la pregunta de por qué son hermosas las flores. En uno de los enterramientos más antiguos que se han encontrado aparecieron acumulaciones de polen que indicaban que sobre el cadáver se habían depositado muchos ramos de flores. Se identificaron las flores y se descubrió que eran especies fuertemente aromáticas. La interpretación habitual es que el objetivo de esos olores era contrarrestar el de la putrefacción del cadáver. Quizá las flores nos parezcan bellas porque su olor se enfrenta y vence al de la muerte.
ResponderEliminarSí, me parece un argumento con mucha base y que seguramente también es parte de la respuesta. De hecho, creo que esa costumbre de utilizar las plantas aromáticas llega en algunas culturas hasta hoy día. Incluso detrás de nuestras costumbres de llevar flores a los difuntos -como ocurre en estas fechas, día de los difuntos- esté esa intención que apuntas de vencer a la muerte. Sin embargo, me digo si también eso (con esa significación) no sea un "uso cultural". como apunta Deutsch y detrás siga habiendo un criterio de lo bello aún desconocido pero cierto.
ResponderEliminarSí, el criterio de lo bello es muy misterioso. Cuenta Joseph Campbell que algunos chimpancés son capaces de llevar consigo durante kilómetros una piedra de la que se han encaprichado. Una piedra sin utilidad, seguramente porque les ha gustado la forma, o el color, o lo que sea.
Eliminar