En
una reciente visita a una librería que vende libros segunda mano, compré, a muy
buen precio, Cuentos republicanos, Los liberales
y Cuentos de amor... vagamente, de
Francisco García Pavón. Y como una cosa suele llevar a otra relacionada, a los
pocos días exhumé del sótano de mi casa, de entre otros buenos libros discretos
que aguardan allí mejores tiempos para una gloriosa resurrección, un volumen con
los dominicales del ABC que había encuadernado mi suegro y que contenía una
interesante entrevista al escritor manchego.
El
suplemento tenía fecha de noviembre de 1973 y en el formato de la sección, que
se titulaba "El autor se defiende", varias personas hacían preguntas
"incómodas" al autor elegido. En este caso, los que hacían las
preguntas a García Pavón eran: la novelista Marta Portal (ganadora del Planeta
de 1966), el humorista Mingote, el crítico literario Pablo Corbalán, el poeta y
dramaturgo Francisco Tobar, y un joven Francisco Umbral que dos años más tarde ganaría
el Premio Nadal con Las ninfas.
Habría
que recordar que García Pavón acababa de publicar Voces en Ruidera, una nueva entrega de Plinio; que en 1969 había
ganado el Nadal con otra novela la misma saga, Las hermanas coloradas; y que en 1972 TVE había emitido la serie
Plinio, basada en el personaje de las novelas, con guión de José Luis Garci y
colaboración del autor.
Como
la discusión se centró en Plinio, y lo que este personaje pudo significar
-bueno y malo- en la obra de García Pavón, entresaco de la entrevista lo que me
pareció más interesante.
Por
ejemplo, hablando del protagonista, dice García Pavón:
GP: ... todos tenemos en nuestra vida un pequeño
héroe, en nuestra familia o entre nuestros amigos. Y en mi infancia lo hubo:
era mi abuelo paterno, al que yo admiraba mucho, y que es un poco el personaje
central de mis cuentos siempre. Y así me di cuenta de que Plinio es una
trasposición literaria de este personaje que tanto importó en mi primera
biografía. Luego hay una serie de fábulas y cosas que, naturalmente, obedecen a
otra serie de vivencias infantiles. Por ejemplo, el que yo me ocupase de
asuntos policiacos pueblerinos estoy casi seguro de que obedece a que había
bajo mi casa un estanco cuyo estanquero era un jefe de la Policía municipal
jubilado. Este hombre, en los veranos, se sentaba a la puerta del estanco y
contaba con gran énfasis a los amigos sus aventuras policiacas, que figúrate tú
cuáles eran: el robo de una mula, o no sé qué de de una casa de furcias, o algo
así, o de gitanos. Y yo, de chico, estaba allí, porque yo le ayudaba a
despachar, oyendo aquello. Y a mí se me metió el son ese. Y este suspense
policiaco rural creo que procede de ahí. Y después, sin darme cuenta,
transformo el tipo de mi abuelo en Plinio.
(Las
preguntas "incómodas" comienza haciéndolas Francisco Umbral):
FU: Bueno, yo pienso que si estos debates se
titulan "El autor se defiende", hay que atacar un poco,
amistosamente. Así que yo voy a atacarle un poco, amistosamente. A mí, de todo
gran autor, lo que menos me suele gustar es su prototipo, su tipo más
difundido. No es que a mí no me guste Plinio. Pero sí diré que es lo que menos
me gusta de García Pavón. Lo que más me gusta de Paco son los "Cuentos
republicanos" y "Los liberales". Creo que ahí está su gran
línea. En Plinio nos ha demostrado que tiene una capacidad novelística notable
y que ha creado un personaje y este género tan original como es lo policiaco
rural. Los grandes valores de Paco, sus enormes valores literarios, son, por
una parte, el lenguaje, su castellano admirable, importantísimo, tan importante
como puede serlo el de Cela o el de Delibes hoy en la novela. Y luego, ese
sentido proustiano-manchego que García Pavón ha tenido en sus "Cuentos
republicanos" y en "Los liberales". Creo que Plinio corre el
peligro de devorarle, como siempre suele ocurrir cuando se crea un gran
personaje. Yo he oído, en El Molino, de Barcelona, decir una vicetiple a otra
que era más lista que Plinio, lo cual es maravilloso para el autor, pero
seguramente ninguna de las dos vicetiples conoce a García Pavón. Y esto es
peligroso. Yo creo que Paco, halagado por la popularidad de este personaje, ha
abandonado un poco la línea de "Los liberales" y los "Cuentos
republicanos", que me parece la verdaderamente importante.
GP: Yo creo que Paco Umbral tiene muchísima
razón en casi todo lo que ha dicho. Porque suele ocurrir en los escritores que
todo su obra no es perfecta. Es muy difícil que haya un libro totalmente
perfecto. Hay unos trozos. Los valores literarios de un escritor son medibles
en un largo catálogo. Lo que pasa es que un día ocurre que hay un tipo de ese
escritor en el cual se concita o se reúne una serie de características de él,
más o menos felices, que lo simbolizan. Pero yo creo que si hay algún mérito en
mis libros, puede ser la descripción de un paisaje o de alguna escena. Es
decir, los que han sido mis pequeños méritos como narrador breve. Y creo que,
como casi ningún escritor, no tengo ninguna novela completa, porque es muy
difícil. Como el público siempre tiende a la concreción, a cada escritor suele
caracterizarlo por una cosa. A mí me ha identificado y se me reconoce a través
de ese caballero que se llama Plinio. Ahora bien; yo quiero dejar muy claro lo
de que yo esté trabajando el Plinio por narices, como cosa industrial. No, no
soy capaz de eso. No sé hacerlo. El Plinio, represente hoy lo que represente,
cuando sale es que se me cae de la pluma. Por supuesto, yo creo que en Plinio
hay muchos trozos y muchas cosas que están ya en mi obra narrativa anterior. Y
lo otro no lo abandono. Llevo ya dos años, casi tres, con un libro que se llama
"Los nacionales", de cuentos, que es un poco la continuación de los
otros dos.
(Tobar
García sigue insistiendo):
TG: Yo he pensado muchas veces, y se lo he dicho
a GP, que la obra que me llena de una manera total de entre las suyas es
"La guerra de los mil años". Y creo que a partir de ese momento, en
que el público desconoce prácticamente la obra, ya que no la acepta, la
tristeza de GP se hace consciente. Esa tristeza, que no melancolía -y si dije
melancolía pido disculpas-, está junto a una fervorosa imaginación que se
nervia a una lenguaje tremendo. Pero la obra no se acepta y entonces viene,
como una especie de acusación a la sociedad, el personaje de Plinio. Es así
como yo lo veo.
GP: No, querido Tobar, no ha sido así. Porque yo
empecé con Plinio el año cincuenta y dos, cuando me contaron un sucedido de mi
pueblo. Y entonces escribí un cuento, que es uno de los cuentos que mejor me
han salido en toda mi vida y que se llama "De cómo el Quaque mató al
hermano Folión y del curioso ardid que tuvo el guardia Plinio para
atraparle". Lo mandé a la revista Ateneo, le dieron un premio y me dijeron
que había encontrado una mina, que había encontrado un tipo de policia español
que no lo hubo nunca. Y el caso es que me había salido así, por las buenas, de
manera inconsciente. Ni siquiera sé por qué le puse Plinio. Entonces escribí
tres novelas cortas, pensando que de verdad era una mina aquello. Se publicó
una, "Los carros vacíos" en Alfaguara. Y nada. Nadie se fijó en ella.
Hasta que pasaron unos años y entonces se me ocurrió escribir, situándolo en la
época actual, "El reinado de Witiza". Fue finalista del premio Nadal
y esa novela sí llegó a venderse mucho. Luego vino "Las hermanas
coloradas", ya con el premio Nadal. Y Plinio se empezó a difundir.
"La guerra de los mil años" es otra cosa. Es el libro en el que yo he
puesto más ilusión en mi vida y del que he tenido las mejores críticas y estoy
más satisfecho. Pero es un libro que, bueno, al cabo de los años se ha hecho la
segunda edición. Es un libro de imaginación completamente y dentro de la
técnica literaria actual.
(Por
otro lado, Pablo Corbalán hace ver que en Plinio también está ese otro GP de
los cuentos republicanos, solo que de manera sesgada):
PC: Yo quería decir que en la obra de GP, en esa
serie de Plinio, observo que está, además, el otro aspecto de GP al que Umbral
se refería antes. Esta parte, digamos buena, digamos la mejor de GP, que es de
la cual nacen sus "Cuentos republicanos"; esas captaciones de
vivencias, de recuerdos de una época o de plantaemientos imaginativos a partir
de una realidad determinada que es la de su pueblo, la de Tomelloso, o la de
otros de la misma región; esa parte, digo, a veces no llega a coincidir, no
llega a ensamblarse con la otra. La aventura de Plinio no llega a ser nunca una
aventura total, sino una observación muy pausada del desarrollo de unos hechos
a los cuales Plinio llega casi sin sorpresa. Y junto a ella están unos cortes
transversales en los cuales GP incorpora eso que podría ser la continuación de
los CR (cuentos republicanos) y Los liberales, que es la observación de la sociedad, esa sociedad ya un poco
fosilizada de los pueblos, y que está, por ejemplo, en el casino de Tomelloso,
tantas veces representada en la serie de Plinio; que está en muchos personajes
sueltos; que está, más concretamente, en ese señor que ha puesto una cafetería
a la orilla de unas de las lagunas de Ruidera... Y esto es lo que muchas veces
yo no veo ensamblado con la aventura de Plinio, sino como cortes, y,
naturalmente, como todo parte de un mismo ambiente, el resultado no es un
resultado fragmentario...
GP: En todo ello hay una razón enorme. Y es que
yo nunca me he planteado el problema de hacer novelas policiacas. Porque no
entra en mi cabeza escribir novelas de ésas. Entre otras cosas porque no me
parece, salvo rarísimas excepciones, un género literario.
(Remata
la entrevista de nuevo Francisco Umbral):
FU: Yo quería decir que hay una posible génesis
de tipo de novela de aspecto profesional, técnico, literario, que no tiene por
qué descartar lo que él ha explicado del personaje de Plinio, trasposición de
su abuelo. Paco es un escritor creador de
climas y ambientes, un escritor poco estático, lo cual no es peyorativo
en absoluto, empezando porque creo que yo también lo soy. Ha sido y es un gran
escritor de relatos cortos donde generalmente no pasa nada, que son los buenos.
Es muy posible que haya tenido problemas siempre que se ha planteado la novela
larga tradicional, con un argumento continuado. Problemas, por otra parte,
ociosos, porque hoy la novela ya no es así ni tiene por qué serlo. Entonces
quizá la trama policiaca le ha dado un armazón a esos ambientes, a esos climas,
a esos mundos, a esos seres un poco estáticos que él quería recoger. Y ese
armazón de lo policiaco le iba mejor que lo dramático, lo dostoievskyano, que
él no siente mucho. Y ha utilizado este armazón, que ha sido de alguna manera
un recurso muy lícito del escritor, para hacer novelas largas. Dado que hoy la
novela no tiene por qué tener esa continuidad narrativa, dramática, sino que
precisamente se está haciendo una novela estática, creo que GP podría, con toda
libertad, prescindir ya de Plinio y hacer la gran novela de Tomelloso, donde
quizá no pasase nada, como hizo Gabriel Miró en las grandes novelas de Polop.
Muy interesante, Luis. Es curioso cómo la actualidad de un momento se ha transformado en una foto sepia, en un monumento. Ahí está Umbral, ya de joven con sus insistencias y sus cosas de siempre, Pavón como la estrella del momento, casi pidiendo perdón por tener éxito, y esa atmósfera de envidieja , reclamando las obras menos difundidas porque las de más éxito quizás los repatean. Todo viejuno y todo vigente. Abrazo de Dativo.
ResponderEliminarLo más interesante de la entrevista, a mi juicio, son las intervenciones de Umbral. Yo no sabía que Umbral había valorado tanto a García Pavón (después, cuando murió García Pavón, olvidó esa admiración y apenas habló de él). No sabía que lo había puesto a la altura de Cela y de Delibes, lo que me parece justo (más en el caso de Cela que en el de Delibes). García Pavón tiene cuatro libros de cuentos (Cuentos de mamá, Cuentos republicanos, Los liberales y Los nacionales) que está a la altura de los mejores cuentos no solo de Aldecoa, por poner a un cuentista unánimemente reconocido, sino de cualquier escritor de cuentos de cualquier época y país. Y sobre la valoración de la serie de Plinio no estoy de acuerdo con Umbral para nada. Creo que en esa valoración negativa influyó mucho la serie de televisión, que hizo mucho daño a los libros, porque era malísima y contagió a las novelas y los cuentos de Plinio. Parecía que estos eran igual de malos. Pero la serie de Plinio es genial. Ahí hay muchas páginas insuperables. Si Cervantes hubiese escrito novela policiaca habría escrito la serie de Plinio. Lo que dice Umbral de que los mejores cuentos son aquellos en los que no pasa nada habría que entrecomillarlo. En los mejores cuentos pasa mucho. Pero parece que no pasa nada. Hay algunos así en la serie de Plinio. Aunque disiento de lo que dice Umbral, me parece que es quien hace las reflexiones más interesantes. Es una lástima que García Pavón haya quedado tan olvidado. Peor para quienes no lo leen.
ResponderEliminarGracias, Luis.
Emilio
Yo disfruté con Plinio una barbaridad. Siempre me han parecido novelas policíacas excelentes. Ojalá Gracía Pavón sea algún día reconocido como uno de los grandes de nuestro canon. Sin duda lo merece...
ResponderEliminarTal vez la verdad está en todo lo que habéis dicho (y también en lo que dijo Umbral) en sus correspondientes dosis. Yo confieso que durante mucho tiempo, Pavón fue para mí Plinio, unas novelas que no eran desde luego de segunda, sino muy buenas. Pero mucho más tarde conocí sus cuentos, y me pareció descubrir otro Pavón: me conmovieron aún más sus historias, me pareció descubrir un lenguaje -ya originalísimo- con palabras y expresiones nuevas. Sí, como sugiere Umbral, me parece que Plinio me oscureció durante un tiempo al García Pavón de los cuentos. Además de los que comenta Emilio (y ya comentó en otra entrada de este blog dedicada a "Otra vez domingo"), en este "Cuentos de amor... vagamente", que creo recopila algunos de sus últimos relatos y que no conocía hasta ahora, hay algunos que me han puesto los pelos de punta, como "El tren que no conduce nadie", "Confidencias 1916" o "Copia de la carta que envié a María en un pastillero de plata". Tampoco conozco "La guerra de los dos mil años", en el que, como dice en la entrevista, puso lo mejor de él. Espero leerlo pronto.
ResponderEliminarCoincido en los comentarios en general. Conozco la obra de Pavón casi al completo, en estos días estoy preparando un resumen de su obra para exponerlo en nuestro club de lectura. No cabe duda, y en eso coinciden Félix Grande o Franciso Umbral que le mejor de Pavón es su lenguaje, donde toca el castellano de manera casi sagrada. Yo me quedo con el Pavón cuentista, antes que con el novelista.
ResponderEliminarTambién me gustaría resaltar la gran persona que encerraba el personaje-escritor. No tuvo reparos en tirar y echar una mano a sus paisanos que empezaban entonces en el mundo artístico de Madrid. En la biografía de José Belmonte, relatan experiencias y anécdotas de esto que digo, tanto Antonio López, como Félix Grande o Eladio Cabañero, al que colocó a trabajar en la prestigiosa editorial Taurus.
Por no hablar de el ensalzamiento que hizo siempre de su pueblo, Tomelloso, vecindad y ciudadanía a la que nunca renunció. El lo decía siempre que la verdadera motivación y sensibilidad que necesita cualquier escritor, solo le venía del lado de las vivencias y sucedidos de su pueblo, por eso lo tenía siempre tan presente en su obra. En consecuencia y es una opinión muy particular, hizo de Tomelloso un ente literario a la manera de Barcelona y Juan Marsé.
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