A Javier Guzmán. In Memoriam
Lo que más le llama la atención es la
suciedad. Por todas partes hay papeles, latas de conserva, restos de comida y
sobre todo excrementos. Los españoles defecan junto al lugar en el que hacen la
vida. Algunos incluso en la trinchera.
Todos los días cae a la misma hora una
lluvia de proyectiles muy mediocres. El armamento de los fascistas –al menos el
de los que ocupan esa posición– es tan malo como el de los republicanos. Ambos
bandos comparten el calibre de algunas municiones. Hay unos obuses de los
nacionales que hacen unos cráteres mínimos. Y eso cuando estallan, porque cerca
de un tercio no llegan a hacerlo. Y como valen para los cañones de los
republicanos, estos se los devuelven. Hay un obús que ha volado de una posición a
otra más de diez veces. Le llaman El Pacifista. Por cada viaje le hacen una
muesca. Nadie quiere que haga blanco.
A Orwell, afiliado al POUM hace unos
días, comienza a nacerle un gran amor por los incultos anarquistas españoles.
Dentro de cinco meses, en las jornadas de mayo, en Barcelona, a muchos
kilómetros del frente, su vida correrá más peligro, ante el fuego amigo comunista, que en estas
pobres trincheras.
Qué maravilla lo del obús pacifista. Digno de nuestro Javier Guzman.
ResponderEliminarGracias Emilio, a mi padre le habría gustado la historia del obús pacifista. Muy bonita. Un abrazo. J. Guzmán Arasanz
ResponderEliminarQue casualidad encontrate aqui .Soy Julio Arasanz,Saludos
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