viernes, 12 de julio de 2013

Mañana nunca lo hablamos, de Eduardo Halfon

Eduardo Halfon Mañana nunca lo hablamos (PreTextos, 2011)


A este guatemalteco nacido en 1971 lo empezamos a leer en sus muy interesantes cuentos de El boxeador polaco que editó Pre-Textos en 2008, en los que había mucha autoficción, como la llaman los críticos. Como nos dejó con ganas de seguir leyéndole, buscamos más libros. Primero fue el El ángel literario, finalista del Herralde, donde mezcla diario, novela, ensayo, en una indagación sobre el nacimiento de la pasión literaria en la que hay un baúl de curiosidades sobre Hemingway, Nabokov, Herman Hesse, Pessoa, Carver… Después fue De cabo roto (que realmente es anterior a El ángel literario), en el que volvía a mezclar realidad y ficción, a propósito de la solicitud –auténtica- que hizo Cervantes en 1590 al Consejo de Indias de un puesto en el Nuevo Mundo, y jugaba con la idea de que el autor del Quijote llegó a vivir algún tiempo en Guatemala. Ahora son estos relatos que atrapan enseguida nuestra atención, sobre varios episodios de su infancia (el miedo del niño ante un suspenso en el colegio, las fases anímicas por las que pasa durante una enfermedad grave, los recuerdos de un mozo que trabaja en la casa, la irrupción de la guerra y la secuela del exilio...) En uno de los cuentos un padre y un niño están en la playa y el padre le dice al niño que no se suelte de él, que en esa misma playa se ahogó una vez siendo niño, y le cuenta cómo se lo llevó el mar y cómo lo rescató un marine y cómo lo devolvió a la vida. El niño se pregunta: Si él hubiese muerto, quién sería mi padre.

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