Eduardo Halfon Mañana nunca lo hablamos (PreTextos, 2011)
A este guatemalteco
nacido en 1971 lo empezamos a leer en sus muy interesantes cuentos de El boxeador polaco que editó Pre-Textos
en 2008, en los que había mucha autoficción, como la llaman los críticos. Como
nos dejó con ganas de seguir leyéndole, buscamos más libros. Primero fue el El ángel literario, finalista del
Herralde, donde mezcla diario, novela, ensayo, en una indagación sobre el
nacimiento de la pasión literaria en la que hay un baúl de curiosidades sobre Hemingway,
Nabokov, Herman Hesse, Pessoa, Carver… Después fue De cabo roto (que realmente es anterior a El ángel literario), en el que volvía a mezclar realidad y ficción,
a propósito de la solicitud –auténtica- que hizo Cervantes en 1590 al Consejo
de Indias de un puesto en el Nuevo Mundo, y jugaba con la idea de que el autor
del Quijote llegó a vivir algún tiempo en Guatemala. Ahora son estos relatos
que atrapan enseguida nuestra atención, sobre varios episodios de su infancia
(el miedo del niño ante un suspenso en el colegio, las fases anímicas por las
que pasa durante una enfermedad grave, los recuerdos de un mozo que trabaja en
la casa, la irrupción de la guerra y la secuela del exilio...) En uno de los
cuentos un padre y un niño están en la playa y el padre le dice al niño que no
se suelte de él, que en esa misma playa se ahogó una vez siendo niño, y le
cuenta cómo se lo llevó el mar y cómo lo rescató un marine y cómo lo devolvió a
la vida. El niño se pregunta: Si él hubiese muerto, quién sería mi padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario