Le he escrito una carta a Dostoievski de 270 páginas
Por Matías Crowder
Editor del conocido blog “Narrativa Breve”,
delantero destacado de una nueva generación de prosistas españoles, Francisco
Rodríguez Criado publica en Ediciones de
La Discreta Mi querido Dostoievski. Novela epistolar e intimista,
vigorosa crónica del siglo XX, el autor alcanza en sus páginas una sensibilidad
extrema y una penetración psicológica única. Llena de paralelismos con la vida
del escritor ruso, la pluma de Francisco Rodríguez Criado nos lleva a leer
carta tras carta de su personaje, Laura Bauer, quien escribe a Dostoievski
“allá donde esté” fragmentos que develan la clave de su vida.
(Periodista)
¿Escribir es un acto de supervivencia?
(Francisco Rodríguez Criado)
El verdadero acto de supervivencia es vivir día a día. En mi opinión el
escritor de hoy es una persona como otra cualquiera. No es un superviviente per se ni un mártir ni nada similar. Los
autores que conozco no formamos parte de ese colectivo de escritores que, como
Dostoievski, podían ser internados en un penal de Siberia durante años
simplemente por estar en el sitio equivocado en el momento equivocado. Somos la
generación de Facebook, y el escritor cuenta con más medios que nunca para
hacer su trabajo. El ejercicio de supervivencia del escritor no es diferente al
de su vecino del quinto.
Si hemos de buscar actos de supervivencia,
hagámoslo en esas personas que en plena crisis tratan denodadamente de
encontrar –en muchos casos, sin éxito– un trabajo, en quienes luchan por
superar un cáncer, o arriesgan su vida por salvar la de los demás. Ser escritor
no le añade méritos a una persona (tampoco se los resta).
Dicho esto, considero la literatura –no solo como
escritor, también como lector– un arma defensiva para luchar contra aquello que
nos hiere. Pero no, no utilizaría el recurso del acto de supervivencia como
forma de explicar el impulso creativo. Me da mucha pereza ponerme hiperbólico.
(Periodista)
¿Es la literatura una suerte de prolongada justificación?
(FRC) En cierta manera, creo
que sí. Quienes escribimos somos proclives a conceder gran trascendencia e
importancia a nuestros trabajos, en la mayoría de los casos por pura vanidad.
Escribir es una manera de explicarse al mundo, de justificarse ante él. Los
escritores se ven a menudo en la obligación de responder a la pregunta: ¿por
qué escribes?, lo cual siempre me ha resultado un tanto extraño. Yo nunca le
pregunto a un obrero, un oficinista, un zapatero o un broker por qué se
levantan cada día para trabajar en esas profesiones. En el caso del escritor,
la pregunta en sí parece solicitar una justificación. Las respuestas de los
escritores suelen ser muy teatrales, porque se supone que el entrevistador
quiere escuchar la enésima excusa novelesca que nos empuja al acto creativo. Yo
prefiero decir abiertamente que “escribo para pagar las facturas y algún que
otro vicio”. La respuesta no es ni mucho menos sincera del todo, pero sirve
para ahuyentar a los cazadores de frases lapidarias.
(FRC) En realidad la historia
que narra esta novela parte de la invitación que me pareció encontrar entre las
tres palabras del título. Al contrario de lo que me ocurre con los cuentos, los
microrrelatos o los artículos de prensa, no concibo el argumento de mis novelas
con facilidad. He de ser yo quien salga a buscar su génesis, y a veces no
encuentro más que un finísimo hilo del que tirar. En un momento dado me había
propuesto embarcarme en una nueva novela, pero lo único que conseguí fue el
título, que me pareció de lo más sugerente: Mi
querido Dostoievski. Evidentemente con ese lema había de ser una narración
epistolar. Así que articulé la historia en torno al personaje principal. Una
anciana culta, excéntrica e irónica que vivía en Roma, una mujer con un pasado:
resultó ser el personaje perfecto. De repente empezaron a encajar todas las
piezas. Pero ya digo: el disparador temático fueron tres palabras, solo tres
palabras.
(Periodista) Los personajes de Dostoievski son personajes al límite. Su
personaje, cuando escribe, está al límite. ¿La literatura y este límite tienen
mucho que ver? ¿Y en su caso particular como escritor?
(FRC) Dostoievski creó
personajes al límite porque él mismo vivió vicisitudes terribles, sobre todo
antes de conocer a la que sería su secretaria, Anna Grigórievna, a quien
contrató como estenógrafa durante la redacción de El jugador y con la
que acabó casándose. Mi biografía –un poco como la de todos, supongo– está
sembrada de momentos malos, aunque no darían mucho juego en Wikipedia. Al
contrario que Dostoievski, no he sido detenido por actividades políticas
subversivas, no he estado confinado en un penal de Siberia, no soy epiléptico,
mi padre no ha sido asesinado por sus empleados, no he sido encumbrado primero
y defenestrado después por los mejores críticos literarios de mi país, no me
gasto el poco dinero que gano en los casinos, ni me extorsionan mis editores.
Sin embargo, he vivido situaciones muy amargas que favorecen cierta sintonía
con el mundo dostoievskiano. Aunque tengo un lado hedonista del que
posiblemente él y sus personajes carecieran.
Abundando en tu pregunta, puestos a elegir,
prefiero escribir con serenidad de espíritu, sin agobios, con plenitud mental.
Aunque es cierto que en momentos muy difíciles del pasado la escritura me ayudó
a descargar con vehemencia mis frustraciones. Hubo una época en la que escribía
con la máxima tensión, como si lo hiciera sentado sobre un volcán a punto de
estallar. Es de esas veces en las que coincides con Augusto Monterroso, quien
dijo que escribir es un acto físico.
(Periodista)
El personaje de Laura Bauer es de un perfil bibliófilo que hace pensar que el
autor también lo es. ¿Qué libros prefiere?
(FRC) Soy un lector
compulsivo. Leer me resulta una actividad placentera y además le tengo mucho
respeto a la creación literaria. Considero que para ser escritor es necesario
formarse día a día, y leer es la manera ideal de actualizarse. La literatura se
retroalimenta de la propia literatura. Por eso no entiendo a esa hornada de
escritores jóvenes contemporáneos –algunos de ellos no tan jóvenes– que leen
muy poca literatura (o directamente no leen nada) y beben exclusivamente de
referencias culturales no literarias (que a mí también me ayudan a escribir,
todo sea dicho).
Leo libros de todo tipo. Sigo con gran interés la
obra de autores como Isaac Bashevis Singer, Slavomir Mrozek, Paul Auster, Milan
Kundera, Raymond Carver, Italo Svevo, Robert Penn Warren, etcétera. Y ya
puestos, entre los rusos, Dostoievski, Chéjov, Tolstói, Goncharov... ¿Qué
libros prefiero? Aquellos que me ayudan a crecer como persona y como escritor.
Pero también leo con placer ciertos libros de consumo, sin gran ambición
literaria, que me hacen pasar un rato entretenido, lo cual no es poca cosa.
(Periodista) La protagonista le escribe
cartas sobre su vida a Dostoievski. Imaginemos que usted tuviera la posibilidad
real de escribirle una carta a Dostoievski a sabiendas de que la leerá. ¿Qué le
diría?
(FRC) En el caso de poder
tratar a Dostoievski, posiblemente no sería demasiado original. Le preguntaría
por los años que pasó en el presidio y por sus malandanzas en los casinos de
Rusia. Aunque, bien mirado, todo eso ya está en Memorias de la casa de los muertos y en El jugador. Es lo que pasa cuando un autor hace de la literatura
una transposición artística de su propia vida… En plan anecdótico, le
preguntaría qué opinión tiene de Tolstói. En Vida de Dostoievski por su
hija, Aimeé Dostoievski cuenta que ambos gigantes de la literatura rusa se
admiraban en secreto, pero nunca hicieron el menor esfuerzo en verse para no
acabar discutiendo por culpa de sus ideas políticas: Dostoievski era
conservador mientras que Tolstói era –aceptemos el término moderno– socialista.
Según la hija del primero, eso podría ser un inconveniente. La historia de
ambos escritores enviándose elogios mediante su amigo común Nikolái Stráhov y
rechazando cualquier posibilidad de conocerse en persona tiene algo de cómica.
En respuesta directa a tu pregunta, te diría que
ya le he escrito una carta a Dostoievski, y esa carta, de 270 páginas, se llama
Mi querido Dostoievski.
(Periodista) Las cartas de Laura Bauer
siempre dicen: para Fiodor Dostoievski, allá donde esté. ¿Dónde cree usted que
está?
(FRC) Dostoievski está en la
memoria de sus descendientes y en la de sus lectores (pasados, presentes y
futuros), y por supuesto en cada línea de sus libros… Y me gustaría pensar que,
aunque sea de manera imperfecta, también está en Mi querido Dostoievski.
Me acerqué a ese libro porque desde hace unos años sigo la obra de Francisco Rodríguez Criado, pero, en este caso, también y muy especialmente porque Dostoyevski es para mí el más grande novelista de la historia.
ResponderEliminarEl libro de Francisco se deja leer, es ameno y ofrece un notable análisis psicológico de la protagonista (lo que, al ser mujer, tiene su mérito).
Buena entrevista e igualmente estupenda obra. Una deliciosa novela corta en la línea de la mejor literatura centroeuropea. Para mí tiene más mérito meterse en la piel de un personaje de otra época y otra cultura que el hecho que sea del sexo contrario al del autor.
ResponderEliminarDavid