jueves, 21 de marzo de 2013

Los otros clásicos IV - Fray Damián Cornejo


Si alguien merece figurar en los puestos de honor de “Los otros clásicos” es, por derecho propio y voluntad ajena, el palentino fray Damián Cornejo, poeta preterido, ignorado y ninguneado donde los haya (hasta el extremo de que, entre los poquísimos que han leído algunos de sus poemas, muchos creen que lo de “fray Damián Cornejo” es un pseudónimo, cuando se trata de su nombre auténtico.) Sin duda, el ostracismo al que le condenaron críticos, antólogos, editores y profesores se deriva de la propensión de este franciscano hacia la líirica erótico-burlesca, a veces rayana en lo pornográfico.
Durante siglos, la literatura áurea fue presentada como una avasalladora fuerza creativa abierta a todas las posibilidades temáticas (el amor, la naturaleza, la mitología, la religión, la política, la filosofía, las costumbres...), menos, al parecer, a esa pulsión erótica consubstancial de todos los seres humanos (incluidos, desde luego, los poetas). Paradójicamente, fray Damián Cornejo gozó de fama literaria y prestigio intelectual en la España ultracatólica y contrarreformista del siglo XVII, en la que llegó a ser respetado como predicador de su orden, catedrático de Teología de la Universidad de Alcalá (durante treinta años) y, ya en su vejez, obispo de Orense. 



IV.- Fray Damián Cornejo (1629-1707)

Esta mañana, en Dios y enhorabuena
salí de casa y víneme al mercado;
vi un ojo negro al parecer rasgado,
blanca la frente y rubia la melena.

Llegué y le dije: "Gloria de mi pena,
muerto me tiene vivo tu cuidado.
Vuélveme el alma, pues me la has robado
con ese encanto de áspid o sirena".

Pasó, pasé, miró, miré, vio, vila;
dio muestras de querer, hice otro tanto;
guiñó, guiñé, tosió, tosí, seguila;

fuese a su casa, y sin quitarse el manto,
alzó, llegué, toqué, besé, cubrila,
dejé el dinero y fuime como un santo.


17 comentarios:

  1. Qué bueno. Y, aparte de los valores musicales, poéticos, etc., qué síntesis narrativa tan insuperable. Gracias, J. R.
    Emilio

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  2. ¡¡pero que bueno el CoRnejo!! jajajaja
    ¡¡Muchas gracias por esta maravilla!!
    AlmaLeonor

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  3. Buenísimo... Palentino y acabó Obispo de Orense. Lo que hay ver, aunque lo bueno es leer-lo muy despacito.
    El Brigadier

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  4. ¡Buenísimo! Si es que al final, hasta de la iglesia va a salir algo bueno ;)

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  5. ¡Ay! Si nuestros actuales obispos practicaran estas bellas artes (en el amplio sentido), ¡otros perros nos ladrarían!

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  6. Inmenso soneto, clásico entre los alegres. Traiga más V.E.

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    1. Que me place, Dativo. Dada la calidad y variedad de amigos que han celebrado este soneto, prometo traer álguna joya más de su ilustrísima fray Damián Cornejo, aunque antes habrá de respetar el turno de otros clásicos "olvidados".

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  7. José Miguel Junco21 de marzo de 2013, 12:53

    Es una auténtica obra maestra por la perfección,el ingenio y el toque entre pícaro y erótico. Enorme soneto.

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  8. Una vez el buen caballero satisfizo su apretura, la grácil dama perdió su hermosura . Bueno y breve. Jamás perderéis la esencia de vuestro género jajajaja. Me ha arrancado una sonrisa.

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  9. ¡Ay que ver cómo somos, caros míos! Basta con colgar un sonetillo alegre y poco recatado, para que florezcan -sincronizada eclosión primaveral- las visitas y los comentarios. No, si retratados vamos quedando...

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  10. ¡Ay, cómo somos! y, a la par, ¡Hay que ver cómo somos! A veces los duendes del teclado aciertan aún más cuando yerran que cuando atinan... Pero, a lo que iba: quien tenga curiosidad por esta suerte de sonetos deslenguados, que se asome mañana a Facebook, donde, para celebrar que alcanzamos la tercera parte del centenar de entradas que me he propuesto colgar, aparecerá un poema que convierte a este en un pasatiempo de ursulinas.

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  11. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. Un duelo con Pepe Junco debe de ser terrible. ¡No hay nadie que desenfunde más rápido su pluma ni descargue sus sílabas con mayor precisión!

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  12. Versión sin errores


    Hay obispos, la verdad, que viven en las tinieblas,
    ni pisan suelo ni aciertan con las cosas terrenales,
    todas sus inclinaciones tienen rasgos celestiales,
    y cuando miran al cielo no ven nubes sino nieblas.

    Y los hay que bendecidos por la gracia natural
    son capaces de fijarse en oquedades y grietas,
    distinguen sin esforzarse el rumbo de los cometas
    y se cuelan sin reparos por túneles sin igual.

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  13. Excelente serie la de los Clásicos olvidados. Ilustre cofrade tiene usted una caja de sorpresas escondida.

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  14. Celebro que le plazca, cofrade. Es un honor para "Náufragos" la visita de V.M., señor Sin Credo, cuyo blog sobre teatro es de obligada consulta para cualquiera que desee estar atento a los vaivenes de la cartelera madrileña. Háganos la merced de copiarnos aquí el enlace, para provecho de todos los Discretos.

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