miércoles, 28 de septiembre de 2016

Entrevista a Luis Junco sobre "Entrelazamientos"

(Compartimos esta entrada del blog No digas que fue un sueño)
(https://pepejunco.blogspot.com.es)

ENTREVISTA A LUIS JUNCO SOBRE SU ÚLTIMA NOVELA: ENTRELAZAMIENTOS



¿Puedes resumir de qué trata esta última novela tuya y qué la diferencia de las anteriores?

Entrelazamientos rompe sobre todo con la estructura lineal que hasta entonces había utilizado para mis historias. A partir de un cuento (lineal) que había escrito en De amar y andar por casa, construyo un relato de cierta complejidad. Un suceso de mi infancia es la base del cuento y también de la novela, cuando un nuevo acontecimiento de 40 años más tarde me hace replantear el acontecimiento inicial. Pues llego a la conclusión de que lo que lleva del presente al pasado –y a reconstruir lo que ha sucedido entre los dos momentos- no es una sola línea o trama, sino que hay muchas historias  cuyo entrelazamiento lleva de uno a otro. Historias que en ocasiones aparecen muy separadas e independientes pero que en ciertos momentos se unen en una “causalidad” que sorprende. El conjunto de esas historias da una visión del acontecimiento inicial muy diferente y muy completa.

¿Ese acontecimiento inicial al que te refieres era la visita de un fantasma a la casa en que vivías de niño durante los domingos?

Sí, en nuestra casa de la calle Travieso, en Las Palmas, cuando éramos niños. Cuando durante los domingos la familia se ausentaba de la casa, nos visitaba un fantasma. Un fantasma que más tarde supimos que tenía que ver con los antiguos propietarios de la casa, los marqueses de La Quinta Roja. Ese es el origen de la novela.
  
¿Por qué ese título, Entrelazamientos?

Pues porque además de esa relación entre las historias que van apareciendo cuando intento reconstruir aquel acontecimiento inicial, la palabra refiere a un concepto muy preciso y profundo de la realidad física de la que todo forma parte (incluidos nosotros), el entrelazamiento cuántico. Según este concepto, hay partículas materiales (de las que también nosotros estamos hechos) que a pesar de estar separadas enormemente en el espacio y en el tiempo, están entrelazadas, de tal manera que lo que le ocurre a una influye instantáneamente en las demás.

¿Y eso puede ocurrir con, digamos, historias humanas?

Entiendo que esa es la idea que está en el fondo de esta novela y no como una especulación gratuita, sino fundamentada. De hecho, en el primer capítulo intento resumir de la manera más clara y concisa que he podido las bases de esa teoría de la realidad y de la que se deriva la ficción que escribo.  La estructura de esto último (lo que escribo) es en muchos aspectos reflejo de aquello.  Por ejemplo, esa suma de historias que componen la novela me parece reflejar la idea del físico teórico y premio Nobel Richard Fenyman y sus múltiples historias, según la cual si una partícula tiene cuatro posibilidades para ir de A a B, el resultado correcto solo se obtiene al sumar las cuatro historias a la vez, cada una con un "peso" que representa la probabilidad de que ocurra cada historia.

¿Y no temes que la lectura de ese primer capítulo dedicado a la física cuántica pueda disuadir a un lector normal a seguir leyendo?

Sí, fui consciente de eso desde el principio.  No solo eso, sino que es posible que en algún caso me gane el calificativo de petulante, sabiondo y cosas del estilo. Pero como digo en el inicio de la segunda parte de la novela, ese capítulo me pareció necesario y "era lo que me pedía el cuerpo".  Y además, honestamente, creo que en la mayor parte de las veces, para que una obra merezca la pena es imprescindible el esfuerzo del creador, pero también es necesario el del lector.

Además de en el primer capítulo, de manera transversal la presencia de reflexiones o temas científicos están presentes a lo largo de toda la novela.  ¿Por qué y a qué crees que se debe el rechazo de algunos lectores a esos temas "no literarios"?

Porque creo que en la estructura de la realidad de la que formamos parte no existe esa división entre las ciencias y las letras. Ambas forman parte inseparable del mismo entramado. La división es resultado de una evolución cultural especialmente occidental y la seguimos padeciendo a día de hoy. Y por otra parte porque creo en el potencial "poético" de temas considerados científicos y casi siempre soslayados en la literatura.
En cuanto al rechazo, me parece que obedece a varias causas. Una de ellas procede de los propios humanistas, que consideraban la intrusión de las ciencias en ciertos temas, hasta entonces objeto de la atención de los poetas, poco menos que un sacrilegio. A tal respecto hay que recordar el ataque del poeta John Keats contra Newton, cuando éste puso de manifiesto la realidad física que está detrás de un arcoíris. Para Keats, Newton había acabado con el misterio. Otras causas tienen que ver con los temas científicos en sí mismos y nuestra capacidad de aprehender la realidad.  Durante millones de años la selección natural nos ha dotado de una estructura cerebral capaz de elaborar intuiciones certeras sobre la realidad más inmediata. Pero temas como la mecánica cuántica, la cosmología actual y la propia selección natural son muy recientes y no ha habido tiempo para crear la adecuada "circuitería" cerebral que nos ayude a entenderlos. Requieren mucho esfuerzo y adaptar herramientas hechas para otras cosas para poder comprenderlas, y por eso se rechazan.

Volviendo a la estructura de la novela, en ella distinguimos dos partes bien diferenciadas. Una primera en la que narras esas diferentes historias que confluyen en la historia inicial, la del fantasma.  Pero en la segunda parte todo tu esfuerzo se centra en el propio proceso de búsqueda o investigación.

Así es.  En la primera parte, y como se ha dicho, se narran historias separadas en el tiempo y en espacio -Las Palmas, 1957, 1870, 2011; Fuerteventura, 2011, 1740, 1770; Tenerife, 2012, 1709, 1840-, pero todas con un nexo de unión y  que apuntan a Diego Ponte del Castillo, octavo marqués de La Quinta Roja. La extraña muerte de la madre de este último, doña Sebastiana del Castillo, me lleva a una investigación tan extensa en personajes y temas de interés, y tan entrelazada con el núcleo principal de la historia, que decidí narrarla en forma de diario de investigación.

Resulta sorprendente la cantidad de documentos, personajes, lugares en los que realizas la investigación. Por solo aludir a estos últimos, tengo anotados: Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife, Garachico, Puerto de La Cruz, La Orotava, Puerto Lajas, La Oliva, Tuineje, Ciudad Real, Collado Villalba, Córdoba, los Archivos Federales de Suiza... ¿Cómo se puede lidiar con toda esta información recogida en dos años?

Creo que la época y elaboración de esta segunda parte, entre 2011 y 2013, fue la más enriquecedora para mí. Sí, consulté con muchas personas, revisé muchos documentos, visité muchos lugares con un objetivo determinado. Pero incluso en otros lugares y con otras personas con las que me relacionaba por esa época, pareciera como si llevara en la cabeza un GPS y un detector especial que sorprendentemente me llevaban a una información esencial sobre lo que estaba escribiendo. Por ejemplo, ¿cómo explicar que estando en la consulta de un médico en Las Palmas casualmente echara mano de una revista en la sala de espera y allí leyera que la persona encargada del catering del Zoo de Londres en el año 1903 era el señor Charles Humberset, persona cuyo paradero en esa época me atormentaba? En muchas ocasiones la información la buscaba y recopilaba de una manera muy sistemática. Pero también había épocas de absoluta falta de información, de desaliento, de desesperación; milagrosamente quebradas por "milagros" como el que he descrito aquí. Otros los narro en el libro.

¿Y cuál fue tu criterio para seleccionarla y ordenarla para generar una narración coherente?

En principio el orden fue cronológico y atendiendo a lo que descubría cada día. Pero luego, cuando la información se acumulaba, decidí narrar según cuatro o cinco temas de interés: Descendientes, La Casa Amarilla, Los Archivos Suizos...
Lo de la selección fue algo más complicado, pues había que distinguir entre lo que era útil para mí y útil para la narración y para el lector. En este sentido, en un momento determinado tuve en mi poder 350 páginas de un expediente de los Archivos Federales Suizos sobre un personaje importante en la narración. Pero eran esencialmente un expediente sobre un trámite burocrático. Mi primera intención fue desecharlo; pero luego pensé que lo que le ocurría a este personaje a causa de la burocracia daba mucha más luz a su destino y resumí esas páginas al máximo intentando no perder la esencia. Aun así resultaba un relato muy extenso de cara al lector.  Y en esto, como en otros aspectos esenciales del contenido del libro, vino en mi ayuda mi editor y amigo Emilio Gavilanes. Él me aconsejó que aunque otras personas me dijeran que era extenso, lo dejara como estaba, pues el tono de ironía con que yo describía todo el asunto, no solo lo hacía muy llevadero para el lector, sino daba sentido a todo el conjunto.

Y puede resultar una pregunta reiterada, ¿qué de ficción y realidad hay en la novela?

Remedando a un reconocido político de actualidad que preguntado sobre un asunto de corrupción que afectaba a su partido respondió "Todo es falso, salvo alguna cosilla", yo diría lo contrario.  De todas formas, entiendo que lo importante es si el conjunto resulta verosímil. Como también se dice en el libro a propósito de esto, lo que sea verdad o ficticio es lo menos relevante. 

(Para más datos sobre esta publicación: www.ladiscreta.com)



lunes, 5 de septiembre de 2016

Los diarios inéditos de Julio Ramón Ribeyro

Por Luis Junco

En estos días he vuelto a leer que se van a publicar los diarios inéditos de Julio Ramón Ribeyro, muchos que corresponden a los años que, ya enfermo, volvió a su tierra natal. Las vicisitudes de estos diarios constituyen en sí una novela: lo que cuentan quienes fueron sus amigos (entre ellos, Bryce Echenique) sobre la prodigalidad de esos escritos, que si su viuda no quiso publicarlos por lo que contenían, que si están guardados en un banco en París, que si ahora su hijo Julio quiere publicarlos... Los que admiramos la escritura de Julio Ramón Ribeyro naturalmente deseamos verlos publicados, y mientras tanto, nos sentimos más que bien reconfortados con releer los ya conocidos. En este blog nos hemos referido a Ribeyro en dos entradas. Aprovechando la noticia citada arriba, quiero yo hacer otra semblanza del genial escritor con una selección de diez de los dichos de su Luder, obra a la que se refirió en este mismo blog Emilio Gavilanes.  

1. Hay autores que fracasan majestuosamente -dice Luder-. Son como un trasatlántico que se va a pique en plena tempestad, con todas sus luces encendidas, entre el ulular de las sirenas. Otros, en cambio, son como el tipo que se ahoga en un estanque fangoso, sin que nadie lo vea, agarrado al mango de una escoba podrida.


2. Le hacen notar a Luder que nunca ha manifestado celo ni envidia por el triunfo de sus colegas.
          -Es verdad. Eso les puede dar una idea de la magnitud de mi soberbia.

3.
          -Un libro magistral -dice Luder- puede ser un agregado de frases banales, del mismo modo que con una sucesión de frases geniales no se hace un libro magistral. En el arte literario, curiosamente, el todo no es la suma de las partes.

4.
     -Soy como un jugador de tercera división -se queja Luder-. Mis mejores goles los metí en una cancha polvorienta de los suburbios, ante cuatro hinchas borrachos que no se acuerdan de nada.

5.
         -¿No te preocupa escribir desde hace treinta años para haber alcanzado tan minúscula celebridad? -le preguntan a Luder.

         -Por supuesto. Me gustaría escribir treinta años más para llegar a ser completamente desconocido.

6. Encuentran a Luder que deambula pensativo por una calleja perdida del Barrio Latino.
            -¿Qué haces por aquí?
        -Estaba caminando tras los pasos muertos de una antigua primavera feliz.

7.
         -Hay que estar muy atentos -dice Luder-, hay que estar día y noche atentísimos para descubrir la ventana por la cual podemos despegar intrépidamente hacia lo desconocido.

8.
          -¡Cómo puedes aguantarlo! -critican a Luder porque visita a menudo en su buhardilla a un pintor viejo y paupérrimo.
          -Es que me encanta su manera natural de invitarme a compartir su fracaso.

9. Luder lanza una mirada lenta, circular y fatigada a los miles de libros que contienen los estantes de su biblioteca.
            -¡Cuánto ignoramos! -suspira.

10.
         -Es penoso irse del mundo sin haber adquirido una sola certeza -dice Luder-. Todo mi esfuerzo se ha reducido a elaborar un inventario de enigmas.


jueves, 1 de septiembre de 2016

Ocios estivales III

Por Santiago López Navia

Duélese Tediato de que su suerte con el proceder ajeno sea siempre la misma y vaticina la causa segura de su fin


Oye mi planto, Fabio, caro amigo,
aunque lo que has de oír no es cosa nueva
(pues ha ya mucho tiempo, bien te consta,
que para mí, cuitado, no hay remedio).

No curo de las viles asechanzas
que en derredor me crecen como setas.
En todo el mundo fío, y así pasa:
que se me queda cara de panoli
(si es que me queda cara tras el trance,
pues con harta frecuencia me la rompen).

¡Cómo recuerdo, Fabio, en estas horas
las útiles lecciones que me dieron
aquellos dos ilustres mis amigos!
El uno, general de artillería;
el otro, compañero en los afanes
por desasnar a los adolescentes
(en tiempos, porque todo ha de decirse,
en que los asnos, Fabio, no eran tantos).

Jamás podré olvidar lo que el primero
me confesó en conversación amena:
–Tediato, escúchame, yo no me fío
ni de mi amado padre (en paz descanse).

Y cuántas veces vuelve a mi memoria
aquello que el segundo me espetara
tras escuchar la charla seductora
de alguien que no era lo que aparentaba,
o bien no aparentaba lo que era.
Recuerdo que era calvo (y nada tengo,
oh Fabio, bien lo sabes, contra aquellos
que lucen dignamente su alopecia).
El caso es que, acabado su discurso,
yo concluí, cual siempre, confiado
(por no mudar en esto mi costumbre):
–Paréceme, Cratilo, que es un hombre
profundamente…
                                    –Calvo –interrumpiome–,
profundamente calvo, no te engañes,
Tediato, o ha de pasarte lo de siempre.

¡Cuán sabias sus palabras, vive el cielo,
y cuán duros en cambio mis oídos!

Con todo lo que te he contado, Fabio,
y todo lo que aún ha de ocurrirme,
yo sé muy bien, pardiez, por qué motivo
he de rendir el alma cuando venga
la fría Parca a verme en hora aciaga.
No he de morir de fiebres ni de reúma,
ni por el fiero cancro consumido,
ni el mal francés me llevará a la huesa,
ni de la peste la terrible lacra,
ni el sarampión, la tisis o el infarto
quebrantarán mi carne marcesible.

En mi epitafio, Fabio, estará escrita
la causa inevitable de mi muerte:
"Aquí yace Tediato. Caminante:
reza por él. Murió por gilipollas"