Por mi experiencia lectora, he
podido comprobar que cuando uno lee un buen libro varias veces a lo largo del
tiempo, la “historia” que nos cuenta ese libro cambia. Y si ese periodo es de
años, el cambio puede ser muy notorio.
Al reflexionar sobre ello, llego
a algunas conclusiones:
(a) Esa “historia” que nos cuenta
el libro cambia porque nosotros hemos cambiado. Nuestros ideas, pensamientos,
concepción de la vida se han modificado con el tiempo y vemos las mismas cosas
de manera diferente.
(b) También me he dado cuenta de
que la “historia” se modifica con el conocimiento de la vida del autor y las
circunstancias relacionadas con la escritura del libro. No quiero decir, desde
luego, que al conocer esas circunstancias o desvelar las virtudes hasta
entonces desconocidas del autor una mala novela se convierta en una novela
buena. Sino que, siendo un buen libro, esos nuevos conocimientos sobre la obra
y el autor suelen enriquecer la lectura.
© En ese cambio influye de manera
importante nuestra formación lectora.
Sabiendo que esto de la
“formación lectora” es un tema de debate, me limitaré a señalar que me refiero
al número de “lecturas significativas” que hayamos acumulado en ese tiempo.
Y para explicar lo que entiendo
por “lecturas significativas” me apoyaré en otro libro –artículo, en realidad,
pues como tal fue publicado en la revista North
America Review en 1903–, El vicio de
la lectura, de Edith Wharton.
Entre otras cosas interesantes,
en ese libro se viene a decir que hay dos tipos de lectores: el lector
mecánico, que tiene hacia la lectura una actitud casi compulsiva, leyendo “todo
lo que pilla”, tratando de estar al día en cualquier novedad literaria que como
tal se publicita; y el lector vocacional, aquel que lee seguramente mucho menos
y para quien la lectura es algo tan natural y necesario como el respirar.
Y nos dice Wharton que si para el
lector mecánico las lecturas son como fósiles que cuidadosamente coloca y
organiza en anaqueles y mira de vez en cuando y presume de la cantidad que
tiene de ellos; las lecturas para un lector vocacional son como árboles cuyas
ramas y raíces acaban uniéndose a las de otros árboles y componiendo un bosque
rico de nutrientes y entrelazamientos.
Creo que es la mejor imagen para
explicar lo que entiendo por “lecturas significativas”.
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