lunes, 20 de enero de 2014

Yo, Pierre Rivière, habiendo degollado a mi madre, a mi hermana y a mi hermano…, Michel Foucault

Por Paloma González

El 3 de junio de 1835, en una aldea normanda, un joven de 20 años, conocido entre sus vecinos como «el idiota de Rivière» mata con una hoz afilada para la ocasión a su madre, a su hermana de 18 años y a un hermano de 8.
Es sorprendido mientras comete el crimen por una vecina y, al salir de la casa, por algunos viandantes. Con la hoz en la mano y ensangrentado, Pierre Rivière se dirige a Vire para confesar en público su crimen, pero acaba internándose en los bosques cercanos. Durante varias semanas, ya dictada una orden de captura, se deja ver en pueblos y aldeas: compra pan, un cristal, azufre y mechas, habla con los vecinos, duerme de día o de noche en las cunetas a la vista de todo el que pase y de nuevo desaparece para reaparecer a los pocos días. Cuando es detenido se confiesa autor del crimen, se le recluye en prisión a la espera de su juicio y escribe una memoria con objeto de justificar el parricidio y fratricidio.

Pierre pinta en su lúcida narración a una madre cruel, que se complace en mortificar a lo largo de más de dos décadas a su padre, con el que el joven, al igual que otros dos hermanos, vive desde su infancia. Alega que mata a su madre para liberar a su bondadoso padre del sufrimiento que la maldad de una esposa artera le infligía, que a su hermana la mata porque era igual que su progenitora, y al hermano pequeño, el único despierto e inteligente de la prole, como sabremos después, al que su padre adoraba, lo asesina porque este nunca podrá perdonar un crimen tan atroz, y se alegrará de la muerte del autor, el propio Pierre, y no le añadirá un sufrimiento adicional por su propia desgracia.

Yo, Pierre Rivière… no es ficción: es una insólita colección de documentos, emprendida por el psicólogo Michel Foucault, que reúne clasificados por orden cronológico las órdenes de búsqueda del asesino, las noticias de la prensa, los bandos y los informes de entrega y custodia, los testimonios de los testigos, la propia memoria de Rivière, las opiniones y diagnósticos de los médicos que asisten al parricida y fratricida, la sentencia, las apelaciones y hasta el pliego de ciego que relata el brutal crimen tiempo después de que se haya cometido y que altera datos de la historia una vez esta ha pasado a ser patrimonio de la memoria colectiva.

El texto puede leerse como un documental. Uno de los temas recurrentes a lo largo de los distintos testimonios y opiniones es si Rivière tenía o no alteradas sus facultades mentales. Pierre Rivière escapa a las etiquetas de las tres categorías de enfermos mentales que prevalecían en la época y desafía el juicio de especialistas y profanos, de modo que cada uno de ellos edifica sus argumentos a favor o en contra del estado mental del asesino sobre cimientos distintos: su aspecto físico y su mirada huidiza, la lucidez de la narración de un muchacho que tuvo graves dificultades en su infancia para aprender a leer y escribir, pero que más adelante se convierte en un lector voraz; la pertinencia de sus lecturas, entre las que figuran la Biblia y el Catecismo; otros fundamentan sus juicios en episodios de la infancia del asesino relatados por vecinos y glosados en la memoria; se rastrean los antecedentes de enajenación mental en su familia, o se acaba esgrimiendo que el crimen tiene por objeto el afán de notoriedad, como dejan traslucir los ejemplos de asesinatos famosos y «providenciales» que cita Pierre en su escrito.

Los documentos fueron objeto de una película dirigida por Pierre Allio en 1976, inédita en España, que tuvo una crítica excelente, y a la que pertenece el fotograma que representa a Rivière.


Yo, Pierre Rivière, habiendo degollado a mi madre, a mi hermana y a mi hermano, Michel Foucault. Trad. Joan Vinyoli. Barcelona, Ed. Tusquets, colección Fabula. 3ª edición, 2009

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Paloma González Rubio21 de enero de 2014, 13:22

      No. Se le conmutó la pena de muerte por la cadena perpetua, aunque él solicitó una y otra vez que lo ahorcaran. Acabó muriendo enfermo y prisionero no muchos años después.

      Eliminar
  2. Paloma: He leído tu entrada varias veces y aún sigo atónito/fascinado/deslumbrado/desconcertado. No sé qué me ha enganchado más, si la truculenta peripecia de Rivière o tu singular pericia al relatarla. Mil gracias por la noticia de esta obra de Foucault... ¡Lo que aprende uno en "Náu...grafos", leyéndoos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Paloma González Rubio22 de enero de 2014, 9:18

      Gracias, José Ramón. La colección de documentos es fascinante, la verdad. Y la disciplina de la psicología que investiga la articulación de los discursos, más aún. Fue este interés el que me llevó a este libro, que me parece una joya y que disfruté tanto como tu colección de "los otros clásicos".

      Eliminar