martes, 17 de julio de 2012

El capote


Seguramente porque otra vez y de manera igualmente injusta se vuelve a echar buena parte del peso de la crisis económica sobre la espalda de los sufridos servidores públicos, nos viene a la cabeza la conmovedora figura del funcionario Akakiy Akakiyevich, protagonista del relato El capote de Nikolái Gógol, que para muchos es uno de los grandes cuentos del siglo diecinueve.  

La llegada de un nuevo invierno en San Petersburgo y el desgaste de su viejo capote, le ponen a Akakiyevich ante la necesidad de adquirir un nuevo abrigo. E inopinadamente, esta contingencia viene a suponer un cambio en su hasta entonces anónima y gris existencia, en apariencia tan solo absorbida por su diario trabajo de copista y que él lleva con tanto esmero y probidad que le llega a convertir en objeto de burla de sus propios compañeros.

Primero, sus escasos recursos y la miseria de sueldo que recibe como funcionario le obligan a realizar grandes sacrificios para ahorrar para el abrigo:
…Llegó a la conclusión de que era preciso reducir los gastos ordinarios por lo menos durante un año, o sea dejar de tomar té todas las noches, no encender la vela por la noche, y si tenía que copiar algo, ir a la habitación de la patrona para trabajar a la luz de su vela. También sería preciso al andar por la calle pisar lo más suavemente posible las piedras y baldosas e incluso hasta ir casi de puntillas para no gastar demasiado rápidamente las suelas…Incluso hasta llegó a dejar de cenar; pero, en cambio, se alimentaba espiritualmente con la eterna idea de su futuro abrigo.
Y cuando después de tantas penalidades consigue el ansiado abrigo, este le es robado vilmente.

Entonces se produce el segundo despertar de Akaiy Akakiyevich. Porque cuando acude al Comisario de  la policía y a la Alta Personalidad política para solicitar amparo y justicia, solo encuentra desinterés, menosprecio y prepotencia. Y por primera vez, aquel hombre que no había realizado nada extraordinario en su vida pero que había visto el espíritu de la luz en forma de abrigo, se rebela. Una rebelión que lleva más allá de la vida, pues cuando la muerte le sorprende, el fantasma de Akakiy Akakiyevich siembra el terror en las frías noches de San Petersburgo: su blanco espectro se aparece de improviso y despoja de sus abrigos a los confiados ciudadanos de cualquier condición. Hasta que también arrebata el abrigo a la Alta Personalidad que le ha humillado en vida y parece apaciguarse.

¿Sería extraño que, en este próximo invierno y en cualquiera de nuestras ciudades europeas asoladas por la crisis, el fantasma de este humilde funcionario volviera a manifestarse y se apareciera a esas “altas personalidades” de toda condición que exhiben casi a diario un comportamiento tan egoísta e insensible? Bastaría con que les dejara sin abrigo, sin máscara, desnudos, con sus vergüenzas expuestas a la consideración de los demás.

3 comentarios:

  1. Muy apropiado, Luis, este cuento para los tiempos que vivimos. Ha sido un acierto recuperarlo como aviso de lo que puede venir si no reaccionamos. Ya lo he divulgado en mi cuenta de Google+ para empezar nuestra propia rebelión. :-)

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  2. Cuento inolvidable. Y esta edición tiene muy buena pinta. Cuántos Akakiys no pasarán frío este invierno...

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  3. Amigo Luis todo se repite. Muy buena la lectuta de Gogol. Felix

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