miércoles, 4 de julio de 2012

Bastardos esféricos

Tengo para mí que el insulto es otro de los logros del lenguaje, y que hay insultos que son obras de arte. Hace mucho tiempo que me atraen, y cuando leo o escucho alguno que por su ingenio o por su intención me parece interesante, lo anoto y trato de conservar no sé exactamente para qué. (¿Tal vez para utilizarlo en momento preciso?)

Pero, ¡ay!, en los últimos tiempos, la falta de memoria, el desorden y los desastres informáticos me han hecho perder una buena cantidad de ellos.

Entre los que conservo está éste, que se debe a un astrónomo suizo, Fritz Zwicky, que trabajó en el Cal Tech en los años 30 del pasado siglo y que fue el primero que dio noticia de la presencia de una misteriosa “materia oscura” al tratar de explicar los anómalos movimientos de las galaxias del cúmulo de Coma. Pero la comunidad científica –en particular, los astrónomos– no le hizo el menor caso. Un poco más tarde, en 1933, al estudiar la muerte de algunas estrellas, el astrónomo suizo llegó a la conclusión de que algunas, con suficiente tamaño, morirían en una tremenda explosión  –y acuñó la palabra “supernova” para referirse a ellas– quedando un núcleo tan denso y pequeño que la gravedad literalmente aplastaría los átomos hasta dejarlos en puros neutrones. Son las llamadas estrellas de neutrones. En este caso, la comunidad científica –otra vez, los astrónomos– se mofó de él sin la menor consideración.

Entre esto y que algunos años más tarde esas ideas fueran atribuidas a otros astrónomos y reconocidas como geniales, lo cierto es que, como suele decirse ahora, el amigo Zwicky se cogió un rebote importante. Tan importante, que durante el resto de su vida decidió compartir su ingenio –que era bueno y aguzado– entre el estudio de las galaxias y el despotrique fino (y no tan fino) de sus compañeros de profesión. Es verdad que, por lo que he podido averiguar, el carácter de Zwicky era belicoso, pero no es menos cierto que como ocurre en casi todos los gremios humanos en una sociedad competitiva como la que vivimos, también en la comunidad científica abundan la vanidad, la envidia y la puñalada trapera.

Poco antes de morir, Fritz Swicky publicó un estupendo catálogo de galaxias, con una dedicatoria especial: A los Sumos Sacerdotes de la Astronomía Americana y a sus Sicofantes.

Pero para mí el improperio más ingenioso dedicado a todos los que habían ridiculizado su trabajo y apropiado de sus ideas es el que encabeza esta entrada: Bastardos esféricos, y que él explicaba en estos términos: Porque son unos cabrones los mires por donde los mires.

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