Texto leído por Evelyn De Lezcano en la presentación del poemario La mujer de lava (Ediciones de La Discreta) de Pepe Junco, el pasado 24 de noviembre, en la Casa-museo de Domingo Rivero, de Las Palmas.
Por Evelyn De Lezcano
Sobre la poesía se ha hablado y escrito mucho a lo
largo de los siglos. Hay infinidad de ensayos que abundan en este tema y en las
diferentes maneras de entenderla. Pero de lo que no cabe duda es de que la
poesía, el poema, tiene la capacidad de otorgar a las palabras, esas que
pronunciamos a diario, que utilizamos en las conversaciones cotidianas, un
nuevo significado mediante una conexión inusitada entre las mismas y por lo
tanto, de generar resonancias con ideas
a las que no tenemos acceso a través del lenguaje cotidiano.
De
las resonancias, múltiples y diversas
que me produjo la lectura del libro que hoy tengo el placer de presentar, La
mujer de Lava, de José Miguel Junco Ezquerra, voy a hablar, a sabiendas de que
cada acercamiento a la palabra hecha poema trae a quién la realiza ecos,
reverberaciones, imágenes, ideas, sentimientos, vivencias, resonancias, que inevitablemente serán interpretadas en
base a las coordenadas de un mapa que es personal y por consiguiente abierto a
variaciones en las que inciden los factores a los que está expuesto el
acontecer vital de cada uno.
La
poesía de José Miguel Junco se caracteriza por la musicalidad y el dominio del
ritmo y este libro que hoy presenta sigue esa línea canora.
Dividido en cuatro partes: La mujer de lava, Donde estamos escritos, Di sílabas extrañas y Botella
al mar, es un libro escrito con un
lenguaje coloquial que adquiere diferentes matices en cada una de sus partes.
Desde la epopeya genésica de La mujer de
lava, pasando por una poesía con
rasgos existenciales en Donde estamos
escritos, una poesía más intimista en el apartado titulado Di sílabas extrañas, y la última parte
del poemario, Botella al mar, en el
que predomina lo confesional, entendida esta confesionalidad tal y como la
define Mark Strand, la del poeta en relación al acontecer, en la sociabilidad
con la mirada puesta en el mundo en el que está sumergido.
El
poema-prólogo con el que comienza La
mujer de lava, dice:
Llegaron por el mar, hambrientos y
remotos. Besaron tus mejillas. Era la noche. Larga como un delirio.
Tú estabas presta para guarecerlos,
cuna de jable en la desierta playa. Tus hijos al encuentro de un refugio. Hubo
un rumor del viento.
Las
resonancias fueron llegándome como el
llamado primero del hombre a ser y estar en un mundo desconocido, que a la vez
ha de hacer suyo con los otros. Suenan sentimientos atávicos, esos que nos
conforman, nos pertenecen y con que los sufrimos, nos moldeamos y nos moldean. E inevitablemente oí
a Freud y a Josep María Esquirol diciéndome que en el hombre existen dos
sentimientos primordiales: el sentimiento de desamparo frente al mundo y el
deseo de integración, de amparo. Creo que esta mujer de lava expresa
ampliamente dos condiciones antropológicas básicas: la condición de intemperie
de desierto, de soledad, y el deseo de océano, de integración, de seguridad.
La poesía de carácter
dialógico-existencial de Donde
estamos escritos, la segunda parte del libro, no es, como podría suponerse, una
poesía que cae en el pesimismo, ni se encarama en lo ontológico. Antes
bien combate en lo cotidiano es, como
dice su autor …”ese trayecto/ que arranca de lo hondo” donde hay puntos imprecisos/para asirse”. Porque
siempre “hay un atisbo de luz” y porque “importa
el gesto.” Ese gesto que quiere
“hasta el final dejar constancia/ de todo lo que opuso a su derrota”.
El tercer apartado del libro, Di sílabas extrañas, poesía aparentemente dialógica-amorosa, sólo
aparentemente, siempre desde la percepción de esta lectora, reitero, es un
canto al encuentro con el otro, con el individuo que es uno y múltiple, así
dice en uno de los versos “cuánto me pesa el prójimo en la lengua” y la poesía
como centro del universo del autor, como instrumento “para que quede
constancia/de este tiempo compartido” en la circular historia humana: “como la cara de asombro del conserje/ de
la biblioteca de Alejandría/…/como la primera lluvia de meteoritos/…./ como los
sorprendidos transeúntes/en la ciudad de Pompeya” y es que el poeta declara
que “Incluso si escribí para tus
ojos,/para tu corazón/para tu pelo/quise glosar la vida”
Botella al mar es el título del cuarto
apartado de La mujer de lava. El
náufrago que tira una botella al mar desde un presente que ya será pasado
cuando alguien recoja el testigo, en un
instante ya futuro. Son poemas de supervivencia, de resistencia, de lucha, “Decir: resistiremos/y al vacío/cavarle una
trinchera” Poemas en los que autor sabe qué y a quién tiene que resistir,
quiénes son los aliados y el papel del mar como emisario. Los poetas son, como
refiere en el poema titulado: Pájaros del
sur “los pájaros más pobres/…
(que)…/con una fe cóncava/pían, pían,
pían”.
Las
resonancias que me llegan de este excelente libro, como ya dije al principio de
esta presentación, son múltiples. Pero creo que ahora es el momento de que
ustedes se acerquen a él y escuchen las suyas propias.
Evelyn De Lezcano-Mujica Betancor
* Evelyn De Lezcano es poeta. Ha publicado
hasta la fecha tres libros de poemas:
-Hombre, Vertientes y De los que nadie habla.
Los tres en la editorial Huerga &Fierro.
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