Poca y mala fortuna ha tenido el preceptista de origen portugués Miguel Sánchez de Lima, autor muy respetado a finales del siglo XVI por su breve tratado El arte poética en romance castellano (Alcalá de Henares, 1580), donde aparece este interesante soneto. Tal vez no reuniera grandes méritos como poeta; pero, entre otros muchos aciertos, fue el primer erudito que registró y comentó la absorción, por parte de los vates españoles, de los moldes métricos italianos, y también sobresalió por su censura tajante de los ridículos excesos en que venían incurriendo los autores de los libros de caballerías. Su influencia en los escritores españoles de finales del siglo XVI –entre ellos, el mismísimo Miguel de Cervantes– fue notable, pero ninguno de ellos lo valoró por su producción lírica, desprecio que ha llegado hasta nuestros días. Y así, su último editor moderno, Alejando Martínez Berriochoa, afirma que “su propia práctica poética (debemos a su minerva la mitad de las más de dos docenas de composiciones incluidas en El arte poética) es endeble, métricamente perfectible y carente de inspiración”. Seguro que, al emitir este juicio, no ha tenido en cuenta este magnífico soneto amoroso, de perfecta elaboración, atinadísimo en los dos tercetos y conmovedor en su postrer endecasílabo.
Esta tan larga vida y enojosa,
que es para mí una carga tan pesada,
no puede durar mucho su jornada,
que al fin ha de parar do toda cosa.
Y aunque agora vos desto estéis gozosa,
por vuestra condición desamorada,
cuando veáis la hora ser llegada
espero daréis vuelta a ser piadosa.
Y esos escasos ojos en mirarme,
principio de mi mal y fin postrero,
se dolerán de ver el caso cierto;
y vos, probando en vano a remediarme,
me lloraréis por hombre verdadero,
aborrecido vivo, amigo muerto.
Precioso soneto, José Ramón.
ResponderEliminarEmilio
Hola José Ramón,
ResponderEliminarEl soneto ("Esta tan larga vida y enojosa") es ciertamente de lo más destacado que podemos encontrar en "El arte poética en romance castellano"... ...pero no es obra de Miguel Sánchez de Lima, como ya señala Alejandro Martínez Berriochoa (www.clasicoshispanicos.com) en su cuidada edición (en la nota 68 detalla la autoría de la treintena de poemas que se leen en el tratado). En este caso, se trata de un soneto de Gonzalo Fernández de Córdoba, Duque de Sessa. No es Sánchez de Lima poeta de subidos quilates.