Decía
Bergamín que la España cervantina desapareció exactamente en 1959, cuando empezó
a entrar dinero extranjero en forma de ayudas al campo. El dinero extranjero no
llegó nunca a algunos lugares, en los que se siguió desarrollando un ciclo
vital que apenas había sufrido cambios desde la Edad Media, casi desde el
Neolítico. Mulas milenarias
reconstruye esa vida cervantina en un pueblo de Tierra de Campos (Hustillejo,
llamado en la ficción), a través de un diálogo entre dos personajes, Juve y
Pruden, que conversan en voz baja sobre casi todo lo que podía dar de sí
aquella vida, en la que el único motor que se conocía era el de la silenciosa
fuerza de los animales, especialmente de esas mulas a las que alude el título,
de las que tan extensa e intensamente se habla en el libro.
Se nota
que Aderito, recientemente fallecido, es esencialmente poeta (ahí están para
demostrarlo sus magníficos libros de poesía, Huellas, Dornillas, El despertar de Pintia...), por el
cuidado con el que elige cada una de las palabras que emplea, entre ellas las
que conforman el exquisito y melódico vocabulario tradicional del campo, que
surge en el discurso de nuestros dos personajes con toda naturalidad, de manera
no forzada, un vocabulario hecho de voces que a menudo aluden a objetos y a
ocupaciones caídas en desuso: tandejones, sobeos, cornijales, arrastrijos,
francaletes, sufras, cirlangas, frontinelas, aciales, calamones...
El
canto a ese mundo perdido (eso es la esencia de la poesía) se lleva a cabo sin
nostalgia, sin lágrimas. Todo el libro es una serena elegía que toma la forma
de un múltiple diálogo. El diálogo es aquí una metáfora de la vida, un diálogo
interminable y feliz.
A mí me
parece que este libro hace algo más que satisfacer la curiosidad, o que
proporcionar información, o un goce estético. A quienes tenemos antepasados
cercanos en el mundo rural creo que este libro nos ayuda a conocernos mejor. Siento
que salimos de este libro más ordenados, más claros.
Si al
lado de las grandes editoriales comerciales, las pequeñas, como La Discreta,
son casi invisibles, ¿qué decir de las ediciones de autor? Que no existen.
Alguien debería cantar a este tipo de ediciones, sobre todo cuando están hechas
con el talento y el cariño con el que se ha hecho esta.
Aderito Pérez Calvo Mulas Milenarias (Valladolid: Edición a cargo de Jorge Santiago
Pardo, 2012)
Siempre he tenido la impresión de que, al margen de la llamada transición política –cada vez más en cuestión a la vista de las actuales circunstancias-, lo que ha faltado en nuestro país es una auténtica transición del alma rural al alma urbana. Y que lo que hubo en su momento (finales de los años 50 y década de los 60) sólo fue una chapuza, precipitada, sin tiempo para la reflexión, la pausa o la digestión, una venta de ese alma, mayoritariamente rural, al diablo del desarrollismo.
ResponderEliminarNo conozco ese libro, pero, por lo que cuentas, da la impresión de que puede ayudar a esa necesaria reflexión. Gracias, Emilio.
Imagino, Emilio, que este libro será poco menos que imposible de obtener, aun habiéndose editado desde el amor y la admiración a su autor. No sé si sería posible que leyéramos algún párrafo que nos copiaras. También como homenaje a Aderito.
ResponderEliminarAhora tengo curiosidad, Emilio, cópianos algunos párrafos, si es posible. Muy interesante la nota, me hace pensar en Argentina, en su interior que aún vive en el Neolítico.
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