Se trata de un libro de segunda mano, escogido de entre los que
pueblan una estantería con otros de estas características en la librería HG de Collado Mediano, en plena sierra
madrileña, que lleva con un entusiasmo a prueba de bombas este librero náufrago
y amigo que es Herminio Gas. Y cuando lo abres se nota de inmediato un
penetrante olor a sustancia medicamentosa con reminiscencias a El nombre de la rosa que te hace pegar
un brinco de sobresalto. Según María Jesús es olor a desinfectante, pero yo
estoy persuadido de que es veneno, puro veneno literario. De otra manera no
puede entenderse esa atracción casi hipnótica y alucinatoria que te hechiza
desde el mismo título –El ojo de la
patria– y casi no te deja
respirar ni casi levantar la vista del papel hasta el final de la lectura.
Después de la dictadura argentina, Carré, hombre que había tenido
que ganarse la vida de maneras poco claras, es reclutado como agente
confidencial a las órdenes de El Pampero. Ya enviado a Europa, pasa años en
París, luchando por abortar las conspiraciones comunistas contra la patria. Y
allí frecuenta El Refugio, un bar, “el
único sitio neutral de la ciudad donde se reunían los agentes de todas las
potencias para cambiar chismes y jugar al ajedrez. Nunca nadie había utilizado
un arma en ese lugar. Era un pacto tácito que sobrevivió a todas las guerras y
a los cambios de fronteras durante siglos. Por eso Vladimir el Triste se quedó
a vivir para siempre en la mesa del fondo”.
Entonces Carré se ve envuelto en la misión de su vida. Obligado a
cambiar radicalmente de identidad, tiene que llevar a su país a un antiguo
prócer argentino, devuelto a una vida vegetativa gracias a la biología moderna
y las artes de un científico soñador. (El resucitado va a pilas, insulta con
profusión y rememora con nostalgia hechos de épocas gloriosas.) Y en ese viaje
enloquecido, sorteando trampas innumerables, espías y contraespías que a veces
se disfrazan de fundación de escritores comprometidos a no publicar nunca,
acompañamos a Carré y a su prócer protegido: a veces, a carcajada limpia;
otras, con la sonrisa cómplice de quien está de su parte; y siempre con la
conmiseración de los derrotados de este mundo falaz y despiadado contra el que
el humor y la parodia inteligente siguen demostrándose armas muy eficaces.
El libro que yo poseo está editado por Editorial Sudamericana en
1992 y no sé si existe otra edición posterior.
Gracias Luis, muy linda la reseña, sí, es una novela de las de Soriano que se disfrutan, ya sabés, es uno de mis preferidos. "Penas y Olvido" (mi novela) se llama así por el tango y también por su excepcional "No habrá más penas ni olvido", que tuvo su película.
ResponderEliminarFue uno de los pocos que estuvo en la casa de Cortázar cuando se moría. Cuando se moría Cortázar, Soriano a pesar de ser mucho más joven se murió trece años después.
Hay un escrito que se llama -creo- El orgullo del Centrojás que está dedicado a Obdulio Varela y de como los yoruguas les ganaron la final a los brasileños en la inauguración del Maracaná nada menos en la final del mundial de 1950 que es inevitable.
Está en
http://www.literatura.org/Soriano/ov0.html
y vas a ver las cosas que pasaban cuando nosotros recién habíamos dejado la teta. Hernán Rossi.
Gracias, Hernán. ¡Y qué gran también la tuya, "Penas y Olvido", la misma combinación de humor y desencanto que Soriano! No en vano ambas derivan del mismo tango.
EliminarMuy interesante la reseña. Osvaldo Soriano es uno de mis escritores preferidos. También era un periodista increíble. Invito a leer su nota sobre el caso Robledo Puch, o uno de sus libros más conocidos, "Triste, solitario y final", perfecta combinación de épica y sentido del humor.
ResponderEliminarGracias, Matías. Tomamos nota.
EliminarPerdón por el retraso de mi comentario, pero no había leído tu reseña, Luis, hasta ahora. Yo leí hace tiempo dos de las novelas de Soriano (Cuarteles de invierno y Triste, solitario y final, creo que fueron, y pocas veces he disfrutado tanto leyendo novela. Y no hace mucho el excelente lector que es Matías Crowder me pasó el reportaje que nombra sobre el caso Robledo Puch, un asesino múltiple argentino, y me pareció soberbio. Es fácil de encontrar en la web. Yo también lo recomiendo.
EliminarUn caso único el de Soriano. Estuve buscando a ver cómo se conseguía en España, y se encuentran precios muy buenos en internet (esto a la pregunta que me hacías, Luis, perdón por tardar tanto). Dicen los periodistas que lo conocían (uno de ellos era profesor en mi Universidad) que andaba por las redacciones (ya de pasada, nomás) buscando historias. Un saludo a todos, MC
ResponderEliminarMuchas gracias por tu información, Matías. Luis Junco.
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