lunes, 23 de junio de 2014

Lecturas y lectores

Por mi experiencia lectora, he podido comprobar que cuando uno lee un buen libro varias veces a lo largo del tiempo, la “historia” que nos cuenta ese libro cambia. Y si ese periodo es de años, el cambio puede ser muy notorio.

Al reflexionar sobre ello, llego a algunas conclusiones:

(a) Esa “historia” que nos cuenta el libro cambia porque nosotros hemos cambiado. Nuestros ideas, pensamientos, concepción de la vida se han modificado con el tiempo y vemos las mismas cosas de manera diferente.

(b) También me he dado cuenta de que la “historia” se modifica con el conocimiento de la vida del autor y las circunstancias relacionadas con la escritura del libro. No quiero decir, desde luego, que al conocer esas circunstancias o desvelar las virtudes hasta entonces desconocidas del autor una mala novela se convierta en una novela buena. Sino que, siendo un buen libro, esos nuevos conocimientos sobre la obra y el autor suelen enriquecer la lectura.

© En ese cambio influye de manera importante nuestra formación lectora.

Sabiendo que esto de la “formación lectora” es un tema de debate, me limitaré a señalar que me refiero al número de “lecturas significativas” que hayamos acumulado en ese tiempo.
Y para explicar lo que entiendo por “lecturas significativas” me apoyaré en otro libro –artículo, en realidad, pues como tal fue publicado en la revista North America Review en 1903–, El vicio de la lectura, de Edith Wharton.

Entre otras cosas interesantes, en ese libro se viene a decir que hay dos tipos de lectores: el lector mecánico, que tiene hacia la lectura una actitud casi compulsiva, leyendo “todo lo que pilla”, tratando de estar al día en cualquier novedad literaria que como tal se publicita; y el lector vocacional, aquel que lee seguramente mucho menos y para quien la lectura es algo tan natural y necesario como el respirar.

Y nos dice Wharton que si para el lector mecánico las lecturas son como fósiles que cuidadosamente coloca y organiza en anaqueles y mira de vez en cuando y presume de la cantidad que tiene de ellos; las lecturas para un lector vocacional son como árboles cuyas ramas y raíces acaban uniéndose a las de otros árboles y componiendo un bosque rico de nutrientes y entrelazamientos.


Creo que es la mejor imagen para explicar lo que entiendo por “lecturas significativas”.

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