viernes, 5 de julio de 2013

El niño que enloqueció de amor, de Eduardo Barrios

¿Habéis oído cantar un pájaro en la noche?

Suele ocurrir que un rayo de luna, un rayo levemente dorado, derramándose por entre el misterio del follaje, alcanza la rama donde se acurruca el avecita dormida, y la despierta. No es el alba, como imagina el ave. Pero... ella canta.
Pocas veces he leído un inicio tan poético –y que tan bien prefigura el desarrollo de la trama– como el de esta novela del  chileno Eduardo Barrios (1884-1963).

Un niño despierta al amor –¿a destiempo? ¿cuál es el tiempo del amor?– y en lugar de cantar durante unos momentos y continuar luego durmiendo hasta la llegada del verdadero amanecer, como hace el ave, este infante salta y vuela en plena noche, deslumbrado por el rayo dorado.

Se ha enamorado de Angélica, una mujer adulta, e incapaz de comunicar a otros niños como él, a sus hermanos, a su madre, la tormenta de sentimientos que le zarandea, decide trasladarla a un diario. Casualmente, este diario llega a las manos del autor, y constituye la base de la narración.

A través de ella asistimos a las fascinaciones del amor: el ensueño, la pasión, el éxtasis, la esperanza. Pero también a sus torturas: los celos, el sufrimiento, el desengaño, la desesperación. A estas últimas sucumbe el alma infantil. Y el niño enloquece de amor.

Un momento, su mirada se encontró con la mía, y el fulgor metálico de aquellos ojos perturbados me apuñaleó las entrañas como una daga fría. Hice un esfuerzo y le sonreí. Me respondió él con la carcajada triturante de los locos y, convulso de risa, se tendió en la cama, hundiendo la cara entre las ropas.

¡Qué tremenda imagen! ¡Y cómo me recuerda a la carcajada enloquecida del indiecito enfebrecido y embrujado por el canto del yaciyateré del cuento de Horacio Quiroga!


En suma, una novela corta, redonda en su ejecución, cuya lectura nos pone la piel de gallina desde la primera a la última palabra. Y, por lo que yo sé, todavía inédita en nuestro país.

3 comentarios:

  1. ¿Estás pensando en una reedición en España, quizás en La discreta?
    David T.

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    1. Ojalá se pudiera. Pero no: solo expresaba mi extrañeza de que esta novela (en realidad, un relato, por su extensión) aún no tuviera una edición española.

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