viernes, 1 de noviembre de 2013

Los otros clásicos XVI- Leonor de la Cueva y Silva

Decir “mujer”, “poesía” y “Siglo de Oro” es traer a la mente, de inmediato, la figura colosal de Sor Juana Inés de la Cruz. Pero la monja novohispana no tiene cabida entre “LOS OTROS CLÁSICOS”, porque es poeta mayor, y consagrada, y todavía hoy archileída, glosada, reeditada y celebrada a ambas orillas del Atlántico. Hubo, empero, otras autoras destacadas que hicieron gala igualmente de una inspirada creatividad, como esta doña Leonor de la Cueva y Silva (citada a veces como Leonor de la Rúa y Silva), de cuya longeva existencia apenas nos han llegado unos pocos datos, y estos no siempre fiables. Natural de Medina del Campo, cantó al amor humano con amplio recorrido por toda la casuística amatoria (los celos, el desdén, la mudanza, el abandono…), lo que no era demasiado frecuente entre las poetas de su tiempo, pues en su mayoría fueron religiosas y se centraron, principalmente, en el amor divino y otros asuntos propios de la poesía sacra. Intuyo que este soneto refleja a la perfección las turbulencias por las que atraviesa el alma femenina cuando pisa ese suelo movedizo en el que ni ama ni deja de amar, ni quiere amar ni dejar de ser amada. No sé: vosotras diréis; el soneto, en cualquier caso, es espléndido.

XVI.- Leonor de la Cueva y Silva (1611-1705)

Ni sé si muero ni si tengo vida;
ni estoy en mí, ni fuera puedo hallarme;
ni en tanto olvido cuido de buscarme,
que estoy de pena y de dolor vestida.

Dame pesar el verme aborrecida,
y, si me quieren, doy en disgustarme;
ninguna cosa puede contentarme:
todo me enfada y deja desabrida.

Ni aborrezco, ni quiero, ni desamo;
ni desamo, ni quiero, ni aborrezco,
ni vivo confïada ni celosa;

lo que desprecio a un tiempo adoro y amo;
¡vario portento en condición parezco,
pues que me cansa toda humana cosa!

5 comentarios:

  1. Eso es un soneto y no otros que yo conozco.
    El Brigadier

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  2. En fin, que sí, que si las mujeres a veces no os entendéis, imaginaos lo estupefactos que nos sentimos los hombres cercanos

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  3. Creo que la clave está en el último verso, ;)
    Magnífico, por otro lado.
    Un saludo.

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  4. Qué maravilla, gracias por traerlo a estos lugares, es un placer.

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