miércoles, 11 de enero de 2012

Alce Negro habla



Alce Negro habla es un gran libro religioso, en el sentido en que lo son, por ejemplo, las memorias de Jung: libros que buscan el sentido de la vida (Jung interpretando un sueño tras otro, Alce Negro sus visiones). Igual que lo busca ese otro gran, extraordinario, libro religioso El hombre en busca de sentido, del psicólogo Viktor Frankl, sobre su experiencia en Auschwitz.

Alce negro habla son los recuerdos de un guerrero-chamán sioux contados a un poeta americano llamado John Neihardt en 1932, que prácticamente empieza con la gran visión que tuvo con 9 años (¡9 años!), visión de contenido religioso (minuciosamente descrita, muy compleja) alrededor de cuyo recuerdo giró toda su vida (tratando de entenderla, de explicársela a sí mismo y de reproducirla en el mundo físico, pues él entendía que en ella se indicaba cómo se podía salvar su pueblo, algo que nunca consiguió). Desde niño vive la tragedia del enfrentamiento con el hombre blanco, o sea, la desaparición de su cultura. Es testigo de la batalla de Little Big Horn, donde los indios aniquilan a Custer y su séptimo de caballería (combate en ella, a pesar de su corta edad). También es testigo del asesinato de Caballo Loco, que era primo suyo. Y de la matanza de Wounded Knee. Es un testimonio muy triste, porque va viendo cómo su pueblo va perdiendo todo frente al hombre blanco (qué amargura en Wounded Knee). Participa en el espectáculo de Búfalo Bill, que lo lleva por Europa, donde Alce Negro pasa tres años, tres negros años. Conoce y habla bien de Gran Madre Inglaterra (la reina Victoria). Poco antes de volver tiene una experiencia de viaje extracorporal a su poblado (aunque es espontáneo, es decir, sin ayuda de agentes vegetales, recuerda el viaje de Miguel de la Quadra Salcedo durante una sesión de consumo de ayahuasca en el Amazonas, viaje en el que va a su casa y en el que todo lo que ve es verdad, como comprobará después, cuando vuelva; a Alce Negro le pasa igual). Con cerca de 20 años se decide a actuar de chamán para ayudar a su pueblo, pues sabe que la gran visión le llenó de poder. Tras una ceremonia que trata de reproducir una parte de la gran visión, se siente con fuerzas para ejercer de sanador. Toda su vida trata de ayudar a su pueblo. No da importancia a las experiencias individuales, personales. Solo da importancia a lo que tiene relación con su pueblo (de hecho, deja de contar su vida a partir de los 30 o 40 años, y vivió 87. Es como si a partir de que comprende que no puede hacer nada por su pueblo, su vida acaba. Sigue viviendo individualmente, pero su “Vida” ha acabado).

Un episodio interesante de los que cuenta es el del Mesías indio. Aparece un indio en California que se declara hijo de Dios y que dice que va a salvar a los indios que le sigan. Naturalmente, fracasa, pero los indios no se sienten engañados. Estaría bien estudiar este episodio.

A lo largo del libro dice varias veces aquello de “Hoy es un buen día para morir”, que dice el abuelo de Jack Crabb en Pequeño Gran Hombre, magnífica película y mejor novela (de Thomas Berger) que quizá le debe mucho a este libro de Alce Negro. En la película un día el abuelo tiene un sueño y Crabb-Hoffmann se lo interpreta como que es invisible para los blancos. El abuelo acepta con júbilo esa interpretación y se pasea como si realmente fuese invisible por el campamento durante un ataque de los soldados blancos. Y no le pasa nada. También Alce Negro cuenta cómo en una batalla se expone sin miedo varias veces al fuego de los soldados y a pesar de que es un blanco fácil no le aciertan.

Cuenta Little Big Horn como Fabrizio del Dongo Waterloo. Ve cosas sueltas, pero no tiene una comprensión global de lo que pasa. Hay mucho polvo y a veces solo ven siluetas a las que ataca para después comprobar que eran de los suyos. Cuenta un episodio que él considera gracioso: un soldado se hace el muerto y varias mujeres indias lo desnudan para robarle todo. Entonces descubren que no está muerto. El soldado se levanta y trata de recuperar sus cosas. Las mujeres luchan con él y lo acaban matando.

El discurso final es de una belleza máxima. Neihardt, que estuvo varios días escuchando los recuerdos de Alce Negro, le acompaña a una cima sagrada y asiste a una oración que el anciano le dirige al Gran Espíritu. Una oración, o una meditación, bellísima, en la que Alce Negro se despide de la vida reconociendo que ha fracasado en su tarea de salvar a su pueblo. Cuánta melancolía hay en ese final.


Editorial: Olañeta
Palma de Mallorca, 1984





4 comentarios:

  1. Estupenda nota de lectura. Emilio, ¿podrías indicar los datos de la publicación, es decir, editorial y fecha aproximada de edición?
    Luis.

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  2. Me fascina el paseo del hombre que se cree invisible porque le han dicho que lo es a lo largo de un escenario bélico y su inmunidad. Imagino que en la misma lógica que el episodio del Mesías, no hubiera considerado que lo hiriesen una evidencia de que su creencia era falsa.
    Me encanta cómo cuentas los libros, Emilio.

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  3. Este comentario es apasionante. La lectura que lo inspira no lo será menos. ¡A por él!

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