Entrevista realizada por Matías Crowder a Javier Guzmán
“Casa del Libro” de Rambla
Barcelona, en el centro neurálgico de la ciudad, seis de la tarde.
Por la cantidad de libros, que parecen abarcar el conocimiento
humano, trescientos metros cuadrados de publicaciones, la librería
en la que nos encontramos semeja una pequeña Babel en miniatura. En
las pantallas, la portada del libro que se presentará en breve, “El
cocinero del Papa”. Javier Guzmán, su autor, llega con tiempo.
Caminamos entre estanterías abarrotadas de libros.
- (Periodista) Siempre que entro a una librería me llama la atención la cantidad de títulos. ¿Piensa en eso cuando publica un libro, que tendrá que competir con todos ellos?
- (Javier Guzmán ) ¿Te acuerdas de “El arca perdida”, de Steven Spielberg, el final, cuando meten el arca en medio de todo aquello? Parece que a un libro le pasa lo mismo. Cuando se publica parece ser absorbido por este laberinto borgiano.
- (P.) ¿Cómo logra un escritor que su libro no se pierda en este laberinto?
- (J.G) Es que yo quiero que se pierda. Creo que lo bueno es perderse, y luego que el libro coja su propio camino.
Javier Guzmán ha viajado por medio
mundo. Su acento, las lenguas que lo componen, del cual sus
personajes sacan partido, contiene la mezcla de quien ha vivido en
varios continentes.
- (P.) Gallego emigrado a Venezuela, pasado por Madrid, adoptado en Aragón. ¿No piensa quedarse quieto?
- (J.G) Lo que mandan son las circunstancias, que te van llevando. Uno no se mueve, uno es movido por las circunstancias.
Hablamos sobre su reciente publicación,
“El cocinero del Papa”, su segunda novela, editada por “Ediciones
La Discreta”. Retratada en Almedina, Teruel, el territorio
imaginario al que un día viaja el Papa, su protagonista, Iñaki, un
venezolano hijo de vascos, es un cocinero de prestigio con un pasado
que ha conocido los lindes de ETA, organización que quiere cerrar su
etapa al margen de la ley con un magnicidio final. A Iñaki le van a
exigir el asesinato del Papa durante el sibarítico ágape con el que
se va a agasajar a la máxima figura en vida del cristianismo. La
novela atrapa desde el primer momento. Ágil, divertida, “El
cocinero del Papa” es una historia desenfadada y con un punto
irreverente cuya lectura lleva al lector a terrenos serios y vitales
con buenas dosis de humor.
- (P.) He escuchado de decir que usted no sabe nada de este libro, que solo eres su autor.
- (J.G) La novela cuando está publicada ya no es tuya, ya no la puedes modificar, y tiene tantas lecturas como lectores. Pero sí tengo claro de qué va la novela.
- (P.)¿De qué diría usted que va?
- (J.G) Diría que se trata de una novela muy coral. Ese coro lo forman personajes trasterrados. Gente desubicada de su entorno natural, pero al mismo tiempo que se adapta muy bien y que no deja de tener añoranzas. La nostalgia es querer estar justo donde no estás. Estos son los personajes que forman la historia, el intento de asesinar al Papa por orden de ETA.
La forma “coral” a la que se
refiere su autor habla de una novela intensa, llena de atrapantes
digresiones. Javier Guzmán, en las pausas que hacemos entre
preguntas, habla de la misma forma, con un diálogo lleno de
digresiones que, en un primer momento incurre sobre el acento del
entrevistador, argentino de nacimiento, pasando por una decena de
libros, editoriales, sucesos, para regresar a la entrevista, y todo
ello sin perder el interés de quien lo escucha. Es un buen
conversador, según han contado al entrevistador sus editores,
quienes facilitan la entrevista, para nada “sesudo”, y no han
errado.
- (P.) En “El cocinero del Papa” ETA cumple un papel esencial, ¿cuál es la lectura que hace su libro del terrorismo?
- (J.G) Creo que hay una visión del terrorismo nada indulgente, aún así el libro ofrece un intento de leer la situación, de ponerse en la piel del otro. Existe el personaje de una etarra que explica sus motivos y hasta reprende a Iñaki: “no seas como los pastores que no entienden los motivos del lobo”.
- (P.) Usted pone al persona en una encrucijada. Por no decir en una gran putada. Asesinar a un Papa.
Ríe.
- (J.G) Es una situación donde hagas lo que hagas la vas a fastidiar.
Leo un párrafo extraído de una
entrevista de un medio de comunicación:
- (P.) “La novela no es realista: parte de premisas irreales, resueltas con realismo”.
- (J.G) El pueblo es irreal. El alcalde es un socialista multimillonario y su opositor es un conservador de familia humilde, y se ayudan entre ellos. Son ellos los que dicen: la política está tan putrefacta que, o tú y yo hacemos algo, o esto se desmorona. A este mundo ficticio, porque es ficticio, como podrás ver, es donde llega el Papa a bendecir una ermita, y se lía.
Comienza a llegar gente a la
presentación. Javier Guzmán saluda a varios de los invitados. Pido
sacar al escritor una foto. Javier Guzmán me pide ver cómo ha
salido. Le enseño las fotografías.
- (P.) ¿Es usted coqueto?
- (J.G.) No soy coqueto, soy algo golfo -bromea.
El reportaje me dió enormes deseos de leer el libro.Gracias....
ResponderEliminarPuedes comprarlo en la web de la editorial, wwwladiscreta.com. Es un libro estupendo
ResponderEliminarExcelente la entrevista, te felicito Matias!!!! Abrazos desde argentina.
ResponderEliminarGracias, amigos argentinos! el año que viene estaré por aquellas tierras, nos vemos.
EliminarCon lo primero con lo que te encuentras en esta novela -y para mi gusto lo mejor de ella- es con el lenguaje, un torrente caudaloso que te arrastra desde las primeras páginas y del que no te puedes escapar, lleno de matices, ritmos, modos en que se mezclan el vasco, el venezolano, el aragonés y con los que Javier Guzmán sabe contarnos una historia deliciosa: intriga, amor, gastronomía de la buena y mucho humor. Y como se dice bien en la entrevista, también nostalgia, porque todo está teñido de una larga y honda nostalgia que hace al relato emocionante. Gracias a Matías por esta entrevista que nos ayuda a conocer mejor esta estupenda novela y a Javier Guzmán, y desear de que antes de que, como el mismo autor dice, el libro se pierda en ese laberinto borgiano, nos permita saborearlo y compartirlo con los amantes de la buena literatura. Luis.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, Luis, y sinceramente creo que a este libro le costará perderse en el laberinto borgiano.
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