El sábado 29 de julio tuvo la Discreta Academia dos convocatorias, la
una con Don Santiago López Navia en Mota del Cuervo, y la otra de don Pedro
Mariné en la no menos remota villa de San Martín de Valdeiglesias.
A disyuntiva tan apetitosa enfrentáronse los discretos como el burro de
Buridán, no pudiendo acudir a una por no desmerecer a la otra.
Quizá remordidos por tan asnal pecado, se afanaron en averiguar del
pueblo llano unas quintillas que, a modo de copla, andaban de boca en boca
cantando la crónica de tan memorable ocasión.
Y así, el Conde de Abascal escribió:
Caros discretos:
Me enoja mucho que los cronistas oficiales de
todos los Reinos, a cada paso más hobachones, aún no se hayan aplicado a la
honrosa labor de agasajarnos con una cumplida y cabal relación de los dos
magnos eventos con que anoche La Discreta, por mor y gentileza de dos de sus
más esforzados paladines, volvió a asombrar al Orbe todo. El vulgo indocto, más
vivo a la hora de olisquear la trufa de lo ameno, ya se ha hecho lenguas por
vía de una ristra de quintillas anónimas que, desde maitines, vengo escuchando
por los mentideros de la Villa y Corte. Como las he tomado de oído, solo
recuerdo tres; pero seguro que muchos discretos han tenido nuevas de otras.
Entre Mota y San
Martín
y entre San Martín y
Mota
dio La Discreta un
festín
que, para el vulgo
malsín,
fuera jamón de
bellota.
Pues cuando Santiago
trota
y, a lomos de su
rocín,
huella La Mancha
remota,
del uno al otro
confín
todo el mundo se
aquijota.
Y Pedro (Discreto al
fin,
aunque con la arteria
rota)
le replica cantarín,
si no en román
paladín,
sí, por mi fe, nota a
nota.
|
|
|
|
||
|
Y
pues v.m. pide que se le envíen cuantas quintillas hayamos podido recabar
acerca de esos dosmemorables eventos discreteriles, aquí van las que yo pude
oír; las cuales, si no dan completa noticia de todo lo acontecido en tan
señalado día, sí al menos refieren algún curioso detalle digno de felice
recordación.
Habla en la Tercia
Santiago
(¡prodigio de
erudición!)
y entre crítica y
halago
da discretamente un
trago
(¡cómo cuida su
dicción!).
Y es tan fértil
cuanto brota
de su florido magín,
que cuentan por todo
Mota
que entró en la
Tercia un idiota
y salió hablando latín.
Entretanto en San
Martín,
ante un público
pasota,
deja Pedro el
camarín,
llega hasta su
clavecín
y la plaza se
alborota.
Y ora un tiento de
cerveza,
ora un tiento del
porrón,
no hay una sola
cabeza
que tenga la
gentileza
de hacer caso a la actuación.
Mas con tanto
botellín
y tanto vino de bota,
se malicia san Martín
que no alcanzará el
serrín
para cubrir tanta
pota.
Cuente el viejo al
benjamín
que esta discreta
chacota
no fue en Jauja ni en
Pekín,
fue entre San Martín
y Mota,
fue entre Mota y San
Martín.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario