Buenas tardes. Nos reunimos esta tarde para desafiar a los
dioses ignorando la llamada del fútbol y presentar no una sino dos novelas,
dos. Sí, claro, somos conscientes de que en esta que Mario Vargas Llosa llama
“civilización del espectáculo”, esto es una chulería total, pero es que en este
caso vamos sobrados.
David Torrejón y Paloma González Rubio. Dos novelistas,
una sola editorial, Ediciones de La Discreta, que en esta ocasión no ha querido
hacer honor a su nombre y ha preferido llamar la atención de los lectores con
el lanzamiento no simultáneo pero sí muy cercano en el tiempo (un mes de
diferencia entre una y otra) de dos obras muy distintas pero con ciertas
coincidencias. Ambas coinciden en género, novela; ambas otorgan una atención
especial a la forma, lo cual se agradece mucho, y ambas hacen referencia a
otras obras literarias hasta el punto de que una de ellas, El delito de la lluvia, aparece en la otra, Escríbeme una foto, en una suerte de homenaje cariñoso de David a
su compañera de ruta literaria. Ambas están, además, protagonizadas por hombres
que no saben vivir si no es a través de la ficción, pero sobre eso hablaremos
después.
Aunque compartan editorial y coincidan en muchas cosas son dos
autores claramente diferenciados así que iremos uno por uno. Voy a dejar de
lado esa norma social de que “las mujeres primero” y voy a comenzar por David
Torrejón acogiéndome a un criterio cronológico de quién publicó antes, y en
este caso David se adelantó un mes a Paloma, de modo que comenzamos con Escríbeme una foto, de David Torrejón.
David Torrejón es periodista. También es madrileño, alto
altísimo, jugador de baloncesto en sus ratos libres y aficionado a los coches;
de hecho los coches le gustan tanto que su anterior novela, Tango para un copiloto herido, giraba en
buena parte alrededor de una carrera, la Panamericana. Por cierto, esta novela
la presentó en este mismo lugar, la librería Luces, de Málaga, hace unos cuatro
años.
Para los que no le conozcan, hay que comenzar diciendo que David
es un autor imprevisible. Los que le conocen ya saben que cada una de sus
novelas es totalmente diferente a la anterior, tanto en su temática como en
estilo, planteamiento... sí tienen siempre en común algunas cosas, por ejemplo Más lo siento yo como Mi querida Don Juan, o Tango para un copiloto herido despiden
aroma a intriga y literatura. Y es que esto de la intriga le ha gustado
siempre, desde sus primeros jugueteos literarios contando las andanzas del
detective Artero.
No voy a destripar el argumento, tranquilos que no habrá
spoilers, pero sí voy a hacer un brevísimo resumen necesario para comentar los
hallazgos y aciertos de esta novela. En Escríbeme
una foto David cuenta el reto que el profesor de un taller literario lanza
a sus alumnos: escribir un relato tomando como punto de partida una vieja
fotografía. Sobre la capacidad
del arte para estimular y motivar David Foster Wallace dijo que el desafío del
escritor es enseñarle al lector que él (el lector) es más inteligente de lo que
pensaba. Y esto David lo hace muy bien. Porque aparentemente se trata de un
argumento sencillo, poco complicado, que como mucho puede ser un divertimento
para que el autor haga un ejercicio de estilo, pero desde el principio el
lector es consciente de que no va a ser así, de que las cosas no van a ser tan
fáciles. Y efectivamente, David describe una foto que intriga al profesor (y al
lector) hasta el punto de investigar sobre ella, seguir la pista de las
personas que retrata, y meterse en sus vidas entrelazándolas con las
fabulaciones que hacen sus alumnos y él mismo. La novela se convierte así en un
juego de cajas chinas en las que cada relato contiene nuevas historias y ofrece
claves para comprender tanto a los personajes como a las nuevas historias que
se plantean. Es metaliteratura. Me gustaría retomar la idea inicial sobre la
imprevisibilidad en la obra de David e incidir en ella, porque si cada novela
de David es distinta a las demás, en ésta consigue que cada relato sea
diferente a los demás, tanto en fondo como en forma. Y esto no es nada fácil.
Estamos hartos de escuchar, y de comprobar, que cada escritor escribe siempre
la misma novela. En el caso de David no ocurre esto. David escribe en cada
ocasión una novela diferente, aunque como he dicho antes todas comparten
algunas características que no sé muy bien si es que se le escapan o las va
dejando como miguitas de pan para que nos lleven hasta él. Literatura. En las
obras de David la literatura siempre está presente: otras obras, otros
autores... En una ocasión a John Irving le preguntaron por qué en sus novelas
la literatura aparecía de forma recurrente y él respondió que no entendía cómo
no iba a estarlo si era algo que le rodeaba constantemente. En las obras de
David la literatura se cuela también en todas sus formas, pero en esta última
no sólo se cuela sino que se hace dueña de la situación, es la columna
vertebral de la historia, la que dota de entidad a los personajes, sobre todo
al personaje protagonista: un perdedor (otra característica en las novelas de
David) que no sabe manejar su vida real y prefiere reescribirla, inventarla,
modificarla.